Miyuki Sebu disfrutaba de una cena compartida que para Niv, sentado junto a él, era posiblemente un desayuno. El ex oficinista seguía sin comprender bien los horarios de sueño del hombre de pelo blanco, pero lo cierto era que no lo había visto desde por la mañana, así que probablemente había estado durmiendo.
Niv tenía el portátil de Neigail sobre las rodillas, y al parecer estaba leyendo el último capítulo de su novela mientras comía. De vez en cuando hacía una pausa, chasqueaba la lengua y escribía una breve nota sobre una de las frases. Miyuki no sabía por qué, pero de algún modo le resultaba raro que aquel misterioso espadachín pudiera manejarse sin problemas con un aparato electrónico. No le pegaba. Además, leía sorprendentemente rápido. El ex oficinista había pedido permiso a la escritora para sumergirse también en la historia, pero de momento solo llevaba unas doscientas páginas. No terminaba de pillarle el gusto a la lectura, pero se le hacía más llevadero cuando imaginaba las escenas de los capítulos que ya había leído como si fueran viñetas de un manga.
La bandeja de brochetas de carne y verdura que estaban compartiendo ya casi se había agotado, y Miyuki se estaba preguntando si valía la pena comprar algo más cuando Niv dejó el ordenador a un lado y se levantó de golpe. No movió la cabeza, pero sus ojos se orientaron hacia la puerta. Una mujer se acercaba.
Aquello no tenía nada de especial, naturalmente. La mayoría de visitantes del Coin Block acudían por el día, pero no era infrecuente ver aventureros o gente extraviada que aparecía para cenar allí. De vez en cuando, necesitaban apoyo además de comida, y en aquellos casos Niv les recibía amablemente. Pero Miyuki nunca le había visto mirar así a una visitante.
Se trataba de una mujer de cierta edad, con el pelo negro recogido en un moño. Llevaba un vestido holgado y un bolso, y sus tacones resonaban con cada paso que daba. Niv giró la cabeza lentamente hacia ella, y su rostro dejaba ver que le desconcertaba la presencia de la recién llegada.
Miyuki fijó la vista en la bandeja vacía que había junto a él. No tenía sentido que ambos se quedasen mirando a la desconocida sin decir nada: ya era bastante raro que uno de ellos lo estuviera hacerlo. Aun así, la señora caminó hasta ellos sin pensárselo dos veces.
—Esto es el Coin Block, ¿verdad? —preguntó, con voz severa.
—Así es. —Niv no dejó traslucir ninguna emoción. Parecía estar a la defensiva.
La mujer sacó del bolso una foto enmarcada que mostraba el rostro de un chico. Tenía el pelo negro teñido con las puntas rubias, una sonrisa tímida y vestía (por lo poco que se podía ver de sus hombros) una capa de aventurero. El marco era bastante grande, del tipo que colocarías de pie en un recibidor o una mesita de noche.
—¿Habéis visto a este chico? —preguntó.
Miyuki comenzó a negar con la cabeza, pero se detuvo en seco al ver que el rostro de Niv se ensombrecía.
—Le he visto. —El hombre de cabello blanco indicó con un gesto el banco que había junto a ellos—. Tome asiento, por favor.
La mujer parpadeó una sola vez. Luego obedeció las instrucciones.
—Se llama Takashi Shirrwind —dijo ella. Niv asintió—. Está muerto, ¿verdad? —Hubo otro asentimiento.
El corazón de Miyuki latió con tanta fuerza que le dolió. La señora no había, en apariencia, variado su tono. Sin embargo, había algo en el modo que había pronunciado la palabra muerto que le había transferido una oleada de miedo y sufrimiento al pecho. Era el equivalente emocional a ver a alguien golpearse el dedo meñique del pie. No sentías el dolor, y aun así tenías una idea muy precisa y desagradable de lo que estaba sufriendo la otra persona.
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The Coin Block
Fantasi¿Buscas el Coin Block? Sí, he oído los rumores, pero pierdes el tiempo. Conozco como la palma de mi mano estos callejones, desde el Restaurante Kuriya hasta la Tumba de Aries. ¡Y nunca he visto ningún sitio que se parezca al de las habladurías! Adem...