Capítulo 3. Un observador y un punto de vista fijos. (TIZ)

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Para que alguien te conozca mejor, hazles saber tu nombre y sabrás su reacción.

—Me llamo Tiz Ana Wú. —declaré en cuanto ella me preguntó mi nombre.

Me senté en la silla frente al escritorio, intentando observar las sombras y luces difusas a mi alrededor.

—Tiz ¿Ana Wú? —ella se detuvo y dejó de teclear algunas cosas en su computadora.

Nos encontrábamos en una habitación similar a la anterior, pero esta vez, todo estaba acomodado diferente, como si las cosas estuvieran al revés.

Con el efecto de las gotas, me sentía rara, ni siquiera podía enfocar muy bien el rostro de aquella mujer.

Al escucharla preguntarme mi nombre con mayor detenimiento, tuve que hacer un esfuerzo para enfocarla a mi visión.

—Mmmm. si. —admití, sintiéndome rara en esta situación.

—¡No puedo creerlo! —exclamó ella, sorprendida y encantada. —¡No puedo creer que seas tú!

Parpadeé rápidamente, intentando enfocar mejor. Su voz era conocida de algún lugar, pero en estos momentos no recordaba de dónde.

—¡Soy Eir!

—¿Eir? —le pregunté mientras intentaba conectar todos aquellos puntos que me ligaran a ella.

—La prima de Anya, Eir. —continuo ella. —Trabajo aquí desde hace un par de años. No sabía que necesitabas una consulta. ¿Por qué Anya no me lo comento?

Intenté hacer mi mejor mueca, pero todavía estaba desconcertada.

—En realidad no lo sabía. —declaré, sintiéndome apenada al respecto. —Anya me trajo y.

De repente, las piezas encajaron.

—Espera, ¿Anya sabía que tú trabajabas aquí?

Eir asintió.

—Si, me llamó hace unos días. Quería asegurarse de que tuvieras la mejor atención posible y que no tuvieras que esperar tanto. Pensó que sería una sorpresa agradable.

Desde el día en donde le comente mis molestias, Anya me tomó por sorpresa al tomar la iniciativa de investigar los mejores lugares de oftalmología.

De lo que no era consiente, era de que ya sabía perfectamente de este lugar, de que Eir podría ayudarme y de que ella trabajaba aquí.

Anya siempre tenía una manera de anticipar sus necesidades, incluso cuando ella misma no lo hacía.

—Esa Anya, siempre tramando algo. —le contesté de forma seria.

—Bueno, vamos a continuar con tu proceso. —prosiguió Eir. —Quiero asegurarme de que estemos haciendo todo lo posible para ayudarte.

Le sonreí aun con las molestias en los ojos.

—¿Ya te han aplicado gotas para dilatar tu pupila, correcto? —me preguntó ella.

Asentí.

—Muy bien. —me sonrió ella. —Necesito checar tu vista con mas detalles. Me podrías ayudar colocándote detrás de esta máquina, ¿por favor?

—Claro. —dije mientras me movía solo un par de pasos a un lado de mi sitio original.

La consulta comenzó, y aunque seguía sintiendo un ligero nerviosismo, la presencia de Eir me calmó.

Hice lo que ya sabía que tenía que hacer. Todas estas máquinas tenían mucho en común y al ver que se parecían una con la otra, se me hizo más fácil encontrar la forma de acomodarme.

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