Capítulo 4. Ver bien para vivir mejor. (TIZ)

0 0 0
                                    

No es que estuviera peleada con las gafas, en absoluto. El problema era que estaba aterrada al cambio. No sé por qué, pero entre más crecía más temor sentía al encontrarme con un futuro que no quería.

Las suposiciones son buenas en momentos de tensión, siempre y cuando sean cosas positivas.

Siempre que me encontraba en una circunstancia en donde mi cuerpo empezaba a mandarme señales de autodefensa, mis pensamientos eran los que me hacían creer que todo iba a estar bien, pero otra vocecita, la que no me gustaba escuchar, me decía lo contrario.

Me froté las manos y permanecí en silencio dentro del consultorio.

Tragué saliva de los nervios.

Hasta en los momentos más difíciles hay que fingir que estamos bien.

Eir estaba se encontraba sentada enfrente de mí, aunque algo había cambiado en su expresión, traté pasar desapercibida mi propia preocupación.

—Bueno, Tiz —la voz de Eir sonó a la de una profesional mientras su expresión seria me indicaba que las cosas no andaban del todo bien. —después los exámenes que te hemos realizado

Se detuvo un momento.

Eso alteró más mis nervios.

Apreté mis manos por debajo de la mesa hasta que empezaron a arderme los nudillos.

—Tengo que decirte que que estás desarrollando un problema muy poco común para tu edad.

La miré sin saber que decir.

Parpadeé de forma automática. Eso no me ayudó a que mi vista pudiera enfocarla por completo.

Los efectos de las gotas me estaban haciendo perder la visión a cada minuto, mis ojos se sentían bastante raros y desorientados, pero al escuchar esta noticia, perdí mi sentido de percepción por completo.

—Es una condición que afecta la capacidad para ver objetos cercanos con claridad, en especial a medida que envejecemos. —continuó Eir, levantando la vista hacia mi dirección. —Sé que no entenderás esto a la primera, pero para eso estoy aquí, para explicarte todas tus dudas que vayan surgiendo.

Bajé la vista hacia mis manos.

Sentía el mundo detenerse en ese momento.

Mi vista siempre había sido mu mayor tesoro, la herramienta fundamental para crear arte.

Permanecí en estado de shock en esos momentos. Traté de procesar la información, aunque una sensación de miedo y tristeza comenzó a instalarse en mi pecho.

—Este problema visual que estás desarrollando—continuó Eir de forma compasiva. — se llama presbicia.

—¿Cómo va a afectar esto mi vi vida y mi trabajo? —le hice la pregunta más importante a Eir después de haber procesado toda aquella información.

Eir me dedicó una leve sonrisa.

—Con los lentes adecuados y algunas adaptaciones, podrás seguir tu vida como antes. —me respondió de forma calmada. —Después de leer y escuchar que la pintura es parte de tu vida cotidiana, la presbicia no significara el fin de tu arte, pero si tendrás que hacer algunos ajustes, comenzando con usar de ahora en adelante lentes para ver mejor.

Verte MejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora