Nami y Luffy son amigos desde que tienen pañales, siempre han estado para cuidarse la espalda y casi siempre se meten en problemas.
Cuando vuelven de Latinoamérica son más idiotas que antes...¿Eso es por lo menos posible?.
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Era un nuevo día y Dragón se levantó para hacer el desayuno para sus hijos.
Dragón:¿Luffy? -murmurro en shock.
Su hijo menor, su pequeño quien había vuelto ayer a casa...¿¡Estaba cocinando!?.
Luffy: oh, hola papá, ¿Te desperté?.
Dragón: no, no ¿Que haces despierto tan temprano?.
Luffy:¿Eh? Ah, cierto, mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a despertarse muy temprano así que decidí hacer el desayuno -dijo con una sonrisa.
Dragón:¿Por qué?.
Luffy: hacer clases desde la madrugada para tener una nota decente es difícil... Y quedarse despierto hasta tarde jugando videojuegos con los chicos... -dijo tranquilo.
Dragón quería decir algo pero el bostezo de sus otros 2 hijos mayores lo habían interrumpido.
Sabo: que rico huele...¡¿Luffy?!.
Ace:¡¿Que estás haciendo en la cocina?!.
Luffy: cocinando, dah.
Ace:¿Desde cuándo cocinando?.
Luffy:
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El pelinegro menor les sirvió la comida a cada uno y fue a darle la comida a su perrito.
Luffy: aquí está tu comidita, bebé -dijo con una sonrisa.
El perrito se levantó y fue hacia Luffy para darle sus buenos días.
Luffy: jajajaja, también te amo -dijo con una sonrisa.
Dragón: wow... Se ve delicioso, hijo -dijo sorprendido.
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