<Capítulo 7>

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Bianca:

Las siete con cincuenta de la mañana, estaba casi terminando de desayunar. Unas tostadas y un jugo de naranjas, lo hacía siempre, mi desayuno cada uno de los días. Otra de las cosas por las que siempre estaba feliz, era por mi buena alimentación, otra de las cosas que debía agradecerle a Michael.

Antes era bastante feliz comiendo hamburguesas y papas fritas, hoy en día no es que no lo hiciera, solo que en distintas ocasiones o cuando era necesario.

Iba al gimnasio, no siempre, pero lo hacía. Si algo que me gustaba de mí, era mi cuerpo, nunca tuve ningún tipo de complejos con él. Si algo sabía es que cada persona tiene su cuerpo y está feliz o inconforme con el, pero desde la adolescencia aprendí que cada cual tenía su cuerpo distinto y que si quería seguir feliz con él, debía cuidarlo, pero ya eso lo aprendí tiempo después. cuando te gusta algo, es bastante difícil que lo dejes así como así.

Suelto una pequeña risa a causa de mis pensamientos, que cualquiera que me hubiera visto, hubiera pensado que estaba loca. Miro la hora y pego un salto cuando me doy cuenta de que puede que llegue tarde al trabajo.

Me termino de tomar el jugo, tomo las llaves del coche junto con mi bolsa de trabajo, donde tenía todo lo que iba a necesitar en el día, más algunas cosas que llevaba para embellecer aún mas el puesto de trabajo. Salgo de casa casi ni corriendo, el ascensor estaba en uno de los últimos pisos del edificio y como no tenía tiempo para esperarlo, me voy escaleras abajo.

Llego al coche y respiro profundo, le pongo las llaves y salgo disparada hacia el trabajo. Era bastante despistada en algunas ocasiones, si me pudieran describir con tan solo una palabra, sería esa, despistada. No es que lo fuera siempre, solo que me concentraba mucho en lo que hacía, aunque solo fuera simplemente pensar.

Una vez llego a la empresa, todo el mundo esta centrado en su oficina y en su trabajo, algo bastante raro ya que ayer no estaba todo tan tranquilo como lo está hoy.

No tomo mucha importancia al asunto y voy directa a mi oficina, lo primero que hago es poner todos los papeles que organicé nuevamente la noche anterior, en una de las esquinas de mi mesa, saco algunas cosas de mi bolso, de las que tenía para que la oficina tomara un poco más de luz.

Lo primero que hago es poner un cuadro, mío y de mis padres, siendo más exacta, cuando era pequeña y aún Malena no había nacido. Lo otro, fue sacar una larga tira de flores, de color amarillo, mi favorito, era larga pero muy fina, así que no hacía mucho espacio. Y lo último que hice, fue agregar dos libros mas al pequeño estante donde estaban los demás, estos eran muy míos. Hablaban de la fotografía y todo su proceso de origen y evolución.

Recuerdo que me los regaló uno de mis antiguos profesores de la universidad, era de los mejores que pude conocer ahí, le gustaba hablar con sus alumnos y hasta conocerlos mejor, algo que a los demás profesores les daba igual, ya que claramente lo único que les importaba era impartir sus clases e irse por donde mismo vinieron.

Nunca nos habló sobre su vida privada, al igual que él nunca nos preguntó por la nuestra. Pero todos y cada uno de los chicos que estudiábamos en ese salón de clases, nos sentíamos a gusto cada vez que nos tocaba alguna clase con él.

Le debo mucho, fue uno de los profesores que más me ayudó cuando pasé por el momento en el que estaba pasando, le daba muchos apuntes a Maca para que me los diese y así poder aprobar el curso. Nunca me contaron las faltas, ya que a la universidad se le informó desde el primer momento por lo que estaba pasando, así que las faltas no se contaron, pero eso sí, tenía que aprobar al final, porque sino, o repetía el curso en la universidad, o simplemente perdía completamente mi beca.

Una vez termino de organizar los libros, porque sí, los reorganicé, cualquiera que los pusiera ahí, no tenía ni idea de como organizar algo. Me siento en mi puesto de trabajo y en lo que me pongo a mirar un poco más del trabajo que tengo que editar hoy. Llega Nicholas, tan inoportuno como siempre.

-Hola, señorita Montero, ¿Cómo estuvo su día de ayer?- me pregunta mientras se sienta en el asiente del frente.

-Hola, Nicholas, pues bien, fue un día cansado, pero nada que una buena siesta no pudiera solucionar.

-Me alegra saber que tu día fue cansado, quiere decir eso que trabajaste, por favor, no te quedes sin comer nada hoy, me pone nervioso ver como la gente no come nada en todo el día, y más una chica tan guapa como tú, señorita Montero.

-Gracias por preocuparte, Nicholas, eres un encanto. -Le digo con ironía mientras me mira mal.

-Bueno, venga, a lo que venía, como tu superior, es mi deber in formarte, ya que sé que los demás ya lo saben, pero tú al ser nueva y no tener amigos por aquí por la empresa, pues no lo debes de saber. Hay un jefe nuevo, Montero. El antiguo, el que apreciaba tu trabajo y todo eso, le llegó la hora...-le corto.

-¿Se a muerto? Joder, Nicholas, no me puedes decir eso, ni siquiera conocí al hombre. Joder, que suerte que tengo siempre.

-Montero, ¿podrías callarte y dejarme terminar de hablar?- Asiento. -Vale, gracias, joder, chica, que el hombre no se murió, simplemente tomó su retiro de una vez por todas, el hombre es de los mejores, pero llevaba una eternidad trabajando aquí. Ahora le pasó la empresa a nombre de su hijo. Su hijo es bastante famoso, y todo lo logró gracias a él mismo. Sabe de fotografía, pero nunca lo estudió como cosa principal. Es hijo único, así que no le quedaba de otra que asumir con la empresa o de lo contrario sería vendida a medias o vendida completamente, y el padre no quería eso, ya que es la empresa que se encargó toda su vida de construir. Pues entonces su hijo se va a hacer cargo de la empresa. Su padre le habló muy bien de ti, Montero. Quiere conocer de tu trabajo, así que nos hemos encargado de agendarte para mañana una sesión fotográfica, es a una mujer y unas chicas. Solo puedo decirte que el chico no es muy fácil de impresionar que digamos, es fanático al arte y disfruta de ella, así que has que disfrute de la tuya, Montero, buena suerte. Mañana trata de estar temprano en la empresa y de estar bien descansada. -termina de hablar y no podía creer lo que me estaba diciendo.

Estaba feliz, por fin tendría mi primera sesión fotográfica oficial, la de verdad, y para la empresa que trabajaba. Daría lo mejor de mi y lo sabía.

-Gracias, Nicholas. -Le digo agradecida.

-A mi no me agradezcas, Montero, es tu trabajo, y por fin mañana podrás demostrarle al nuevo jefe, de que estas echa. Ya sabes, bien preparada mañana. -Y con esas últimas palabras, se va, sin despedirse como lo hacía siempre, pero ya sabía que lo vería por ahí por la empresa, en alguna hora del día.

DesconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora