Bianca:
Terminé verdaderamente exhausta, fue difícil la edición y corrección de imágenes, pero nada que no se pudiera terminar. Todo tomó su proceso, pero se logró y eso es lo importante.
No salí a almorzar, me quedé encerrada en la oficina hasta que Nicholas me trajo un café.
—Guapa, creo que deberías descansar un poco. Por suerte o desgracia, mi oficina queda justo en frente de la tuya y e visto que no has salido de aquí en todo el día. Ni siquiera a tomarte algo. —Me dice mientras se sienta en el asiento en que mi padre estaba unas horas antes.
—Nicholas, necesitaba terminar esto, no es para nada fácil editar un trabajo hecho por otra persona. —Tomo el café y le pregunto dónde lo buscó.
—Los venden en la cafetería que hay en la planta baja, y se que es un trabajo difícil a la hora de editar imágenes que no son tuyas, y más cuando tienes ya tu propia técnica.
—Buena elección, me encanta este café. Si, se que lo sabes.
—Soy bueno viendo el tipo de café que le gustan a las chicas. —Me dice y me guiña un ojo.
—Nicholas, deberías respetar un poco más a tus empleados. No pienso salir contigo.
—Montero, no te e pedido salir. —Se recuesta un poco en la mesa, mira hacia los lados, y me susurra—Aún.
—Tampoco aceptaría. —Declino completamente la oferta no-oficial.
—Nunca digas nunca, señorita Montero. —Se levanta del asiento y me deja sola nuevamente en la oficina.
¿Se enojó? lo dudo, parece un tipo chico que no se enoja con facilidad.
Unas horas después, cuando ya había terminado todo el trabajo de la pareja, y había llegado mi hora de salida y no había comido mucho en el día, así que decidí ir a comer algo a la cafetería que quedaba en la planta baja del edificio donde trabajaba. Según me dijo Nicholas los últimos que se iban de este edificio, eran las personas que trabajaban ahí, y como todavía quedaban personas en el edificio, la cafetería estaría abierta aún.
Una vez llegué, pude observar que estaba bastante vacía, sin muchas personas por los alrededores. Me siento en una de las mesas del fondo, pequeña, pero tenía un hermoso y gran ventanal, pero lo mas hermoso eran las vistas que tenía.
La empresa era de un millonario, el cual desconocía completamente, no es que fuera a estar averiguando de quién era la empresa, algo que debía hacer, pero no hice . Según me pudieron contar algunas personas, era una de las mejores empresas de fotografía que se conocía por la ciudad (nada que no conociera ya). Muchas personas de hasta otros países decidían venir hasta aquí o solicitar personal, para que hicieran sus fotografías. No elegían a cualquier persona para trabajar aquí, y cuando me dieron la noticia de que podría trabajar con ellos, casi me da un infarto. Creo que fue la mejor noticia que recibía en bastante tiempo.
Me alegraba estar en la ciudad en la que nací, si algo extrañaba cuando estaba fuera, era eso, poder volver y poder sentir el aire de por fin estoy en casa.
Solo que la bienvenida no fue tan agradable como pensé que sería. Me sentía traicionada, como no tienen una idea, era mi hermana, la amaba, y me dolió tanto que se hubiera metido con el chico que amaba, sabía que si ella tenía culpa, Max tenía el doble. Se suponía que era mi hermana y que no debía meterse con ella. Mi hermana y yo teníamos un código, sí, ese código de chicas. Algo que no cumplió.
Era bastante rencorosa, si algo odiaba de mí era eso, puede que te perdone, pero la espinita siempre iba a estar clavada, ahí, en el corazón, siempre lo iba a recordar.
Una vez termino de comerme lo que había pedido, voy directa hasta el estacionamiento, mirando en el móvil alguna que otra historia o publicación de las personas que seguía, cuando sin querer, choco mi hombro con el de otra persona, tirando al suelo, algunos papeles que traía en mi otra mano, y junto con ellos, mi móvil.
-Joder, mira por donde vas.
Bajo a tomar mis cosas, mientras la otra persona me ayuda a recoger los papeles que habían esparcidos por el suelo. Maravilloso, cuando llegue a casa nuevamente tendré que organizar todos y cada uno de ellos.
-Perdona. -Me dice una voz que desconozco. Era un chico.
-No te preocupes, ya puedo terminar de recogerlos. -Le quito unos que tenía en la mano y justo cuando iba a subir mi cabeza para levantarme. Su cabeza y la mía chocan. Haciendo que yo caiga al suelo.
-Joder. -Decimos al unísono.
El chico se para y me da su mano, y ahí es cuando puedo verlo claramente. Joder, es guapísimo. Si os lo pudiera describir, les diría que es una autentica obra de arte. Cabello castaño, con unos hermosos ojos marrones que podrían enamorar a cualquiera. Tenía barba, de quizás pocos días, corta y arreglada muy bien.
Tomo la mano que me ofrece y con su ayuda me levanto del suelo. Si desde allá abajo se veía bien, ahora se ve el doble de mejor. Era mucho mas grande que yo, y hoy traía tacones, así que sin ellos, puede que me viera mucho mas pequeña a su lado.
Iba de traje, negro, solo que no traía la chaqueta puesta, sino que la llevaba en la mano junto con su móvil. Mientras que la otra, aún sujetaba mi mano. Seguía mirándome y eso me ponía bastante nerviosa. Suelto su mano. .
-Siento haberla chocado antes. -Mira la pequeña placa que tenía en el pecho, donde decía mi nombre. - Señorita Montero.
-No se preocupe.
Y sin más, se va por el camino que yo había pasado unos minutos antes.
Me quedo unos segundos mirando a la nada como tonta, pensando en ese hombre, era la primera vez que lo veía, seguramente no lo vería más, pero no era algo que importara. Me había propuesto estar centrada en mi trabajo y en lo que verdaderamente es importante. Pero principalmente, estar centrada en mí, que ahora mismo era lo más importante.
ESTÁS LEYENDO
Desconocidos
Teen FictionBianca tenía una vida perfecta. Tenía al chico que amaba con locura y unos padres encantadores. Un día se va, sin decirle a nadie las razones del porqué lo hizo. Tres años más tarde regresa otra vez a casa, dispuesta a recuperar todo aquello que ped...