ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 12

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Un lobo de pelaje negro como la noche y ojos color vino corrían detrás de otro lobo castaño mucho más grande, ambos jugaban a correr ardillas y corretear entre ellos.

Después de un par de horas la luna llena empezó a bajar, dando paso a los primeros rayos del sol que transformaron el castaño lobo en una persona.

Lupin se sentó con una sonrisa y en césped esperando al otro lobo, cuando al fin lo alcanzó este se convirtió en una linda joven de 13 años que se lanzó a abrazarlo.

-¡Feliz cumpleaños Tío! ¿Te gustó mi regalo? Así podré estar contigo en cada luna llena, no tienes que estar solo- le sonrió la joven enterneciendo el corazón del mayor.

-Es... Es el mejor regalo del mundo cariño, gracias- Agradeció besando la cabeza de la pequeña.

Ambos se quedaron un rato más abrazados, viendo cómo el sol alumbraba el extenso bosque en el que se habían metido horas atrás, después de una hora el hambre se hizo notar por lo que su caminata a la casa del mayor comenzó.

Desayunaron juntos y pasaron juntos el día entero, el castaño le contaba a la menor como había sido el comienzo en Hogwarts como profesor, que muchos lo querían y halagaban sus clases.

Estuvieron todo el día hablando, jugando y caminando por el bosque, Lupin miraba a la pequeña T/n, sintiendo todo ese amor que ella le transmitía, ese amor familiar que también tenía con la difunta madre de la niña.

El la veía como su hija y ella como su padre, el era el hombre que más la cuidaba y estaba para ella, siempre buscándola cuando la luna llena pasaba para estar presente en su vida y aunque tenía a su tío Monsieur que la quería, cuidaba y apoyaba, siempre sintió una conexión más paternal con su padrino.

Esas navidades fueron las primeras que las paso lejos de Francia, y aunque extraño a su familia, fueron las mejores navidades que pudo tener.

El 25 de diciembre no trajo muchos regalos, pero si momentos fantásticos, Lupin y T/n se divirtieron en la cocina y pasaron toda la tarde viendo películas muggle en un viejo proyector.

En medio del documental de Woodstock, 3 días de paz y música, la joven recordó algo "importante".

-Papá ¿Te queda chocolate caliente?- el castaño se quedó mudo ante las inocentes palabras de la pequeña a su lado, asintió lentamente y ella corrió a la cocina para servirse y servirle, se quedo pensando en muchas cosas y cuando la pequeña volvió el la miro.

La de oscuro cabello no había notado la extrañeza del mayor, ni siquiera se había percatado de como lo había llamado anteriormente, era una niña muy distraída. El mayor tomo una mano de la más pequeña llamando su atención inmediata.

-Cuando... Cuando cumplas la mayoría de edad quiero que vivas conmigo, si tú quieres... Claro- Propuso el castaño, sorprendiendo a la pequeña por lo inesperado que fue.

-A mi... A mí me gustaría vivir mucho contigo Tío- El mayor la abrazo intentando mantener sus lágrimas. Desde que sus mejores amigos se habían ido había estado solo por mucho tiempo, refugiándose en su solitaria casa, no fue hasta que la pequeña niña empezó a apegarse a él que sintió ese amor que hace mucho no sentía, alguien lo amaba por quien era y no por como se veía, alguien que no lo juzgaba y que hacía todo por demostrar que lo amaba.

La pequeña había estado practicando por un año y poco más para poder transformarse en un lobo, solo para acompañarlo cada luna llena, como sus viejos amigos habían hecho.

Gracias a ese gesto, algo que muchos verían insignificante pero el lo veía como amor puro, gracias a eso tomo el valor de decirle que no la veía como solo una sobrina, ella era su hija, por más que no hubiese estado tan presente los primeros años.

𝗧𝗲𝗻𝘀𝗶ó𝗻|𝗚𝗲𝗼𝗿𝗴𝗲 𝗪𝗲𝗮𝘀𝗹𝗲𝘆 (+𝟭𝟴)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora