Eras una editora de 60 años a punto de jubilarte, conocida como ser la niñera de varios autores de novela negra, casi una segunda madre para estos, apoyándolos en sus momentos mas oscuros donde sus obras de terror y ficción nacieron, solo te faltaba...
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Nadie entiende cómo terminaron en tan horrible situación, esta guerra parecía pan comido, una victoria más para la larga lista de logros de Sabana al Atardecer, pero henos aquí, todos de rodillas, encadenados y con la cabeza gacha ante el vencedor de la guerra sangrienta y de cadáveres.
Leona miraba a su hermano con resentimiento, él desde un principio creyó que era una decisión estúpida entrar en guerra con el reino nigromante, esos sujetos eran huesos duros de roer y además ¿como le ganas a un muerto?, pero pudieron más las voces del consejo que convencieron al león con melena de atardecer de atacar este territorio que pertenece a una tribu de salvajes, cuando ganen tendrán más tierras para dar trabajo y comida a los desfavorecidos del reino y que la victoria estaba asegurada, porque contaban con la magia única del segundo príncipe, el general León Demonio.
Pero no importa lo buen estratega que fuera Leona, o lo resistentes que fueran las hienas encabezadas por Ruggie nadie la puede ganar a cadáveres salido de debajos de sus pie, no importa cuánto lucharon terminaron siendo reducidos, ni siquiera volverlos arenas sirvio de algo, todos los soldados del terrible Rey de los Magos de la Muerte volvían del más allá, como si nada hubiera pasado, se reincorporaron de los granos de arena y volvían a la batalla hasta terminar con este terrible resultado final.
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Los poco sobrevivientes miraban entre asustados y resignados a que morirían ejecutados a manos de este imponente brujo que parecía más bien un hombre elefante que un carnero, era el herbívoro más grande que alguno de ellos vio alguna vez, los únicos que permanecen relativamente tranquilos pese a lo malo de la situación era el General de Guerra Tadjou quien miraba desafiante a su enemigo, el Rey Farena que se limitaba a estar serio y la vista clavada en el suelo, el segundo Príncipe de la Sabana y líder de la Guardia de la Sabana, este último miraba con enojo y resentimiento tanto a su hermano por seguir adelante con esta guerra descabellada y como al viejo general quien fue el que dio la idea de invadir estas tierras en primer lugar.
