𝟏𝟓 | Acontecimientos compartidos

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Freen estiró sus brazos sobre su cabeza y tras liberar una pequeña exclamación, tomó su vaso desechable y lo lanzó en la papelera a su costado. Luego de asegurarse que los papeles más importantes estuvieran guardados, se levantó de su asiento y como el resto, se dispuso a disfrutar de su descanso. Con pasos perezosos se dirigió a la pequeña sala que Illusion tenía para sus empleados y una vez allí, fue directo a prepararse un café. El tercero del día.

El proceso fue calmado, no había nadie y el silencio era agradable. Pero no duró mucho para su infortunio, detrás de su espalda se escucharon voces animadas y en pocos segundos, un grupo de personas ingresó. No les prestó atención en un principio, hasta que una voz femenina se dirigió a ella.

—¿En verdad te mordió un perro?

Volteándose por un momento, identificó a quién le había hablado, estaba a menos de dos metros de su persona y sentada cómodamente en una de las sillas. Viéndola con atención en lo que esperaba por su respuesta.

—Sí.

—¿Y cómo sucedió?

—La verdad no recuerdo bien.— su tono pensativo fue natural, después de todo estaba inventando una mentira sobre la marcha—. Sólo pasó.— sus hombros se sacudieron con esa vaga afirmación—. Creo que era callejero, ni siquiera se veía agresivo y en mi defensa, no parecía muy grande.

—Aguarda, ¿ibas a tocarlo?— la sorpresa en la voz de la mujer fue sincera, incluso sus ojos se expandieron con ligereza—. ¿A un perro de la calle?— quiso confirmar.

—Creí que no te gustaban.— agregó Billy a la distancia. No parecía seguro de su historia.

Freen le dio un sobro a su café una vez estuvo listo, se alejó unos pasos y apoyó su espalda contra una pared en un rincón. Permitiendo que otros usaran de los instrumentos con mayor eficacia.

—No lo iba a tocar.— dijo con tranquilidad—. Tenía algo de comida encima y no me pareció mala idea dársela, no la iba comer y tirarla era un desperdicio.

—Eso fue bastante imprudente, ¿sabes?

Ella le sonrió con sus labios apretados—. Sí, ahora lo sé. Gracias por la obviedad Engfa.

La mujer levantó ambas manos—. No culpes al mensajero, sino al mensaje.

Freen rodó sus ojos, dedicándose a beber de su café en lugar de pensar en alguna contestación inteligente. Su cerebro rápidamente etiquetó esa acción como una pérdida de tiempo y palabras.

Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Billy, notó sus intenciones por decir o preguntar algo más, para su fortuna, el hombre fue interrumpido por la presencia de la cansada señorita Love.

—La señorita Armstrong volvió a llamar.

Los ojos de Freen se cerraron al instante, allí estaban las palabras que no quería oír cuando se hallaba en esa área de la empresa y con algunos de sus compañeros presentes. En primer lugar, porque el espació se volvía tan silencioso que daba la impresión de que nadie respiraba, ni siquiera ella. Y en segundo, porque podía escuchar sus interrogantes, aunque no las formularan.

La dueña de una exitosa editorial llevaba días llamándola, ¿era por un trato a nada de cerrarse o por asuntos personales? ¿Habían concretado algo o todavía estaban en discusión? Y la más relevante, el jefe tenía algún conocimiento al respecto, de ser así, ¿cuándo se los comentaría?

Todos estaban tensos y ansiosos por algo de información que no lo disimulaban. Podía pedirle a Love que fuera más discreta en esta situación, pero la mujer estaba harta de ser una intermediaria forzada entre ambas. Y ella estaba segura de que en su contrato no venían especificaciones tales así que la comprendía.

Bloodiest 「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora