⁰⁵

69 12 1
                                    

𝓝𝓪𝓷𝓪𝓶𝓲 𝓴𝓮𝓷𝓽𝓸
七海健人

Solo hablaba con ella si era de alguna tarea o evaluación, casi ni hablábamos, nuestras miradas hablaban por nosotros.

Pero tampoco podía evitar apartar mi mirada cuando ella estaba distraída, luce tan suave...

Me mente solo vagaba a esa noche que pude acariciarla, y besarla. Y eso estaba mal, ella es mi alumna, mi alumna.

Ya había acabado con la clase B, eran tranquilos, solo uno que otro grupo hacían chistes durante clases, pero estás semanas no había estado de ánimos, tal vez si no tuviera mi mente tan ocupada en el lío en el que estoy me hubiera reído con ellos.

Vi a choso y a su grupo salir de clases, hablaban de una chica, realmente no me agradaba, obviamente era por Maddie, por eso no me agrada, verlos juntos es un dolor de cabeza más.

Salí del salón mientras revisaba mi teléfono, no pude evitar escuchar su conversación, más si se trataba de ella.

— La de cabello rosa, hablas de Madeleine?.

— Exactamente, ella es linda, no se por qué no estás con ella, tienes oportunidad.

— Mmm, no lo sé...

Solo pido que yo no me halla escuchado así en la universidad.

Me detuve en el tercer salón al escuchar un ruido. Ya era hora de salida, las aulas deberían estar vacías. Cuándo abrí la puerta la vi debajo del escritorio sobando su cabeza.

— Ya es hora de salida, no sé puede quedar en el salón.

— Si..., lo sé,.... — respondió ella dejando de sobar su cabeza y saliendo debajo del escritorio.

— ¿Puedo preguntar, que hacía?

— Buscaba algo, pero no lo conseguí. — dijo ya de pie y sacudiendo un poco la falda que traía puesta, se veía realmente bien.

— Compermiso, profesor. — Dijo y caminó a paso rápido llegando al marco de la puerta donde yo estaba parado, me hice a un lado, sin quitar mi vista de ella, y en lo bien que se veía su hermoso cabello rosa. La detuve, agarre su muñeca y la atraje hacia mí, ella me miró, maldita sea su mirada...

Ninguno dijo absolutamente nada, dejé un mechón de su cabello detrás de su oreja, no apartaba la mirada de ella ni un segundo y ella tampoco de mi, extrañaba tenerla cerca, desde ese día no dejaba de pensar en ella.

Podría hacerla mía aquí mismo.

Mi agarre en su muñeca disminuyó la poca presión que tenía, y se deslizó hasta su mano, podía jurar que sentí como la agarró por un segundo, finalmente salió del salón y me dejo allí, apoyado en el marco de la puerta.

Pase mis manos por mi cara, tratando de buscar claridad en mi mente.

¿Que estoy haciendo?

¿Que estoy haciendo?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝘛𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘰 | 𝘕𝘢𝘯𝘢𝘮𝘪 𝘒𝘦𝘯𝘵𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora