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Su corazón revoloteó cuando vió a Anton sentarse a su lado. Se veía espectacular ese día, una sonrisa deslumbraba en su cara, y sus ojos brillaban.

La imagen de aquello fue tal para que Wonbin se enamorara un poco más de Anton.

¿Pero quién no?

Colecciona figuras de personajes que le gustaban, además de saber bailar y cantar, hace reír a cualquiera, es alto, su voz es hermosa, es guapo; por dios, quién no caería ante los encantos de Anton Lee.

—Estoy tan feliz, Binnie— se recostó en su asiento, viendo hacia el techo.

—Puedo verlo— tenía una pequeña idea de lo que sería, pero aún así preguntó— ¿qué pasó?

—Ayer, dios, Wonbin, fue la mejor tarde de toda mi vida— sus ojos cayeron en él, quien al escuchar aquello, se confundió.

—Ajá, pero, ¿qué pasó?

Anton lo miró mal —Tuve una cita con-

Wonbin lo calló, antes de que pronunciara aquel nombre. —Sí, sí, ya recordé.

Su vista pasó de Anton a su cuaderno, tratando de apartar su vista y que Anton no notara su tristeza, y un poco de envidia.

Pero claramente el menor no lo pasaría desapercibido, notó el bajón de su mejor amigo.

Aún así, no pudo decir mucho, pues su profesor había llegado.

Aún así, no pudo decir mucho, pues su profesor había llegado

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—Sí, te veo en casa. Adiós.

Wonbin hablaba con su primo, diciéndole que llegaría tarde ya que Anton le había invitado a su casa a pasar la tarde.

Pero que no se preocupara, de todos modos llegaría a dormir, y no llegaría tarde.

Al mayor no le gustaba cuando el chico estaba fuera de su casa a la noche.

—¿Qué dijo?— preguntó comenzando a caminar a su casa.

—Que no me preocupara, que está bien— sonrió a lo último. —¿Por qué es que voy para tu casa?

—Porque quiero pasar tiempo contigo.

De no haber sido porque sus pies estaban tocando el suelo, podría haber jurado sentirse flotar en las nubes.

Él y Anton pasaban juntos los siete días de la semana, básicamente, e ir a sus casas no era nada fuera de lo común.

Lo que lo hacía diferente, es que cuando iban a la casa de Wonbin —que prácticamente era el punto de reunión—, siempre estaba su primo.

Pero en las pocas ocasiones que Wonbin iba a la casa de Anton, quedaban solos.

Y al mayor se le venían a la cabeza tantas cosas que no podía hacer, que incluso llegaba a sentirse culpable.

Aunque el concepto de Anton de "pasar tiempo contigo", era comer, jugar videojuegos y más que todo, hablar.

Sus zapatos quedaron en la entrada de su casa, y el perrito de Anton llegó a recibirlos, ese animalito amaba a Wonbin.

—¿Tienes hambre?— preguntó el menor cuando Wonbin se tiró en el sillón.

—No— aunque.... —Sabes, sí tengo hambre, ¿pedimos de comer?

Subiendo las escaleras, Anton le respondió. —El teléfono está en la cocina, pide lo que quieras.

Caminar hasta la cocina, ¿y si mejor esperaba que Anton bajara?

Por favor, su nivel de pereza no podía convencerlo cada que podía, entonces haragán se levantó hasta la cocina.

Vió los diferentes números de restaurantes en comida que había en la biblioteca telefónica del teléfono de su casa.

Y entonces el teléfono de Anton sonó, dejando ver un mensaje en su pantalla de bloqueo.

Sullyoon ♡:

"Anton amor, olvidé devolverte tu suéter. Me la puedo dejar?"

Wonbin rodó sus ojos y suspiró.

De pronto se le quitó el hambre.

De verdad no soportaba a esa chica, y no es porque fuera básica y posiblemente la futura novia de su mejor amigo. Bueno, un poco sí.

Pero principalmente era porque tenía un leve y mal presentimiento de la rubia, algo no le cuadraba de ella.

Se devolvió hasta la sala, caminando con el celular en su mano para querer desviar su atención, pero en el transcurso, las pisadas en la escalera lo hicieron voltear a Anton.

El menor le extendió una de sus camisas a Wonbin, y el otro casi se va de espaldas.

—Toma, cámbiate ese aburrido uniforme.

Y ni siquiera pudo decir nada.

Anton colgó la camisa en su hombro y se dirigió a tomar sí teléfono.

Wonbin lo siguió con la mirada, viendo que cuando lo encendió, una sonrisa rápida apareció en los labios de Anton.

Había visto el mensaje de la chica.

Y fue ahí que despertó y caminó a cambiarse la parte de arriba de su uniforme.

La camisa de Anton se le veía tan bien, por obvias razones de altura, le quedaban una o dos tallas más grandes, y lo hacía sentir cómodo, y además, tenía el perfume de Anton.

Quizá se la llevaría puesta y le escribiría luego diciéndole "Anton, me llevé tu camisa, ¿me la puedo dejar?", pero no, era ridículo.

Salió y vió a Anton aún en el teléfono, pero lo dejó cuando se dió cuenta de la presencia del mayor.

—¿Pediste comida?— le preguntó dirigiéndose hasta él. El otro negó.

—Se me quitó el hambre.

Anton frunció su ceño, extrañado, pero igualmente él tampoco tenía tanta hambre.

—¿Control blanco o negro?— preguntó encendiendo la pantalla de la sala—. No, ni respondas, amas el blanco.

Wonbin sonrió, su mejor amigo lo conocía tan bien.

Wonbin sonrió, su mejor amigo lo conocía tan bien

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i wish i ✧ wontonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora