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mes después

—¡Binnie!— llamó Anton al verlo concentrado.

El menor iba trotando hasta donde estaba él con una sonrisa de oreja a oreja, se veía totalmente feliz.

—¡Anton!— le contestó feliz el otro.

Hacía unos días, Wonbin se había dado de tour para poder sacar fotos a, básicamente, lo primero que se le cruzara en frente y le pareciera lindo.

Ese día había amanecido muy, muy feliz, pues una de las fotografías que había tomado, había sido reconocida por un muy importante fotógrafo.

Era la primera vez que una persona le reconocía la manera en la que su cámara captaba un hermoso paisaje.

—Binnie, ¿cómo estás?— sonó agitado debido a la carrera que se había dado buscando al rubio. —Tengo que contarte algo.

—Wow, tranquilo, no voy a irme— rió. —Estoy bien, ¿tú estás bien?

Una de las cualidades que resaltaban al rubio, era que se preocupaba por los demás, estar para ellos siempre.

Además de dotado con su potencial para las fotos, y la edición de las mismas, básicamente sus tardes se basaban en editar sus propias fotos y subir sus favoritas a sus redes sociales.

—Yo también tengo que contarte algo, pero primero tú— la sonrisa no se borraba de su rostro.

Anton estaba físicamente feliz, una vibra energética le recorría cada parte de su cuerpo, pero su sonrisa le delataba aquello que sentía, y no era el todo felicidad.

Wonbin por su lado irradiaba felicidad pura, podía sentirse algún tipo de imán que en vez de atraer, devolvía felicidad con aquel que se acercara, la noticia de sus fotos le puso muy feliz.

No había nada que le bajase aquello.

—Bueno...— Anton jugaba con sus manos algo nervioso por la reacción de su mejor amigo. —Sullyoon ahora es mi novia.

Su mirada cayó y su sonrisa se borró. Ni siquiera supo qué decirle al chico.

Sólo seis palabras hicieron que toda aquella felicidad que estaba irradiando Wonbin, cayeran como una gota que cae del cielo, directamente.

Al igual que sus emociones y todo lo que tenía, todo se le vino al suelo, pero debía mostrarse feliz, aunque sea por Anton.

Su pequeño corazón se quebró. La persona que le gustaba tenía novia, y eso fue aún más doloroso.

—¿Wonbin?— le llamó por cuarta vez, el otro le observó. —¿Qué tenías que decirme?

No quería hablar, quería estar solo, llorar mientras escuchaba canciones que lo hicieran sentirse aún peor.

Así que dejó el tema y buscó su escapatoria directa hasta su casa.

—Realmente, no es nada... importante— Anton pudo sentir su tristeza, y definitivamente se dió cuenta de que hizo mal en decirle, aunque ¿también habría hecho mal no haberlo hecho? —Ya me voy a casa.

Ni siquiera le dió tiempo de despedirse de Anton, pues ya se había alejado a pasos rápidos.

Puso sus audífonos y reprodujo la selección que tenía de nombre: "En caso de" y Heather de Conan Gray comenzó a vibrar en aquellos audífonos que llevaba a todo volumen.

Entendía la letra, y sentía que más bien se habían inspirado en él para crear aquella hermosa canción.

Comenzó a darse cuenta de que él quería ser ella para recibir todo aquel amor que probablemente ya no recibiría de su mejor amigo.

—No debo llorar— dijo limpiando una lágrima que caía de su ojo, seguida de otra.

Pero no quería, no podía llorar en la calle, aún le faltaba un cuadra para llegar a su dicha casa, donde podía estar solo y tranquilo, y podría llorar ahí, aunque no quisiera.

Pero en la calle mantendría su imagen, o bueno, lo que quedaba de ella.

Llegó a su casa ya con un nudo en la garganta que lo estaba casi que dejando sin aire.

No pudo si quiera ver dónde ponía las llaves porque una nublada vista por las lágrimas le acompaño, seguida de las nuevas apariciones de llanto.

A duras penas abrió, cerró la puerta y corrió hasta su cuatro, donde un llanto incontrolable lo invadió.

No dejaba de llorar de ninguna forma, estaba totalmente roto de saber que la persona que amaba podría compartir su vida con alguien que no era él, y no eran celos.

Era tristeza, de poder llegar a perder aquella única cosa que realmente le importaba, a él.

No quería perder a Anton, era su todo básicamente, no podía soltarlo, no quería hacerlo, sentía que una parte de él se desprendía, y no volvería.

Y quizá eso pasaría.

De no haber sido tan cobarde para decirle cuánto lo ama, pero ahora que lo pensaba, Anton no merecía a alguien cobarde como él, a alguien que le tuviera miedo a decir lo que siente.

Anton no lo merecía, definitivamente no, merecía más, y lamentablemente, él no podría ser eso.

Anton no lo merecía, definitivamente no, merecía más, y lamentablemente, él no podría ser eso

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Estoy reviviendo un trauma mío mientras escribo esta historia jsahjashsj


i wish i ✧ wontonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora