Capitulo 3

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CAPÍTULO 3:
— ¡Bien hecho, Zarpa de León!
El sol ya había salido tres veces y ocultado dos desde la ceremonia de Zarpa de León en aquel entrenamiento de caza.
El aprendiz asintió secamente, no solo porque tenía una presa en la boca, se negaba a hablar más de lo necesario.
— Entierra el mirlo junto con las demás presas. —indicó Plumoso.— Luego lo llevarás a los veteranos.
Zarpa de León se detuvo y miró por encima del hombro.
— Los otros aprendices ya los tienen bien cebados. —gruñía.— ¿Por qué no le puedo dar a las reinas?
— De acuerdo. — dijo en breve con un suspiro.—
Su mentor adelantó al aprendiz y abrió la marcha por el territorio del Clan del Trueno, el sol brillaba levemente y daba una cálida sensación por toda la piel. Aquella parte del bosque era silenciosa y tranquila, Zarpa de León se dejó llevar por la paz durante unos cortos segundos.
— ¡Plumoso! ¡Plumoso!
Ambos gatos voltearon de golpe, unas pisadas frenéticas y un maullido ansioso quebró el silencio. Al volverse, Zarpa de León divisó una esbelta figura corriendo hacia ellos, que se detuvo en seco.
— Zarpa Plateada. —el guerrero saludó con preocupación y le dio una lamida en la frente— ¿Qué pasó?
El otro aprendiz entornó los ojos de curiosidad y prestó atención a la figura de la gata, no tenía heridas de batalla pero sus ojos rebosaban ansiedad.
— Es Garra Penumbrosa —resolvió Zarpa Plateada.— Estábamos patrullando, captamos un olor desconocido y me mandó a llamarte. —por su tono de voz parecía igual de confundida que el llamado.
Plumoso asintió en silencio, como pensando algo y ladeó la cabeza.

— Regresa con las presas que cazamos. —maulló al cabo mirando a Zarpa de León.— Queda ahí hasta que regrese.
— Vale. —el aprendiz encogió los hombros, fingiendo indiferencia, aunque le gustaría saber qué pasaba.
Los dos felinos grises desaparecieron tras las plantas boscosas. Zarpa de León se disponía a seguirlos cuando un dulce olor le llegó a las fosas nasales.
— ¿Eh? —titubeó extrañado, miró hacia los lados y no pudo ver nada.— ¿Hay algo... alguien ahí?
Escuchó unas malezas quebrándose y plantó las orejas con interés. No sentía miedo ni ganas de ponerse agresivo, algo en ese olor le decía que era pacífico aunque noto lo gatuno del tufo.
— ¿Pantera? —Un chillido salió de las plantas.
Zarpa de León se agazapó como si estuviera acechando a una presa, era un cachorro sin duda, pero no pertenecía a ningún clan, aquel lugar estaba muy pegado al territorio de los Dos Patas. «Un mínimo doméstico» pensó con sobresalto. ¿Ahora que haría? Su mentor se había ido y no había nadie más cerca. ¿Tenía que echar un cachorro de su territorio?
— ¿Pantera? ¿Eres tú? —el maullido se repitió de nuevo, sonaba aterrorizada, Zarpa de León continuó avanzando.
Entonces la vio, una esponjosa y diminuta cachorrita estaba agachada como escondiéndose sobre un arbusto, tenía un pelaje blanco que resaltaba de no ser por estar aplastado por toda la hierba.
— ¿Pantera? —murmuró la gatita subiendo la cabeza lentamente, Zarpa de León supuso que estaba buscando a otro gato.
— No soy Pantera, soy Zarpa de León. —La gatita se estremeció.— Tranquila, no te haré nada.
Procuró usar un tono amable, después de todo solo era una cachorra perdida, no tenía nada que ver con su clan, ni con su vida. La felina levantó su cabeza nevada y el aprendiz se fijó en sus ojos.
Eran raros, uno de ellos destellaba colores verdes y el otro era color azul, el gato no había visto nada parecido en algún otro. «¿Será cosa de mínimos domésticos?» Se preguntó, no sabía casi nada de ellos, solo que eran juguetes de Dos Patas.
— ¿Pantera todavía no llega? —el maullido más calmado de la gata interrumpió sus dudas.— Entonces todavía juego.
Zarpa de León se quedó pasmado. ¿Juego? ¿Estaba jugando? Y, ¿Quién era esa tal Pantera? La gatita se levantó y se sacudió las hojas de encima.
— ¿Tú también juegas? —sus ojillos lo miraron cautelosos pero curiosos.— No te vi con los demás.
—Yo no juego nada. —espetó un poco ofendido.— Regresa a tu casa, mínima. —la empujo con el hocico.
—¡Auch! Oye, yo no se donde esta mi casa, Pantera me dijo que venga acá a jugar a las escondidas, que no salga por nada del mundo.
—¿Te han dejado a propósito? —inquirir Zarpa de León con curiosidad, alejándose de la mínima doméstica.
La cachorra olfateaba el aire una y otra vez, como intentando oler a la tal Pantera.
— Ya te dije, estaba jugando a las escondidas. —contestó luego, mirandolo como si fuera un tonto.
Zarpa de León se sacudió la cabeza, aún con dudas. Pero decidió que dejaría a la gatita en su casa sana y salva, aunque, en el fondo, quería explorar el territorio de los Dos Patas y le parecía una buena excusa.
« Plumoso y sus presas pueden esperar.» gruño para sus adentros.
— Venga, yo te llevaré, no estamos tan lejos... ¿Cómo te llamas?
La cachorra cerró los ojos un instante, intentando recordar su nombre.
— Nieve, me llamaron Nieve.
Ambos gatos avanzaron en el bosque, Zarpa de León estaba ansioso por llegar a la cerca de los Dos Patas, pero Nieve caminaba entorpecida por sus cortas patas de cachorro sumándole su curiosidad por el bosque,iban muy lento.Ya para entonces el cielo se estaba oscureciendo, de poco en poco.
—¡Apura! Tengo que regresar a mi clan. —siseó con apremio, en realidad, eso era lo último que quería hacer.
Cuando la cerca estaba a unas colas de distancia Zarpa de León tenso las patas para saltar pero escuchó un chillido.
— No puedo, ayúdame. —suplicaba Nieve.— Ya intente saltar antes.
Frustrado, el aprendiz tomó a la cachorra por el pescuezo, como hacían las reinas con sus crías, subió con dificultad pero al llegar a la estrecha valla sus patas le fallaron.
Apretó a Nieve con fuerza y ambos cayeron al otro lado de la cerca, Zarpa de León se sacudió el polvo.
— ¡Pantera lo hace mejor! —aulló la cachorrita.— Ella puede saltar desde los pisos de la casa hasta el jardín de Mínina.
— ¿Qué son esas cosas? —titubeó el aprendiz,extrañado ya que Nieve sabía cosas que él no.— ¿Hablas de Pantera? ¿La que te metió al bosque y te dejó abandonada?
Agitó sus bigotes, divertido al ver la cara pasmada y ofendida de la pequeña.
— ¡Pantera no me dejo abandonada! —sus ojos bicolor se abrieron mucho.— Me dijo para jugar, pero seguro se olvidó.
—Lo mísmo. —replicó el otro, burlón.
Nieve se paró y le dio manotazos en la cola como intentando atacar. Notó que realmente esa gatita le era leal a la felina Pantera. « Esa lealtad servirá para un clan, mucho mejor que los descarriados del Clan de la Sombra.» No pudo evitar pensar.
Se sacudió la cola para espantar a la pequeña y empezó a examinar el lugar. Había grandes construcciones de Dos Patas, pegadas unas a otras, hechas de piedras extrañas y de colores, no había Dos Patas en el lugar pero notó su presencia en sus guaridas. Entrevió un destello verde en cada casa y estirando su dorada cabeza vio unas plantas largas y coloridas, había flores llamativas que Zarpa de León no había visto en el bosque pero reconoció un par de hierbas, todo eso se notaba muy artificial, nada natural.
Arrugó la nariz mientras se acercaba más, Nieve, por otro lado, parecía muy tranquila caminando por esos lares, ya acostumbrada a la esencia del lugar. Plantó las orejas y erizó el pelaje al escuchar un ladrido lejano, clavó sus ojos verdes en un nido de Dos Patas de donde provenía el ruido.
No había nada, pero con cada paso que daba se sentía más desconfiado y arrepentido de haber entrado.
— Los demás ya deben haber ganado el juego. —maulló la pequeña Nieve distraídamente.— Seguro que mi dueña está preocupada.
— Pronto volverás. —logró decir al cabo Zarpa de León.— ¿Sabes donde es, exactamente?
— ¡No! —chilló Nieve.— Pero seguro me vienen a buscar...
El aprendiz dio un suspiro y miró brevemente el cielo, era ya de noche y pudo sentir una leve brisa fría viniendo del bosque. Tenía que volver, pero dentro de él no quería regresar, prefería acompañar a la pequeña.Las luces de las casas se volvieron un naranja poco natural, encendiendo las calles de piedra de las casas. Zarpa de León amasó la piedra, extrañando el suelo forestal, cubierto de musgo y tierra.
De repente, un maullido desafiante brotó desde un flaco árbol. Vio una figura gatuna erizando su pelaje hasta volverse el doble de grande.
El aprendiz respondió de inmediato con un siseo, tensando los músculos listo para lo que venía. Rodeó con la cola a Nieve protectoramente. ¿de qué servía llevarla hasta ahí solo para que un gato le haga daño?
Con una punzada de desazón recordó que él no sabía nada de pelear, aparte de dar manotazos al aire como hacía de cachorro. Apenas le habían enseñado un par de posturas de acecho. ¿Que iba a hacer? ¿Fingir que el otro era un ratón? Si tan solo hubiera aceptado ser nombrado aprendiz una luna antes..
Se libró de esas ideas en cuanto la gata del árbol bajó de un saltó y se preparó para pelear. No era vieja, ni descarriada. Era joven, como él pero pudo ver una cicatriz en su nariz y unos flamantes ojos, aunque no estaban encendidos de furia, sino, de sorpresa...
Un maullido de alegría de Nieve sonó detrás suyo.
—¡Pantera!


Nota de Kae: Nuevos personajes siuuu

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⏰ Última actualización: Jun 11 ⏰

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LA SENDA DEL GUERRERO -  LOS GATOS GUERREROS FANFICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora