Éramos pequeños cuando nos adentramos en el bosque. Ya estaba oscureciendo y hacía un frío de locos que te helaba los huesos. La noche ya nos estaba asechando, mientras que sentíamos como el terror avanzaba por nuestros cuerpos.
Lucía, Ricardo, Lucas y yo, Pedro no teníamos idea de lo que iba a pasar aquella noche, el día treinta y uno de enero del 2009.
—Seguro que nos dejan hacer una merienda ¿No?—Preguntó Lucy, quien era demasiado miedosa.
—Sí. Además, ya estamos acá y tenemos todo preparado, espero que vengan Ricardo y Lucas— respondí un poco nervioso. Lo único que faltaba era que ambos chicos no vinieran.
Habíamos preparado esto desde hacía unas semanas, para poder divertirnos en estas aburridas vacaciones, ya que ninguno se iba de viaje. Pero al parecer, dos de nuestros amigos se habían olvidado o, gracias al frío, no los dejaron salir.
Pasaron unos quince minutos y ya nos estábamos asustando de que no llegaran. Hasta nos llegamos a preocupar de que se hayan perdido en el inmenso bosque, a pesar de que ya lo conocíamos perfectamente.
— ¡Sorpresa!
Lucía y yo saltamos del susto, ya que alguien nos había tocado la espalda. Nos dimos la vuelta y vimos a Ricardo y a Lucas, con una tonta sonrisa en el rostro.
—Al fin llegaron, ya nos estábamos por ir— bromeó, un poco enfadada la chica.
Pusimos la manta en el suelo y luego sacamos lo que cada uno había traído. Empezamos a comer y a los cinco minutos ya no quedaba nada. Todo iba de maravilla, hasta que vimos como unas cuantas aves se iban volando.
— ¿Vieron eso?— Exclamamos todos al unísono.
Como el árbol de donde habían salido todas esas aves no quedaba muy lejos, nos dirigimos hacia allí para ver que ocurría. Simplemente nos encontramos con una nota, que parecía ser bastante vieja, y decía:
"Los niños no son aceptados en este bosque. Váyanse y no regresen nunca."
Al haber leído esa nota, fuimos a recoger nuestras cosas porque nos empezó a dar miedo. Después, casi corriendo, salimos del bosque y cada uno se fue a su casa.
Al otro día, nos juntamos en la casa de Ricardo para charlar sobre lo sucedido ya que en el día de ayer no pudimos hablar de nada. Quedamos de acuerdo en volver allí a la noche. Era medio estúpido regresar ¡y encima a la noche! Pero Lucía se había olvidado de algo y teníamos que irlo a buscar.
No queríamos ir por el día porque siempre hay hombres trabajando. También cabía la posibilidad de que alguno de ellos había dejado la nota para, posiblemente, asustarnos. Si ese era su propósito, lo había logrado con mucho éxito.
Después de unas horas, ya habíamos llegado al principio del bosque. Posteriormente, fuimos recorriendo el bosque de punta en punta, hasta que vimos un árbol bastante grande que nos llamó la atención. Caminamos hacia allí y había otra nota aún más extraña, escrita con un fibra roja y con ojos dibujados, cabe decir que demasiado deformes. La nota decía:
"Se ve que no tienen ojos para leer, literalmente."
Escuchamos un grito espeluznante que nos heló la sangre y nos fuimos corriendo casi sin parar hacia mi casa, que quedaba mucho más cerca.
Estábamos petrificados del susto, así que propusimos la idea de dormir aunque sabíamos que iba a ser imposible. Pero cuando llegaron las cuatro de la mañana, por fin pude dormir al menos un ratito. Me encontraba exhausto, no veía la hora de saber que ocurría. Igualmente, ni en sueños volvería a ese bosque.
Después de poder dormir una hora, abrí los ojos pero solo pude ver oscuridad. Pensé que me había tapado con las sábanas hasta la cabeza, pero me destapé y seguía viendo todo negro. Tanteé hasta llegar a la ventana y corrí las cortinas.
— ¡AY DIOS MIO, ME QUEDÉ CIEGO!
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Inconclusos
Mystery / ThrillerLo que todas estas historias tienen en común son los finales inconclusos. --------------------------------- Créditos de la portada a: @DesignSquad