El director le extendió la carpeta con la información del alumno, ella la agarró y se la llevo al aula mientras le decía al hombre que se la devolvería cuanto antes. Se sentó en el borde de su escritorio y abrió la carpeta: estaba vacía, las 100 hojas que se le designaban a cada alumno para todo su transcurso en el colegio estaban en blanco, 100 hojas en blanco sin ninguna marca de tinta. De pronto, sonó el timbre, y no era el de la vuelta a clases. Las puertas de fuera se abrieron y el director recorría las aulas gritando:
- ¡Todos fuera, no es un simulacro! ¡NO-ES-UN-SI-MU-LA-CRO!
La profesora agarró su bolso y se fue corriendo, los alumnos ya estaban fuera mirando como las llamas se extendían por el enorme edificio, las llamas bailaban con el amenazante viento que pasaba por la zona, algunos vecinos habían salido en bata y en pantuflas a mirar lo que ocurría. Luego de unos minutos, aparecieron los bomberos quienes con mucho éxito lograron apagar el fuego y le comunicaron al director que uno de los hornos del buffet había quedado encendido, lo que significaba que solamente se había quemado este.
Ese día no se continuaron las clases, ni el día siguiente, ni en toda la semana. El retorno de las clases fue una alegría para los alumnos quienes pudieron recuperar sus cosas. Era martes (el lunes no hubo clases ya que era feriado) y la profesora comenzó la clase sin preguntar cómo la habían pasado. Estaba triste por la muerte de su gato, lo habían enterrado en un cementerio de animalitos y todos los días pasaba a dejarle flores por tan caras que sean. Hoy había faltado Manuel Torres, detestaba a ese chico ya que se llamaba igual que su esposo y su expediente estaba vacío; sabía su nombre completo e incluso ¡sabía lo que le había ocurrido a su gato! Solo su prima sabía sobre la horrorosa escena y además era su único familiar que tenía, por lo menos que conocía. Al no escuchar el "presente" de Torres, levantó la vista y miró por arriba de sus anteojos, el banco que el chico habitaba estaba vacío y estaba reluciente... ¡hay algo dibujado allí! La profesora terminó de tomarle lista a las chicas y fue hacia allí, lo que había dibujado era una casa que, sinceramente, parecía un dibujo de un niño de 5 años; debajo de esta había como un túnel que comunicaba a una sala mucho más grande que la casa de por sí donde había un hombre de palitos tirado en el suelo.
Al salir del colegio y de haberse despedido de los demás docentes, a paso rápido fue hacia su edificio. De camino se encontró con una casa que parecía de un ambiente y tenía una placa con la dirección y el apellido de la familia: 87 Torres. Era la casa de la familia de su difunto esposo, los fines de semana iban a la pequeña casa donde vivía una señora muy anciana que era Virginia, la mamá de Manuel; comían ensalada y luego merendaban tortitas. "Viejos tiempos" pensó mientras se secaba unas lágrimas que ya habían salido, ella sabía perfectamente que cuando uno decía "viejos tiempos" era porque ya estaba viejo, se iba a convertir en una ancianita como ya también la difunta Virginia e iba a pasar su vida sola, sin su querido Manuel. Seguramente la persona que se había mudado no había cambiado la placa.Al otro día, Manuel Torres volvió al colegio. A la salida ella decidió seguirlo y, aunque sabía que eso era algo incorrecto, no le importó ¡total, el chico se iba solo!
Iba a una cuadra de distancia cuando el chico abrió el portón de la casa donde antes había vivido la mamá de su Manuel. El chico había dejado el portón abierto cuando ya había entrado.-No puedo entrar ahora, él está dentro- dijo en voz baja.
Luego de media hora escondida detrás de un arbusto, Manuel Torres salió con una bolsa de mandados en la mano derecha, al parecer vivía solo lo cuál era muy extraño para un niño de 12 años ¿no?
No lo pensó dos veces: entró en puntitas de pie como en los dibujos animados y abrió la puerta lentamente. La casa cuando le pertenecía a Virginia era colorida y alegre y tenía cuarto, cocina, living y comedor en una sola habitación y el baño... estaba en el sótano. Ahora el empapelado estaba arrancado, solo había una pequeña cama de resortes de una plaza, no tenía sábanas, el colchón estaba muy deteriorado y roto. Allí no había nada interesante así que decidió bajar al sótano.
Bajó las escaleras de dos en dos, quería saber que ocultaba ese niño. Cuando ya llegó abajo, vio a un hombre tirado en el suelo desnudo, se acercó un poco más y entre la oscuridad pudo notar que no tenía piel, se le veía la carne y estaba acurrucado en un rincón, hecho un bollito. Sacó su celular del bolso y encendió la aplicación linterna. El cuerpo que estaba en el suelo se movió un poco y levantó su cabeza para mirar detrás. Tenía los ojos salidos y no tenía piel en su cabeza, solo se le veían los ojos y otra vez era como en las caricaturas salvo que esta era la vida real, no la caricatura. "¿Cómo puede estar vivo aún sin piel?" se preguntó la profesora María. Agarró un palo que había por ahí cerca y tocó la espalda del hombre, escuchó el ruido que hizo la carne del cuerpo cuando introdujo el palo.
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Inconclusos
Mystery / ThrillerLo que todas estas historias tienen en común son los finales inconclusos. --------------------------------- Créditos de la portada a: @DesignSquad