Historia 14- "El asesino de la Calle Silencio"

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Marko había terminado de estudiar medicina y no sabía qué hacer con su vida. Pensaba en trabajar en un hospital, pero era bastante tímido para ir y presentarse así sin más. No tenía donde vivir ya que sus padres lo echaron de la casa con la excusa de que ya era un adulto y que se tenía que hacer cargo de su propia vida.

Estaba sentado en la calle mirando a la nada, sus ojos negros como la noche miraban a un punto que ni poniéndose delante de él descifrabas lo que observaba. Su vista cambió de dirección cuando un hombre de no más de cuarenta años con el pelo rojizo y un saco marrón pálido pegó un cartel de papel en un poste. Cuando el hombre se fue, Marko se levantó tan deprisa del suelo que casi se cae del mareo, apoyó las dos manos en el poste para sostenerse y leyó el cartel: "Se busca personal para la morgue. Consultar al detective Blackson. DIRECCIÓN: Calle Silencio 457". Marko no pudo contener una sonrisa de satisfacción, a él no le impresionaba la sangre y le gustaban los libros de detectives. Nunca había visto un detective como los de los libros pero sí sabía que estos necesitaban ayudantes, sobre todo médicos, para las autopsias y varias cosas más.

Decidió presentarse en ese mismo instante pero, a juzgar por su aspecto, nunca lo iban a contratar. Fue a un café y entró al baño, de su maletín sacó un peine y empezó a peinarse; se colocó una camisa (la suya ya estaba sucia) y en el cuello se colocó una corbata gris al igual que sus pantalones y el saco que colgaba de un gancho. Al terminar de arreglarse se fue corriendo a la calle de piedra en espera de algún vehículo que lo transportara. Al cabo de un buen rato pasó un carro oscuro y se detuvo enfrente de él.

Antes de subir al carro, Marko le dijo la dirección al cochero quien inmediatamente aceptó para transportarlo. Luego del largo viaje, el chico le pagó al cochero quien le agradeció con un saludo de cabeza.

El edificio era enorme, era un hospital de piedra muy pintoresco. Enfrente de esta enorme estructura había unos pequeños canteros descuidados donde había unas flores marchitas, pero seguramente en su tiempo eran de colores vivos. A pesar de que, como decía en el diario, era un hospital viejo estaba en buen estado, ignorando la suciedad.

Marko entró en el hospital donde al principio había un pequeño pasillo que conducía a otras salas y a lo que sería la recepción, fue a esta última. Una mujer morocha con anteojos lo miró y enseguida bajó la vista a los papeles que tenía delante, se acercó a ella y le preguntó dónde quedaba la morgue ya que había leído el anuncio que un hombre pegó en el poste, la mujer sin levantar la vista señaló con el dedo al final de la sala donde había un pasillo y una puerta de madera. Ignorando el malhumor de la señora, fue a donde ella le señaló y tocó dos veces la puerta de madera, cuando se abrió dio paso al hombre del saco marrón pálido y cabellera rojiza.

— ¿Vienes por el trabajo? Pasa, no te quedes quieto.

Marko avanzó unos pasos y entró a la morgue, había un cuerpo de un hombre bastante mayor con el pelo gris —seguramente por las canas— y los ojos cerrados. Su torso estaba desnudo y tenía la boca cocida, luego cuando Marko lo miró más detenidamente se dio cuenta que tenía un corte bastante profundo en la frente y que dejaba ver todo el interior de esta, también tenía un corte en la mejilla pero seguramente lo había hecho el detective para inspeccionar la boca sin descocérsela. El pelirrojo le hizo señas al chico que miraba estupefacto al cuerpo para que vaya a una pequeña habitación de madera que era la oficina. Le hizo preguntas sobre por qué quería el trabajo y si sabía de estas cosas, el chico le contestó que había terminado de estudiar medicina y eso le pareció bastarle al detective que sin pensarlo dos veces le tendió la mano, eso significaba que había sido contratado.

El trabajo consistía en colocar los cuerpos en la camilla y entregárselos a él. No parecía un trabajo muy difícil, pero en esta época había muchos asesinatos y era complicado encontrar al asesino ya que no siempre los inspectores o detectives lograban dar con el verdadero.

Se hizo de noche mientras Blackson examinaba el cuerpo de aquél viejo, aún seguía mirándolo sin decir ninguna palabra cuando volteó su vista a la puerta de madera, con una tijera en la boca le hizo señas para que Marko vaya allí, él lo obedeció. Cuando abrió la puerta, una enfermera estaba manejando una camilla con un nuevo cuerpo, al igual que el otro, este tenía cocida la boca y el mismo corte en la frente. El chico echó a la enfermera y condujo el cuerpo hacia donde se encontraba Blackson.

Al otro día, Blackson se fue de la morgue para inspeccionar el lugar del asesinato del segundo hombre y antes de irse dejó a cargo al chico. Marko estaba un poco asustado ya que lo inquietaba los dos hombres con la boca cocida de, exactamente, diez puntos y el corte en la frente que parecía haber sido con la misma arma. Se fue a sentar en una pequeña silla que estaba junto a la mesa, seguramente por el cansancio se durmió no más de veinte minutos. Cuando se despertó recorrió la sala con su vista pero no encontró a ninguno de los dos cuerpos.

Estaba asustado, pues no sabía lo que había ocurrido y el detective seguramente lo iba a despedir por dormirse en el horario de trabajo. Volteó nervioso para ver si se encontraban detrás de él, pero en vez de eso se encontró con unas cuantas letras escritas con sangre que formaban la frase:

"El Asesino de la Calle Silencio"

Se acercó más para verlo de cerca y escuchó como un cuerpo se desplomaba detrás de él. Nuevamente se dio la vuelta y observó el cuerpo muerto del detective Blackson.

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