Cambio.

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Angel Lewis.

Mientras mi pincel se desliza sobre el lienzo, cada trazo marcado sale perfecto. Los colores se mezclan, no solo pintura, sino momentos,la esencia misma a cambiado, me siento inspirado. El ocre y el gris se convierten en los muros que nos rodeaban, cada capa una historia, un secreto compartido. El azul profundo trae la nostalgia de los cielos que observábamos, tanto como el blanco que nos recuerda a cierto lugar donde soñaba con un futuro más allá de esas paredes.

—Que reflexivo soy, debería ser poeta.

Continúe pintando la estructura del internado. Me considero un gran pintor, aunque me faltaron oportunidades para ser reconocido.

Salí de la residencia caminando por las canchas, hasta llegar a la piscina olímpica donde el equipo de natación competían. Me senté con las piernas cruzadas sin entrar en contacto con el agua.

Una pequeña rana saltaba de un lado a otro con su característico sonido.

—¿Que se sentirá ser una ranita? nada de medicamento, psiquiátrico, bullying. Solo saltar de un lado a otro y provocarle fobias a las personas. Su vida es tan fácil.

—Solo imagina que eres una rana.

Un susurro. No me considero alguien cobarde pero lo cierto es que estoy asustado.

—No digas nada, solo imagina.

Cerré los ojos intentando tener concentración, ¿estoy haciendo el ridículo? si, ¿me estaré volviendo loco? muy probable. El acaparamiento compulsivo no produce esquizofrenia.

Al abrir los ojos sentí que todo había crecido o yo me había encogido. Mis manos habían sido reemplazadas por una patas grisáceas y muy viscosas, estaba por entrar en pánico hasta que recordé como paso, así que hice la misma operación recuperando así mi cuerpo humano.

—Genial, ¿me volví loco?

—Nada de eso, acabas de adquirir el poder de cambiar de forma.

—¿Dónde estás?

—No me verás aunque lo intentes, solo soy un susurro.

—Necesito una explicación.

—Es fácil, ahora cambias de forma, tienes un don al igual que los cinco restantes.

—¡Eso es genial! ¿Puedo cambiar a cualquier forma?

—Solo seres vivos.

—¡Igualmente es increíble! Que sigue que sigue...¡ah! ¡una mosca!

Repetí el mismo procedimiento anterior y de un momento a otro estaba volando a una gran velocidad sobre el agua, parecía un océano comparado con mi tamaño.

—¡Estoy tan feliz que abrazos, flores y muchos colores para todos! Hasta para Carlos y Lara.

Di pequeños saltitos en el lugar una vez recupere mi forma natural.

—Te lo has tomado muy bien, ya veremos si es así más adelante. Hasta pronto Angel, nos veremos en un corto tiempo, recuerda, no le cuentes a nadie por ahora.

—A sus órdenes.—coloqué mi mano en mi frente y corregí mi postura a una recta como los militares.

La verdad es que no me aguanto, tengo que contarle a alguien o siento que moriré. Cómo un rayito de luz apareció el perro del entrenador de natación. Un pitbull bastante guapo y amigable llamado Tiburón. Se sento a la par mía y vi una gran oportunidad para desahogarme.

—A que no adivinas lo que me pasó, verás perrito....

Le conté con lujo y detalle todo lo que había pasado, el solo miraba atentamente con su lengua afuera, yo solo hablaba y hablaba sobre lo genial que era, me cambié a un perrito parecido a el dejándolo completamente confundido y asustado.

—Eres un perrito muy lindo, aunque a primera vista pareces que nos arrancaras el alma.—acaricie su cabeza antes de salir del lugar seguido por el.

—¿Que hacemos?

Mire por el lugar pensando en que podría hacer, hoy era día de deporte por lo que las clases no se impartían en su totalidad. Luego de pensar un rato opte por ir a la cancha de baloncesto, seguro Host o Nayan están ahí. Pero no, solo estaba Darlys mirando su celular, no estaban permitidos pero siendo ella no me sorprende que se salte las reglas.

—¡Darlys! —le hablé emocionado. Ella se asustó

—¡Ay! me asustaste.

Llevo su mano al corazón antes de tomar una bocanada de aire.

—¡Tengo poderes!

—Y yo soy un avestruz.

—Es enserio, mira. —trate de cambiar de forma, por alguna extraña razón, no sucedió—Vaya, vas a pensar que estoy loco.

—Ya lo pienso de todas maneras.

Ella llevo una mano a mi cabello para acariciarlo, baje la mirada algo avergonzado.

—Tranquilo An, tengo que irme ahora.

—¿Vas a hacer algo importante?

—Quizas, pero es secreto.

—¿Me lo cuentas?

—No, adiós.

Beso mi mejilla antes de marcharse. ¿Que falló?

Internado de los susurros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora