Capitulo 2

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Como en todos sus casos, se ponen manos a la obra. El día de Martin Luther King Jr. se reúne con Maria José, dispuesta a obtener todos los antecedentes.

Se retiran los adornos navideños de la cafetería, dejando un ambiente mucho más informal, que Daniela agradece con creces.

"Gracias por aceptar reunirnos aquí". Maria José se pasa el antebrazo por la frente y se quita la gorra, mientras coloca una taza - caramel macchiato, se da cuenta - frente a Daniela antes de deslizarse frente a ella. "Tomo turnos dobles todo lo que puedo mientras Anto está en el colegio, lo que me da una hora de descanso entre medias. Y Jo, mi jefa, es muy buena cuando necesito algo de tiempo".

Daniela cruza la mesa y coloca su mano sobre la de Maria José, sintiendo la piel cálida y suave flexionarse bajo su palma. "Oye, no tienes que darme las gracias".

Espera que la tranquilidad que tanto desea transmitir se refleje en su rostro. Se le da bien eso de calmar a la gente durante lo que suele ser una de las peores experiencias de su vida, y es lo que le ha ayudado a progresar en el trabajo en la última década.

Maria José sigue dándole café gratis cada vez que viene, negándose a aceptar dinero porque: "Daniela. Haces mucho por mí. Lo menos que puedo hacer es comprar tus bebidas".

A medida que sus reuniones se intensifican, descubre que disfruta demasiado  The Bean Dream: su pedido es perfecto siempre, y los pasteles también.

Maria José es buena en su trabajo, lo puede afirmar porque la suele observar antes de sus momentos de descanso.

Después de todo, las reuniones de trabajo son el único momento en el que llega pronto.

Maria José es educada con los clientes, con una sonrisa perfectamente pulida, la cual Daniela está acostumbrada a verla dar a los abogados en las fiestas de empresa, pero es encantadora independientemente del entorno. Y, observa con cierta diversión, sabe que la gente viene aquí por algo más que su café, dadas las segundas miradas que Maria José suele recibir de la mayoría de los hombres y de algunas mujeres después de atenderlos.

Maria José la mira con una interesante combinación de cautela y amabilidad, deslizándose siempre frente a ella o a su lado, según la mesa que elija. A veces, las dos veces que Daniela llega unos minutos tarde, ve a María José ya sentada, con dos copas delante, dibujando en un cuaderno de dibujo. Era el mismo que había llevado en la comida, pero ella lo había confundido con un cuaderno normal.

Como tienen que reunirse en periodos de tiempo tan cortos, ella acude con bastante frecuencia -un par de veces por semana-, pero obtiene de Maria José toda la información que necesita, descubriendo una a una las capas de su matrimonio. "Nos conocimos en la universidad. Él estudiaba Derecho y yo Arquitectura. Y era encantador. Hizo todo lo posible; nos llevó en avión a París en nuestro aniversario de tres meses, y yo... nunca había hecho nada parecido. Ni siquiera había salido del país antes. No crecí con todo ese dinero. Entonces, justo antes de mi último año, me quedé embarazada. Y cuando me propuso matrimonio y  me preguntó qué pensaba de ser ama de casa, pensé que sonaba como la vida de la gente que envidiaba tanto... mucho".

Y...

"Sabía que me engañaba; no soy inconsciente. Si tuviera que adivinar, ha tenido aventuras durante al menos seis años. Estuvimos casados casi diez, y yo... estaría dispuesta a apostar en retrospectiva que él tampoco fue fiel al principio. Pero nunca me lo habían echado en cara como con Julia".

Y...

"Mario - no es fácil dejarlo. Lo he pensado muchas veces. Se me ocurrieron todos estos planes, pero él tiene temperamento. Y no hay muchas cosas que me asusten que no estén directamente relacionadas con mi hija, pero Mario en su peor momento... era aterrador."

Cuando menos lo esperas - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora