Harry
Louis llevaba dos horas sin asomar siquiera las narices por la puerta. De ser el mismo novato que llegó hace dos años a esta oficina, estaría preocupado, pero conocía sus momentos, su familia era una fibra delicada en él y siempre solía quebrarlo, aunque no de la forma que cualquiera pudiera pensar. Simplemente él no era cariñoso, no tenía tacto para decir las cosas, jamás se quedaba callado y hería sin inmutarse en lo absoluto. Su mano no temblaba ni titubeaba a la hora de causar daño y nadie se libraba de eso, ni siquiera quienes más lo amaban.
Louis era tóxico, despiadado, pero también había una pizca de bondad en ese corazón de fuego. Se preocupaba por su familia, pese a que, su forma de demostrarlo diera asco, lo hacía, de la misma forma en que lo hacía conmigo.Y no mentiría, sí, lo quería, tenía un gran aprecio, mas nunca se lo diría. De cualquier manera, seguramente él ya lo sabía.
De pronto, mi vista recayó en el hermoso rubio que avanzaba hacia mí contoneando sus caderas. Esa ropa plateada le iba de maravilla a las curvas de su cuerpo. Sonreí amable cuando se postró delante de mí. Ya lo conocía. Era Max, socio de Louis, un omega autosuficiente, hermoso y vanidoso, quien estaba rendido a los pies de Louis, como la mayoría de los omegas que lo rodeaban.—Hola, Harry –saludó carismático. Me caía bien, siempre intentaba darme consejos para resaltar mi belleza, la cual yo prefería mantener oculta, pero eso no se lo decía.
—Hola, joven Max.
—Solo dime Max –rodó los ojos y negó despacio—, Louis me llamó, ¿está en su oficina?
—Sí, puede pasar, ya sabe que no necesita ser anunciado.
Sonrió coqueto y se mordió el labio inferior.
—Gracias, Harry, y, por cierto –metió la mano a su diminuto bolso de diseñador y luego sacó una bolsita pequeña–, es para ti, un obsequio.
Lo tomé, un tanto sorprendido. Le devolví una sonrisa amable.
—Gracias.
—De nada, guapo.
Me lanzó un beso y se adentró en la oficina del diablo. Suspiré. Esas serían dos horas sin verle la cara a mi jefe. Seguramente follarían sin parar. Negué. Eso no era de mi incumbencia. Me centré en abrir la bolsita, de ella saqué una cadena muy delicada, era de oro, al final colgaba una hada del mismo material que la cadena, pero las pequeñas alas tenían diminutos diamantes rosados incrustados. Era preciosa y debió costarle una fortuna, aunque para Max esto no debió hacerle cosquillas a su fortuna.
Volví a guardarla y entonces alguien más interrumpió mi trabajo.—Harry, Harry –saludó enérgico, sentándose encima de mi escritorio.
—Adam, buenos días. Si vienes a buscar a tu socio...
—Sé que está con Max, lo que te da cerca de dos horas libres –dijo, se cruzó de brazos y me miró coqueto–, ¿vamos por ese café?
—¿Eres suicida acaso? –Inquirí–. El señor Tomlinson me dejó en claro lo que te hará si acepto salir contigo.
—Te preocupas por mí, ¿eh? –Murmuró con una sonrisita traviesa en sus labios–. Eso ya es un avance.
—Adam, no estoy bromeando.
—No me hará nada, Harry, solo le gusta joderte. Anda, vamos a la cafetería de enfrente, solo un café.
Mi vista fue hacia la puerta de Louis, si salía y no me encontraba aquí, me metería en problemas y no es como si quisiera hacerlo enfurecer. Lo mandaría a la mierda y no estaba en mis planes quedarme sin trabajo.
—No –dije tajante–, si quieres puedes ir por el café y lo bebemos aquí. El que mi jefe no esté, no me libra del trabajo –agregué, señalándole los documentos que tenía encima de mi escritorio, además de lo faltante en el ordenador.
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I WANNA BE YOURS
FanfictionA Louis Tomlinson nadie le dice que no. Un mafioso en el bajo mundo y un empresario exitoso ante el ojo público, considerado un demonio destructivo y ambicioso, determinado siempre a conseguir lo que quiere y obtenerlo a cualquier costo, hasta que l...