Capítulo 7

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Louis

Olía a café y a ese delicioso pastel que era mi delirio.
¿Estaba en mi oficina? La superficie blanda y un tanto incómoda debajo de mí me decía que no.
Con pereza entreabrí despacio los ojos, fui consciente del dolor en mi cara y cabeza, esto último a causa de la borrachera que me puse el día anterior, en el alcohol encontré cierto refugio para lidiar con la mierda que fue el enfrentar a mi hermano y lo filosas de sus palabras. A la mierda. Si quería desconocerme y culparme, podría hacerlo con total libertad, nunca le pedí nada y no lo necesitaba en lo absoluto en mi vida. Que se jodiera. Suficiente me humillé por él ayer, ¿y qué recibí? Un puñado de golpes.
No iba a quedarme enfrascado en lamentaciones, lloriqueando como una nena por lo que me dijo. Sí, me afectó y dolió, pero no era de los que sentían lástima por sí mismos. Tenía cosas de las cuales encargarme, como, por ejemplo, en encontrar a los responsables de la muerte de Zayn. No se quedaría así. Y no, no lo haría por Zayn, lo haría por él, porque a pesar de no agradarme, era inocente, al igual que el bebé que llevaba en su vientre.
Quien se metía con mi familia pagaba las consecuencias. Cobraría caro esto, a todos los involucrados.

Despacio me senté en el colchón. Fruncí el ceño. La cama era pequeña, recorrí el sitio lentamente, también se trataba de un espacio diminuto; todo pulcramente ordenado, nada fuera de lugar.
Me incorporé de la cama, llevaba solo un bóxer encima.
¿Quién me quitó la ropa? Maldición, no recordaba nada. ¿Cómo es que llegué hasta aquí?

—Oh, al fin ha despertado, demoró –murmuró una voz a mi espalda.

Volteé el rostro y ahí estaba Harry.
Traía una bolsa de supermercado en la mano. Cerró la puerta detrás de él y colocó las cosas en la única mesa que había. Acomodó sus gafas y me miró. Hoy no llevaba la misma ropa anticuada de siempre, lo que me daba una vista a su clavícula expuesta gracias a la blusa de vestir que usaba con un mínimo escote. De sus piernas jamás había visto nada, siempre las llevaba tapadas con jeans.

—¿Usted me desvistió? –Enarqué una ceja.

—Fue un trabajo arduo, se mueve mucho –respondió, escondía una sonrisa cómplice mientras sacaba las cosas de la bolsa.

—¿Cómo llegué a su... departamento?

—Esperaba que usted me respondiera esa pregunta –replicó, me miró un momento–, ¿no recuerda nada?

—No.

Suspiró y esta vez sonrió libremente, como si se sintiera aliviada.

—Bien.

Caminó hacia mí sin mostrarse intimidado por mi apariencia. Vamos, joder, llegaba a herirme el ego. ¿Acaso no le provocaba nada? ¿Qué tipo de alfas le gustaban? ¿Gordos, flacos ¿Feos?

Mierda, ¿por qué carajos me importaba?

—Aquí tiene, le compré cosas de aseo personal, mi baño está ahí –señaló con su cabeza la única puerta–, su ropa ya está lista, le pedí a Taylor que la trajera, puedo comprarle un cepillo, pero no esos trajes que valen más que mi departamento –agregó divertido.

Uhm... un Harry bromista.

—Sabe mis números de cuenta, Styles –agarré las cosas, sintiéndome extraño al estar aquí, invadiendo su intimidad. Nunca había estado en su pequeño hogar.

—Jamás tomaría un centavo suyo sin su consentimiento, señor Tomlinson –repuso firme–. Tome un baño, le ayudará, yo le prepararé el desayuno.

Sonreí de lado.
—Podría acostumbrarme a esto –bromeé.

—Más vale que no.

Volvió a la cocina, si es que se le podía llamar así. Escuché un maullido y bajé la vista hacia el gato naranja que descansaba en un cojín a los pies de la cama.

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