Habitación para dos

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Habían pasado varios días desde que Maite arribó en Hawái, por ahora todo venía bastante bien. Había conseguido un trabajo como mesera en un restaurant cercano al hostel en el que se hospedaba, y le pagaban lo suficiente como para tener alojamiento y algún que otro gasto extra.

En el hostel estaba durmiendo sola por el momento, se encontraba en una habitación para dos personas pero todavía no tenía roommate. De todas manera disfrutaba tener espacio para sí misma, y sabía que eso podía cambiar en cualquier momento, por lo que debía aprovechar su espacio todo el tiempo que pudiera. Pero lo que más le gustaba de su alojamiento era la ubicación, quedaba justo enfrente de la playa y el ventanal de su habitación le permitía ver directo al mar, a Maite le encantaba ver como atardecía, el sol perdiéndose entre las olas era su imagen favorita.

De todas maneras, aunque no tenía roommate ya había hecho una amiga, Magui, ella también se alojaba en el hostel y cuando vio a Maite llegar le dio una mano con todo lo que necesitaba. Le enseñó cómo llegar al supermercado, le dio recomendaciones de restaurantes y lugares para visitar, le dijo dónde buscar trabajo y le enseñó a usar varios amenities del hostel como la cocina o las reglas que había en los baños. La verdad Maite se sentía muy cómoda con Magui, le daba buenas vibras.

Sus días se basaban en levantarse, arreglarse, ir a trabajar y volver cerca de las 4 o 5 de la tarde, dependiendo el día, luego salía a la playa. Ahí le gustaba mucho tomar sol, mientras se bronceaba le gustaba ver a la gente pasar, le fascinaba la idea de imaginar la vida de esas personas que observaba, imaginar sus aficiones y sus vínculos y crear historias en su cabeza. También le gustaba nadar en el mar, pero sobre todas las cosas le encantaba leer, había llevado varios libros para su viaje y le gustaba perderse en ellos. La realidad es que necesitaba desconectar su mente, si bien estaba muchísimo más relajada que en Buenos Aires, y se sentía mucho más segura lejos de Agustin, muchos pensamientos seguían rondando en su cabeza.

Una de esas tardes en la playa, mientras Maite tomaba sol notó que en la playa había alguien nuevo. Realmente estaba acostumbrada a ver a las mismas personas todos los días, ya había aprendido a diferenciar a los locales y a los turistas, aunque eso probablemente haya sido también gracias a su empleo. Pero esa tarde notó la presencia de alguien diferente, un chico alto y de ojos claros caminaba hacia el mar con su tabla de surf bajo el brazo. Por algún motivo el chico la había cautivado, no sabía si era por su físico o por la determinación que emanaba al caminar, pero sin darse cuenta Maite se había pasado la última media hora viendo al chico surfear.

-Límpiate la baba amiga- Una voz familiar sacó a Maite de su trance. -Ay Magui! me asusté boluda- Magui río. -Obvio si estabas totalmente embobada mirando a ese chico, lo conoces?- Mai miro a Magui fingiendo desentendimiento. -Ese? Ni ahí, no se ni quién es. Me tilde, estaba disociando- No sabía si su mentira había sido coherente, pero Magui no le hizo más preguntas por lo que Maite se sintió satisfecha. -Me contaron que hoy a la noche entra gente nueva al hostel, tal vez te llega un roommate- Maite río, luego recordó el gran desorden que tenía en la habitación y decidió ir a ordenar, si iba a llegar alguien que tuviera la mejor impresión de ella posible, o no?

La noche callo, nadie había llegado a la habitación aún, Maite había estado esperando en caso de que alguien llegara para darle un buen recibimiento. Pero luego de un rato decidió irse a bañar, le parecía demasiado tarde para que alguien llegara. Poco grata fue la sorpresa que se llevó al salir del baño, tapada solo con toallas, Mai salió del baño encontrándose con un chico en el cuarto, este estaba acomodando sus cosas en la cama disponible de la habitación. Al verlo Maite se dio media vuelta y corrió al baño, era el chico de la playa.

-Hola, hay alguien?- El chico golpeo la puerta del baño.-Hola, soy Maite, yo duermo en esta habitación. Pensé que estaba sola y salí en toalla, ahora me visto y salgo- El chico río, Maite estaba tan avergonzada que podía notársele hasta en el tono de voz.-Queres que te pase algo de tu ropa o tenes para cambiarte?- Maite lo pensó, tenía la ropa que había usado en el día, y aunque estaba sucia, le daba vergüenza pedirle al chico favores, ni si quiera se habían presentado. "Que buena impresión que estoy dando!" era lo único que podía pensar. -Deje mi pijama arriba de la cama, si no te molesta me lo alcanzas?- Mai termino aceptando la ayuda.-Dale, ahí te lo paso- fueron las últimas palabras del chico antes de volver con su ropa.

Una vez cambiada Maite salió del baño.-Perdón, te di el peor recibimiento del mundo, Soy Maite, un gusto- El chico río mientras negaba con la cabeza.-No pasa nada, no te preocupes. Yo soy Felipe, encantado- Feli extendió su mano en forma de saludo y Maite le correspondió. -Bueno Felipe, un gusto conocerte, cualquier cosa que necesites no dudes en preguntarme. Ahora me voy a acostar, descansa- Maite se dio vuelta dirigiéndose a su cama, cuando escucho a Felipe hablar.-Podes decirme Feli, que descanses Maite- Por algún motivo estas últimas palabras habían hecho ruborizar a Maite, aunque esta logró disimularlo se había quedado confusa. Por qué se puso tan nerviosa ante este chico?

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