Sin salida

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Acá estoy una vez más, sentado en una mesa con gente importantísima y poderosa. Comiendo comidas caras, vestido con mi mejor traje, teniendo charlas de negocios que realmente no me importan en lo más mínimo. Una vez más mi papá me agendó una cena con otros empresarios sin avisarme, cuando llegué de la facultad súper cansado me avisó que me vistiera, que nos íbamos. Me negué pero el uso su frase de siempre "Esto es lo que te da de comer Felipe, si queres seguir viviendo de esta manera tenes que empezar desde ahora a hacerte cargo de la empresa". Y así una vez más me encontraba rodeado de un montón de avaros que se creen superiores por tener más riquezas.

Sinceramente mi sueño nunca fue manejar la empresa, pero creo que me han criado toda mi vida para ello. Soy hijo único, el único en el legado familiar. Mi papá, un empresario exitoso, es dueño de una marca de ropa de alta costura, y toda mi vida me inculcó que yo debería hacerme cargo de la empresa en el futuro. Cuando termine el secundario mi papá me anotó en la carrera de Administración de empresas, sin consultarme, decía que era lo mejor para mi futuro.

No me quiero ni imaginar lo que hubiese sido si le decía que quería estudiar actuación o dirección de cine. Me encantan las cámaras, hace años que soy la cara en las campañas de la empresa para el extranjero, ahí me di cuenta que me gustaba estar en cámara, pero también me interesaba muchísimo todo lo que era el back y me encantaba la dirección y la fotografía. Claramente jamás hubo un momento de diálogo para decirle esto a mi padre.

La relación con mi papá era como la de un empleado con su jefe, el daba órdenes y se iba, dejándome con las palabras en la boca y sin otra opción que hacer caso. Mi mamá siempre intentó defenderme, ella mi mimó mucho siempre, tal vez hasta me malcrió un poco, pero la palabra de mi padre era palabra santa, y aunque ella lo intentara nadie le gana las discusiones a mi papá.

Mientras escucho a estos boludos hablar de negocios aburridos, empecé a escanear todo el restaurant en el que nos encontrábamos, los techos altos, los grandes ventanales, los pisos de losa brillante y miles de camareros dispuestos a hacer lo que sea por propinas. "Hacer lo que sea por propinas" pensó Felipe para si, en un movimiento ágil y procurando tener todas sus cosas consigo, se paró, excusándose con ir al baño.

-Disculpa los baños donde están?- Fueron sus palabras al acercarse a un mozo.-Por el pasillo, la segunda puerta a la derecha caballero- Respondió el mozo de manera amable. -Necesito que me hagas otro favor- ahora el joven camarero lo veía extrañado. Felipe se dirigió hacia el pasillo y cuando estaba fuera de la vista de su padre, le hizo una seña al mozo para q lo siguiera. -Necesito que me ayudes a salir de acá- le dijo Felipe una vez que ambos estaban fuera de la vista de la gente. -Necesito saber si hay alguna salida de emergencia o algún lugar por el que pueda salir, y una vez afuera necesito que me esperen con mi auto listo, no puedo seguir perdiendo tiempo. Obvio que todo esto va a tener una buena propina como recompensas.-Los ojos del mozo ahora se habían iluminado, con rapidez le indicó la salida de emergencia y le aseguró que harían un llamado para que lo esperasen con el auto listo. El plan de Felipe no debería fallar, o eso era lo que él pensaba.

Al llegar al parking, su sorpresa fue otra al ver que quien lo esperaba con las llaves del
auto, no era otro más que su padre.-Te pensas que tirándole un par de pesos al mozo te vas a escapar tan fácil? Encima queriéndote llevar mi auto?- Felipe estaba completamente enojado pero al mismo tiempo no gastaría sus energías en pelear con su padre, siempre perdía.-Ahora vamos a ir a casa si tantas ganas tenías de irte, le tuve que decir a todos que te habías descompuesto y por eso saliste sin saludar- Su padre comenzó a acercarse a él mientras elevaba la voz.- NO TE DAS CUENTA A CASO COMO DAÑAS MI IMAGEN- ahora su padre lo tenía agarrado por la camisa, estaba furioso.-NO TE VUELVAS A HACER EL VIVO PENDEJO DE MIERDA, PORQUE TE VOY A CORTAR LA JODITA, Y CUANDO TE QUEDES SIN NADA VAS A VOLVER LLORANDO A PEDIRME QUE TE DEJE VOLVER A CASA- Felipe jamás había visto a su padre tan sacado. -ENCIMA QUE TE DI TODO, TE PREPARE TODA LA VIDA PARA QUE MANEJES LA EMPRESA, LO
ÚNICO QUE TENES QUE HACER ES SENTARTE A CENAR CON UN PAR DE PERSONAS Y NO SOS CAPAZ NI DE HACER ESO, SIEMPRE FUISTE UN INÚTIL- una lágrima brotó de los ojos de Felipe, jamás su padre había sido tan cruel y crudo con el. -DEJA DE LLORAR Y SUBITE AL AUTO, LO QUE FALTA ES QUE ME HAYAS SALIDO MARICON.- y con estas últimas palabras se subieron los dos al auto.

El camino fue silencioso y tenso, Felipe estaba completamente enredado en sus pensamientos, su padre tenía razón, solo tenía que sentarse a cenar y todo sería de él, podría vivir toda su vida sin hacer mucho esfuerzo y viviría de lo mejor. Pero eso no lo hacía realmente feliz y tampoco lo consideraba correcto. Si algo había entendido Felipe esa noche era que la única manera de salir de su situación era liberándose de su padre, pero para eso necesitaba un plan bien armado, no podía simplemente improvisar.

Caminos de arenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora