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Bradley había pasado el último mes sumido en un aburrimiento absoluto, cumpliendo el castigo que le habían impuesto sus padres al haber asistido al ya famoso concierto. Estaba contando los días para que su castigo terminara, tras aquel mes sin música, sus amigos decidieron animarlo llevándolo al centro comercial.

Habían planeado ver una película juntos, pero mientras caminaban por el lugar, una tienda de música capturó la atención de Bradley. Miró a sus amigos que seguían conversando animadamente y, aprovechando un momento de distracción, se escabulló hacia la tienda. Una vez dentro, Bradley se cercioró de que ninguno de los vigilantes que sus padres contrataban lo estuvieran siguiendo.

No podía permitirse ser descubierto.

Avanzó por los pasillos llenos de discos, buscando uno en particular: el nuevo sencillo experimental de Powerline, a pesar de no poder escuchar música, estaba al tanto de las novedades de su artista favorito. Finalmente lo encontró.

Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba al reproductor de CD de la tienda y se ponía los audífonos. Al escuchar los primeros acordes de la canción, una oleada de emoción lo invadió.

Del otro lado de la tienda, separado por una pared de estantes, un chico con una guitarra en la espalda hojeaba partituras. Estaba tan absorto en su búsqueda que no notó la presencia de Bradley, Bradley por su parte, no se percató de la existencia del guitarrista, pues estaba completamente embobado en la música.

De repente, el ruido exterior lo sacó de su trance. Sus amigos, que habían notado su ausencia, comenzaron a buscarlo por todos lados, finalmente lo localizaron en la tienda de música, estos interrumpieron en la tienda llamándolo a gritos. La película que verían estaba casi a punto de comenzar. Bradley alarmado, dejó los audífonos y se dirigió rápidamente hacia la salida, no sin antes lanzar una última mirada al disco que tanto había esperado.

El chico de la guitarra alzó la vista al escuchar el alboroto. Observó como un castaño salía apresurado del establecimiento. Había algo familiar en él, pero no lograba recordar de dónde lo conocía. Tal vez de algún restaurante, o quizás de algún concierto al que había asistido.

Bradley se reunió con sus amigos, quienes lo regañaron amistosamente por su desaparición. Caminaban juntos hacia el cine mientras él trataba de borrar el recuerdo de la tienda de música de su mente. No quería más problemas con sus padres. Sin embargo, la breve experiencia lo llenaba de entusiasmo y una energía que prometió liberar cuando se relajaran las cosas con sus padres.

Por otro lado, el chico de cabello azabache continuó en la búsqueda en la tienda, pero no podía concentrarse por culpa del castaño que anteriormente había visto. Estaba seguro de haberlo visto antes y, en un impulso decidió investigar. Compró un par de partituras y salió de la tienda, preguntándose si se volvería a encontrar con aquel castaño que tanto lo intrigaba. La escena le resultaba vagamente familiar, pero no podía recordar de dónde conocía a ese chico. Sin embargo no dudó de su plan que era impulsado por la curiosidad. Después de una búsqueda inútil, se rindió y fue a la zona de comida para comprar algo de comer.

Mientras se sentaba en una mesa del área, escuchó como unos chicos estaban gritando emocionados por una película que acababan de ver. Al voltear, Max vio entre ese grupo de amigos al castaño que había visto en la tienda de música. Dudó en si debía acercarse, pero la reacción del castaño al notarlo lo desconcertó.

Bradley giró rápidamente la cabeza hacia otro lado, reconociendo al instante al guitarrista del concierto.

Durante el mes que había pasado castigado, no podía quitarse de la cabeza la imagen egocéntrica de aquel chico en el escenario, lo que le causaba envidia y frustración. Su particular estilo de ropa y sus característicos dientes no dejaban lugar a dudas.

Max, aún sin recordar de dónde conocía al castaño, quedó confundido por su reacción, pero decidió no acercarse. Cuando terminó de comer, le dio una última mirada intencionalmente coqueta mientras se iba del lugar, lo que dejó a Bradley aún más confundido, en ese momento no dio mucha importancia y continuó platicando con sus amigos.

Al llegar a casa, su mente nuevamente lo inundaba con la imagen del azabache. La imagen de aquel tipo en el escenario seguía molestándolo, ahora acompañada de la reciente interacción en ese centro comercial. Esta intrusión constante en sus pensamientos empezaba a frustrarlo bastante, añadiendo una nueva capa de incomodidad a sus sentimientos hacia el guitarrista.

Max caminaba hacia la salida, su mente estaba llena de preguntas sin respuesta. Sentía una extraña mezcla de curiosidad y frustración por no recordar de dónde conocía a ese chico.

- ¿Por qué no me es fácil recordar rostros? - habló para sí mismo.

Decidió que necesitaba un poco de aire fresco, así que se dirigió a un parque cercano, encontró un banco tranquilo y se sentó.

Sacó su guitarra y empezó a tocar, eso lo ayudó a relajarse, la imagen del castaño seguía apareciendo por su mente. Recordó la mirada incómoda y evasiva del chico, y algo dentro de él decía que había más en esa historia de lo que parecía. A medida que tocaba, comenzó a recordar fragmentos del concierto de hace un mes atrás. Finalmente, la imagen del castaño en la multitud del concierto vino a su mente.

"¡Claro, de ahí lo conozco!" pensó Max, sorprendido de no haberlo recordado antes.

Se quedó reflexionando acerca de su nuevo descubrimiento, le causó algo de intriga, dudó en si había algo más allá de  eso, simplemente por la manera en la que reaccionó con incomodidad el de ojos azules.

"Ya recordé, ese mismo día antes del concierto, discutí con ese de cejas pobladas", "creo que sí me pasé", "la próxima vez me disculparé"- afirmó avergonzado Max.

No podía esperar para encontrase de nuevo con ese de ropas finas.




between us   - maxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora