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Una recapitulación de eventos pasados desde la perspectiva de Bradley.

Los Uppercrust siempre han sido el sinónimo de la estricta corrección. Yo Bradley Uppercrust III, su único hijo varón, soy el encargado cargar el peso de nuestro ilustre apellido sobre mis jóvenes hombros. Mi madre, una excéntrica dama de la moda y la belleza, se asegura de que todos en nuestra familia luzcamos impecables. Su vida es una eterna pasarela, y yo soy su proyecto de perfección andante. Si mi camisa tiene una arruga o si mi cabello está desarreglado, puedo esperar un sermón de mil páginas. La higiene es su pasión, y yo, su devoto pasional por obligación.

Supongo que no debería sorprender a nadie que mi madre haya logrado su objetivo de convertirme en un modelo de perfección física. Con su obsesión por la dieta y el ejercicio, siempre he tenido una cintura que despierta envidia, tanto en chicas como en chicos. Mi cuerpo es el estándar atlético, meticulosamente moldeado según sus estándares de belleza. Pero en lo privado mi madre siempre ha visto por nuestra protección y cuidado, a veces de manera superficial, pero sé que intenta hacer lo mejor que puede.

Se me olvidó mencionar otro aspecto crucial de mi vida con mi madre. Además de su obsesión con la moda y la apariencia impecable, siempre ha sido extremadamente exigente con lo que comemos y bebemos. En la familia Uppercrust, la imagen esbelta es esencial. Cada comida es meticulosamente planeada para asegurarse de que no haya un gramo de grasa de más. Cualquier signo de gordura es visto como una afrenta a la belleza y la perfección que representamos.

Mi madre se asegura de que todos tengamos un régimen estricto de ejercicio. Ya sea practicando algún deporte o siguiendo rutinas de gimnasio, el objetivo es siempre mantenernos en la mejor forma posible. No hay espacio para la indulgencia o la pereza en nuestra casa. Engordar no solo es visto como algo "feo", sino como una traición a la imagen de la familia.

Sus estándares no son negociables. He visto a mi madre regañar a mi hermana por comer una galleta de más y a mi padre por saltarse una sesión de gimnasio. La perfección física es una expectativa diaria, no una opción. Esto significa que cualquier cosa que consuma debe estar alineada con su visión de salud y esbeltez.

No es que me queje demasiado. Estoy acostumbrado a vivir bajo estas reglas, y en cierto sentido, entiendo la importancia de mantener una buena apariencia. Sin embargo, hay momentos en que me pregunto qué se siente comer algo solo porque te apetece, sin la constante preocupación de si va a afectar tu figura. Pero claro, eso es algo que un Uppercrust no puede permitirse.

Así que, así es como vivimos, siempre impecables, siempre esbeltos, siempre perfectos. Y en ese esfuerzo continuo, mantenemos intacta la reputación y la imagen que tanto valoramos.

Mis padres, benditos sean me han guiado hacia esta gloriosa forma física que ahora poseo.

Sé que muchos envidian mi figura. Es natural, después de todo, no todos tienen la suerte de nacer en una familia que valore tanto la perfección estética. Mi cintura es solo una muestra de los sacrificios y la dedicación que he invertido para cumplir con las expectativas de mis padres. Y qué puedo decir, me gusta destacar, especialmente cuando sé que cumplir con estos estándares me hace brillar en cada reunión familiar y social. ¿Cierto?

Luego está mi padre, el más estricto de los estrictos. Como Bradley Uppercrust III, debo ser el mejor en todo: el primero de mi clase, el mejor en deportes, el modelo de excelencia. Actividades que desbordan pasiones para mí son "estúpidas" e indignas de un Uppercrust. Nuestra relación es tan distante que solo me habla para ordenarme algo o para asegurarse de que no haga nada que pueda empañar nuestro brillante nombre. No es lo que se dice un padre cariñoso, pero bueno, es mi padre, y de alguna forma retorcida y extraña lo quiero porque es de mi sangre.

between us   - maxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora