CAPÍTULO 2: LAS LEYENDAS DE UNA NUEVA ERA.

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“Si logras obtener un equilibrio entre la luz y oscuridad, serás el hombre más cercano a un Dios “.

El sol se alzaba majestuoso sobre las montañas del norte de la capital de Kamelot, bañaba el paisaje en una cálida luz dorada. En medio de estas, exuberante y esplendorosa, desciende una cascada desde lo alto de un acantilado, despliega así un velo de agua cristalina brillante bajo las caricias del sol. El sonido del agua al caer crea una melodía relajante, complementada por el canto de aves escondidas entre la vegetación. La atmósfera es profunda sensación de paz y serenidad, respirar es una sensación profunda y el esplendor es idílico.

Al pie de la cascada, el sonido del agua correr y el canto de las aves era interrumpido por golpes secos y jadeos. Dos chicos, uno grande y otro pequeño, ambos en estatura, peleaban bajo un riguroso entrenamiento, quisa arrebatando la suntuosidad del paisaje.

Físicamente diferentes, ambos vestían con idéntica particularidad: el más grande, ojos como cabellos cafés, de esta forma son; su cabello caía hasta los hombros. De negra tela se cubría las piernas, la blancura cubría su torso doloso por el entrenamiento, una chaqueta con detalles en azul y el cinturón a ambos unía bajo su transparencia bicolor: roja con azul. Por otra parte, el compañero a sus ojos como cabello correspondían azules intensos, de cabellera más corta y con una musculatura rígida, de gran grosor. Su cinturón hacía buen juego con el iris del portador. Pero no había duda, ambos vestían un Dobok.

Se enfrascaron en un combate de práctica, sus movimientos: rápidos y precisos, mientras, observados desde lo alto de un árbol, su maestro se desvelaba como un señor de pocas canas, compartiendo los mismos atuendos mas no el mismo cinturón negro de letras doradas.

—¡Shigeru, bloquea los golpes de Kenta! —gritó el maestro desde su asiento en la copa del árbol.

—Sí, maestro —Shigeru entonces puso mayor atención a cada golpe, pero en especial a como estos podía amortiguar, todo desde un ojo agudo y cada vez mejor entrenado.
—Kenta, más velocidad en esos golpes.

—Si, maestro —respondió Kenta y así se quiso cortar las cosas a su paso con la agudeza del viento, además, fluyendo sobre cada patada.

Kenta, quien, a pesar de su estatura más baja, encontraba los puntos débiles del cuerpo de su oponente. Shigeru más alto y corpulento, era lento a cada golpe, pero su mente estratégica compensaba ello. A pesar de ser muy habilidosos a su manera, ambos se denotaban sus carencias en otras ramas del combate.

—¡Vamos, Kenta! ¡No te dejes intimidar por su tamaño!

Gritó su maestro, magistral e inspirador, como el único fanático y como el gran entrenador al cual rendían gratitud sus alumnos en medio del encarnizado combate.
Kenta arremetió con una serie de golpes vertiginosos, forzó así ha Shigeru retroceder donde el borde de la cascada. Comenzó a desesperarse a pesar de la buena defensa para resistir los golpes, sabía que no aguantaría así durante mucho. Sin más opciones comenzó a planear su estrategia para el contraataque.

Justo cuando parecía que Kenta tenía la ventaja, Shigeru dio un giro abrupto utilizando la fuerza del ataque oponente en su contra. Con una llave magistral, Shigeru derribó a Kenta, lo derribó al suelo en un golpe de sequedad con turbulento finalizar.

La brutalidad del movimiento resquebrajó el suelo bajo Kenta, quien cayó hacia el abismo rocoso y gris, de afilados dientes rocosos y acuáticos. Él pobre absorbido se aferró a una rama sobresaliente de la pared.

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