CAPÍTULO 3: EL TORNEO.

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"Si logras obtener un equilibrio entre la luz y oscuridad, serás el hombre más cercano a un Dios ".

El sol se ponía en lo más alto, la plataforma de combate era bañada de un resplandor dorado y frente a Akira, un ropero negro. Se dirigió allí con rapidez junto a los maestros y alumnos.

El mueble albergaba petos de colores llamativos, se permitían de esta forma combatir sin sufrir daños durante entrenamientos, su forma robusta y acolchonada los hacia adquirir un matiz rígido a sus portadores. Solía ser incómodo para realizar movimientos tan continuos como los existentes en el repertorio de su forma para combatir.

Ambos maestros decidieron utilizar dos colores para distinguir un equipo del otro; estos serían el azul y el rojo. Hiroshi le puso a Akira la coraza roja. Al joven combatiente le resultó raro e insatisfactorio usar protecciones como estas, pues estaba más acostumbrado a pelear sin protección de por medio, solo la habilidad propia para sobrevivir. Takeda mientras tanto, equipó a Kenta con el color restante, él iría a pelear luego de ser seleccionado como el primer representante.

—Sí fallas, ya sabes cuales son las consecuencias —exclamó Takeda de forma tan severa, que a su alumno vio intimidado debido a la forma grisácea de su rostro, afilada desde los ojos hasta por la piel rasguñada como cicatrices groseras.

Sabía muy bien de los castigos crueles ante cualquier derrota, un perfeccionismo brutal y una cárcel. Sintió su respiración un par de veces antes de olvidarse de eso. Ambos estuvieron preparados y subieron a la plataforma de combate.

—Los petos tienen un mecanismo eléctrico —Hiroshi así lo esclareció y utilizó un tablero donde marcaba el color de cada peto junto a un contador de puntos—, mediante los cuales podemos saber dónde están, el daño que reciben y la fuerza de cada golpe, entre otras cosas técnicas para determinar cada enfrentamiento. Esto es a puntos, quién haga más: gana el combate. Dos puntos por cada golpe al pecho y a los pies; tres puntos por cada golpe a la cabeza. Tienen treinta minutos. —Bueno, salúdense frente a frente —Takeda los observó adoptar la posición—. Empiecen… ¡Shijak!

Ambos no se quitaron la mirada mientras sus pies relucían un brillo dorado en su máximo esplendor; estáticos y en supuesta espera. Kenta se lanzó al ataque con una serie de puñetazos directo al pecho, Akira cruzó los brazos en forma de equis e intentó repelerlo, lo tomó por completo desprevenido. Los golpes aumentaban de velocidad y fuerza con cada contacto hasta finalmente romper la defensa de su rival, atracado por tres golpes al pecho y una patada a las costillas, derribándolo al término de la ejecución.

—No puede ser —dijo Akira con lo poco que su aliento logró escupir en palabras. Sus ojos por unos instantes temblaron frente a la presencia física y desenfrenada de Kenta.

—Tres golpes al pecho son seis puntos a favor de Kenta, pero Akira terminó en el suelo… un punto más para Kenta. —Tezuka en el tablero mostró los resultados.

—¿Qué? —exclamó Akira.
—Si te caes o sales de la plataforma es un punto para tu rival —Hiroshi lo dijo a la lejanía y con poco interés, totalmente concentrado en analizar la contienda.

Rápidamente Akira se levantó y en guardia más intensa se manifestó, por otro lado, Kenta probaba la fuerza contenida de sus puños, los abría y cerraba de manera lenta. Los ojos de Akira se movían con avidez en medio del descanso que suele haber en cualquier combate, de esta forma ambos tenían la oportunidad de evaluarse y precisar un error o acierto en su oponente. —Toma esto —Kenta se arrojó sobre el chico.

Se lanzó de frente como un toro desbocado, con los puños emergidos como balas, Akira comenzó a deslizarse y esquivarlo, pero cada vez costaba más, Kenta era implacable; sus golpes caían como una tormenta desbocada. Un puñetazo al abdomen de Akira lo desestabilizó y la mandíbula fue magullada por el golpe como bala. —Kenta: doce puntos… Akira: cero puntos —murmuró Takeda llevándose su mano a la barbilla.

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