CAPÍTULO 1: EL CHICO DEL RESTAURANTE.

84 15 26
                                    

ATENCIÓN

En esta historia habrá cosas subidas de tono no tanto +18 pero si otras cosas como groserías o violencia extrema, quedan advertidos.

"Si logras obtener un equilibrio entre la luz y oscuridad, serás el hombre más cercano a un Dios".

Todo comenzó en la región de Kamelont, para ser más específicos, en la capital de tal región, dónde habita una chica de unos 18 años, peculiar, vestida de un pantalón negro pegado, blusa blanca, chaleco negro, de espalda al descubierto y un moño carmín que recoge su largo cabello negro. Por la forma de vestir, era evidente su oficio como mesera, quien llegaba a su trabajo en la recarga de ese día cotidiano.

—¡Hola a todos!

Saludó a los clientes, de entre ellos, a los más pertinentes.

—Hola Kaede —saludaban dos chicos de preparatoria frecuentadores del restaurante.

—Hola chicos, me alegra volverlo a ver — Kaede les dedica una sonrisa a ambos.

—Estas tan linda como siempre —halagaba uno de ellos al ver la belleza de la chica.

—Muchas gracias —la mesera dijo con una media sonrisa sin importarle más.

—Vamos a cenar esta noche Kaede, yo invito.

Quiso uno la fortuna, pero la forma educada en sus palabras no bastó.

—Lo siento, creo que, en otra ocasión, tengo muchas cosas por hacer está noche —declinó a interesarse por la invitación del chico.

El otro amigo dejó escapar una risa burlesca por el intento de su amigo, atraído por ella.

—Felicidades, amigo, fuiste rechazado.

—Cállate —clamó su amigo cansado en ser burla.

Una dama de escasa edad joven, salió de la cocina luego de escuchar el alboroto, emergió furiosa y su voz reinó como en otros días.

—Si solo vinieron a ver a Kaede, ¡váyanse, solo están estorbando!

—¡Hey! somos clientes, lo sabes ¿verdad? —contestó uno de los sufridos.

—No se crean tanto por ser clientes. Par de mocosos.

Iba a escalar la situación cuando Kaede intervino oportuna con su rigurosa forma de habituarse a este tipo de peleas. Así pues, relajó la terca mirada en los tres.

—Cálmense no empiecen una pelea; nos vemos luego, chicos —con la suave voz, Kaede desapareció de ellos y estos entre sí.

La señora resulta ser la dueña del restaurante, se llevó a Kaede a la cocina para hablar, pero ella no entendió sí un castigo iba a caerle por llegar tarde o su intervención de hace unos momentos, sin embargo, le temía a cualquiera.

—Llegas tarde, lo sabes ¿verdad? —Miró de forma seria a Kaede, con los brazos sobre el pecho.

—Lo siento señora Mirari —dijo entre un suspiro— es que, ya sabe; mi madre, mis hermanitos, la universidad.

MAXIMO PODERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora