Capitulo 6.

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Aizawa miró a ambos jóvenes, Kaminari temblaba y Katsuki, por primera vez, le evitaba la mirada

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Aizawa miró a ambos jóvenes, Kaminari temblaba y Katsuki, por primera vez, le evitaba la mirada. Así que supuso que ya sabían porque les había llamado.

— ¿Cuando planeaban decirlo? — cuestionó, manteniendo su mirada firme sobre ambos jóvenes.

— Cuando estuviéramos listos para hacerlo...— contestó el cenizo, mirando a su amigo.

— ¿Y seguirme viendo la cara? — volvió a preguntar, tal vez eso era lo que más le molestaba, que todo estuviera pasando frente a sus ojos y el no notara nada.

— Nunca fue la intención, solo estábamos esperando...— ya ni el sabía cómo se estaba controlando, sentía sus manos sudarle.

— Bien, entonces ustedes dos están saliendo con mis hijos... — talló sus ojos antes de volver a mirar a los chicos— siempre supe que mi hijo era gay e incluso pensé que le gustabas...— miró al joven rubio, las manos de este seguían temblando— pero, ¿Tú y Ochako?, eso nunca me lo hubiera imaginado... también pensaba que a Ochako le gustaba Deku — lo último lo digo más para el mismo.

— ¿Preferiría que saliera con ese nerd? — cuestionó con un poco le molestia.

— No, es un buen chico... pero no me agrada como novio de mi pequeña, contigo bueno, supongo que puedo entender un poco la situación — el peliverde era demasiado tímido, su obsesión con All Might le perturbaba a varios y no le parecía bueno para su pequeña.

Y con Bakugou, tal vez al ser tan opuestos el uno con el otro se potenciarían. Tal vez Bakugou aprenda a ser más comprensivo y su hija a tener más confianza en sí misma.

Algo que no tenía, odio cuando sus compañeros la llamaron débil y se odio cuando el no pudo decir nada.

— ¿Entonces no le molesta que salgamos con sus hijos? — cuestionó Kaminari, mientras apretaba sus puños con fuerza.

— No, me molesta que me haya enterado recién ahora...— estaba seguro de que Mic no sabía nada— ¿Pero porque nadie de sus compañeros lo sabe? — entendía que no se lo contarán aún él, pero tampoco había señales de que otros lo supieran.

— A mi me importaría muy poco el decirles o no, tampoco es que quiera ocultar mi relación con Mejillas...— se encogió de hombros— si aún no hemos dicho nada, es porque ella no sabe cómo se lo tomarían los demás — más que nada que dirían los demás.

A veces sus compañeros, incluido sus amigos, llegaban a ser grandes imbeciles.

— Nadie sabe que soy gay...— murmuró el rubio — tengo miedo de lo que pueda pasar cuando lo diga — no sabía si sus amigos eran homofobicos o algo, pero tampoco se sentía listo para averiguarlo.

Aizawa entendió aquello, ellos también habían ocultado su relación por un tiempo. Hasta que aprendieron algo importante, solo debía afectarles lo que pensaran ellos.

Si bien su boda fue secreta, fue únicamente para no tener la atención de los medios y que algunos villanos atacaran al otro.

Porque su debilidad era Mic y la de Mic lo era él.

— Denki, si vives con ese miedo... nunca avanzarán — se acercó al joven— vivir con miedo es lo peor que puedes hacer, si ellos no lo aceptan bien, mal por ellos...— tomó las manos del menor— solo pregúntate, ¿Quiero a Shinsou? ¿Quiero estar con él?.

— Si... lo quiero — contestó muy seguro, nunca dudaría de eso.

— Entonces eso es lo único que debe importarte, concéntrate en eso y si tus amigos no te aceptan únicamente por salir con él, entonces nunca fueron tus amigos... — despeinó un poco la cabellera rubia— tu sigues siendo el mismo, aunque te guste un hombre, sigues siendo tú — la sonrisa del rubio le alegro, quizás él realmente necesitaba esas palabras.

— Maldito pikachuu, ¿necesitabas que la oruga te lo dijiera o que? — el le había dicho lo mismo, tal vez no tan amablemente, pero le había dicho algo muy similar.

— Tienes al lado tuyo a un ejemplo, el explosivo este — señaló al cenizo, algo molesto por el apodo de oruga— sigue siendo tu amigo y creo que fue de los primeros en saberlo, aún así está aquí y te apoya... quédate con tus amigos que te quieren a pesar de tu preferencia, esos son los que importan — se acercó al otro joven.

— ¿Qué? Con su saco de dormir parece una oruga — se defendió, hasta Ochako le había dicho que le quedaba muy bien el apodo.

— Dejaré de lado ese tema, así que escúchame Katsuki — se inclinó hasta estar a la altura del joven— me llegó a enterar de que lastimaste a mi hija y te haré sentir el infierno en vida — amenazo.

— Si la hago llorar, ella misma me hará lamentarme hasta de nacer — de eso estaba más que seguro, para todos era un ángel y para el era un demonio disfrazado.

— Hablaré con ella...— al decir esto, el cenizo le miró sorprendido— no es bueno para nadie temer del que dirán...— se encogió de hombros — ya pueden irse — indicó.

Ambos jóvenes se miraron entre ellos, se levantaron e hicieron una pequeña reverencia ante el mayor. Al salir de la oficina, se encontraron a todos sus compañeros mirándoles. Era cuestión de minutos que alguno preguntara.

— Ni se les ocurra preguntar extras — amenazo, mientras secaba sus manos con su pantalón.

Estaba sudando demasiado.

Sin decir ni una sola palabra, ambos jóvenes se fueron hacia el ascensor. Dispuestos a irse a sus respectivas habitaciones. Unos minutos más tarde, Aizawa salió de la oficina, obteniendo las miradas confusas de sus alumnos.

— O se van a sus habitaciones o a la sala de estar, pero largo — no tuvo que decir nada más, los estudiantes salieron rumbo a alguno de esos lugares.

Excepto sus dos hijos. Se aceró a ellos con una leve sonrisa.

— Kaminari es un buen chico..— despeinó los cabellos del joven— y nosotros dos tenemos que hablar, jovencita — murmuró mientras miraba a su hija.

— Bien, pero antes tengo que hacer algo...— murmuró, antes de darle un golpe en la cabeza a su hermano.

— Oye! — estaba por reclamar, hasta que recordó que el se lo había buscado.

— A la próxima piénsate dos veces si está bien hacerme caer contigo — seguía molesta por eso, sin duda alguna.

— Ya, ve a mi oficina antes de que empiecen a pelear — pidió, lo malo de que ambos tuvieran la misma edad, es que eran como perro y gato a veces.

— Ya, ve a mi oficina antes de que empiecen a pelear — pidió, lo malo de que ambos tuvieran la misma edad, es que eran como perro y gato a veces

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