Capítulo 22

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Un simple malestar puede hacer que una persona se sienta incapaz de realizar sus tareas diarias y tirarla en cama por un rato. La ciencia suponía que si tenías un resfriado, debías permanecer en reposo por diez días para recuperarte al cien.

Lo que nadie, al menos hasta ahora, dice con certeza es como sanar un corazón roto.

Joshua había renunciado a todo. Durante la semana siguiente a la prueba fallida por su incidente en el agua, permaneció en su departamento con las cortinas abajo y sin dejar que nada ni nadie hiciera contacto con él, en especial sus compañeros de equipo.

Aún tenía en su cabeza el recuerdo de lo que pasó ahí debajo.

Un dolor sumamente extremo le atravesó mientras nadaba con todo lo que podía, un dolor que se externo desde lo más profundo de su corazón y le llegó al exterior de la piel, dejando que sus ojos fueran sus más fieles testigos de sus sentimientos.

Recuerda que lo único que deseaba en ese momento era deshacerse de ese pánico que, por primera vez, experimentó. Solo desaparecer era la única salida que encontró en ese momento. Así que no lo pensó y se dejó ir por el llanto, el dolor y el agua entrando en su sistema imparablemente.

Su estado físico era deplorable, sus ojos estaban demasiado hinchados y secos de los muchos ratos que se la paso sollozando en distintos lugares de su apartamento, terminando sumamente agotado al final del día y yéndose a dormir con muchos pensamientos acerca de Jeonghan en su cabeza.

Jeonghan. ¿Habrá sido tan fácil para él?

No sabía nada de su compañero, y tampoco es como que quisiera preguntar, era más que obvio que él era el único que estaba sufriendo.

Lo primero que atravesaba su mente era su risa, esa que solo marcaba la línea de una burla lanzada hacia él, una que en todas y cada una de las ocasiones en que la escuchaba, se instalaba en su felicidad.

Todo ahora le causaba una irremediable incomodidad en su parte abdominal, doblándolo por la mitad y enviando descargas a su mandíbula más que adolorida por todas las veces que el nudo inminente se formaba en su garganta.

Todo, incluido él, era una mierda.

Hacía rato que había pedido comida a domicilio, apenas y tocó el pollo frito, pero, aun así, decidió intentarlo un poco más, solo para seguir alejando todo lo que tuviera que ver con Jeonghan rodeando su sistema nervioso.

Se sorprendió a sí mismo cuando camino a abrir la puerta de su departamento al escuchar el sonido del timbre sonar, la abrió y un Seungcheol sonriente le alzó la mano en saludo.

—Dije que no quería ver a nadie —le soltó con voz rasposa sin soltar el pomo de su puerta.

—Un poco de compañía no te hará daño.

—No es el mejor momento.

—Lo sé, por eso estoy aquí —dio un paso dentro para después hablar más bajo—. Vernon me contó todo.

Suspiro profundo y, finalmente, lo dejó pasar. No tenía ni la más mínima idea de como sus compañeros podían llegar a enterarse de tantas cosas aun sin involucrarse, pero en esta ocasión no le importo en absoluto.

Dejó caer su cuerpo entero en el sofá, ignorando a Seungcheol sentado al filo del mismo.

—Te ves realmente mal.

—Si viniste a criticar mi estado anímico, tendrás que largarte de aquí.

—Vaya carácter...

—¿A qué has venido? —pregunto fastidiado aun sin mirarlo.

Nada Pasa Debajo del Agua | SVTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora