Búsqueda

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Pasaron los días, y decidí salir a cazar animales para comer. El Sr. Connor me advirtió que era peligroso mostrar mi rostro, así que me dio una de sus máscaras. Me quedaba excelente, y le agradecí. La máscara era de madera tallada, con detalles intrincados que representaban hojas y ramas. En su interior, podía sentir la suavidad de la madera pulida por el tiempo.

Luego noté que en la repisa donde estaban las máscaras, había un nombre tallado: el nombre de Noah. Las letras estaban desgastadas, como si alguien hubiera tocado esa inscripción una y otra vez. ¿Quién era Noah? ¿Por qué su nombre estaba allí?

Las dudas invadían mi mente. ¿Por qué el Sr. Connor sabía que era mi padre quien me seguía? ¿Acaso lo conocía de alguna manera? Y ¿por qué mi padre no dejaba de buscarme? ¿Qué oscuro secreto guardaba?

Tomé el arco con flechas, salí y me alejé del lugar, bajando la montaña. La nieve crujía bajo mis botas, y el aire frío me llenaba los pulmones. Me encontré en el camino con mi padre, un hombre alto y curtido por la vida. Así que decidí quitarme todas las dudas y salté en medio del camino. Vestía ropa blanca como la nieve, llevaba un arco y flechas, y le apunté. Le pregunté por qué hacía todo esto, por qué había matado a Noah y a Karen.

No me reconoció, pues mi voz había cambiado con el paso de los meses. Solo me respondió que no sabía de qué le hablaba. Sus ojos, sin embargo, mostraban una mezcla de sorpresa, tristeza y temor. ¿Por qué negaba a su propia sangre?

"¡NO MIENTAS!" le grité. Pero él lentamente tomaba la espada, así que disparé una flecha. Mi puntería no era buena, pero por suerte no lo herí. Él alejó sus manos de la espada y me gritó:

"¿Qué haces, niño? Apártate del camino y lárgate."

Pero yo insistí: "¿Por qué mataste a Noah y a Karen?"

Solo me respondió que no los conocía. Sentí tanta ira al ver cómo negaba a su propia familia. Fue en ese momento que volví a escuchar esa voz, la misma que había oído en el árbol gigante. Aunque no la veía, solo la escuchaba como si susurrara a mi oído. Me llené aún más de ira, pero a pesar de todo lo que mi padre había hecho, yo tenía su sangre. Así que decidí correr de vuelta, trepé un árbol cubierto de nieve y me quedé sentado mientras lloraba. Tuve la oportunidad de vengar a mi madre y a mi hermano, pero no pude.

Luego de eso, solo pensaba en por qué papá me mintió. Regresé a la gran roca después de haber cazado, pero no vi al Sr. Connor. Ya estaba oscureciendo, y nuevamente sentí el deseo de saber quién poseía esa máscara y por qué era tan diferente.

Decidí huir hacia el gran árbol, mi cuerpo se sentía pesado y me costaba respirar, trepé hasta su tronco y me quedé dormido mientras mi cuerpo se congelaba.

Cuando desperté, me encontraba nuevamente en aquella dimensión extraña, un lugar donde las leyes de la realidad parecían doblarse y entrelazarse. El árbol gigante se alzaba ante mí, su tronco retorcido y sus ramas extendiéndose hacia el cielo como dedos esqueléticos. Recordé mi objetivo: encontrar a aquel ser misterioso que había conocido antes, creía que era aquel que susurraba en mi mente.

El aire tenía un matiz irreal, como si estuviera cargado de emociones no expresadas. La tierra bajo mis pies crujía, y las hojas que cubrían el suelo parecían vibrar con vida propia. Sabía que debía esperar a que la luz de la luna descendiera sobre el árbol. Esta vez, no dejaría que se me escapara. Me repetí esa promesa mientras me adentraba en el bosque, siguiendo la intuición que me había guiado antes.

No pasó mucho tiempo antes de escuchar un llanto. El sonido era tenue, como si alguien llorara en silencio, tratando de ocultar su dolor. Miré hacia arriba y allí estaba: una figura encaramada en un árbol más pequeño, con una máscara que reflejaba tristeza en sus ojos y una sonrisa forzada en los labios. La máscara era diferente de la que aquel llevaba; esta tenía los ojos entrecerrados, como si quisiera expresar su pesar.

Trepé al árbol y me acerqué. "¿Por qué lloras?" le pregunté. "¿Acaso alguien te hizo daño?"

La persona me miró con lágrimas en los ojos. Su piel era pálida, y su cabello oscuro caía en mechones desordenados. "Desde hace mucho tiempo he estado triste", dijo con voz temblorosa. "Fue desde el día en que me separé de mi cuerpo. Aquí, en esta dimensión, debería haber sido uno solo. Mi nombre es Kanashimi, y hay tres partes de mí. Debo reunirlas para recuperar mi cuerpo y mis recuerdos. No recuerdo mucho desde que estoy aquí, pero sé que mi ser se dividió."

Kanashimi seguía llorando desconsoladamente. Sentí empatía por su dolor. "No estás solo", le dije. "Te ayudaré a encontrar las otras partes, los Kanjō. Juntos recuperaremos tu integridad y descubriremos la verdad detrás de esta dimensión."

Así comenzó nuestra búsqueda. Nos separamos, cada uno en busca de las partes perdidas. Mi misión era encontrar a la persona con la máscara que expresaba furia, aquel que ví por primera vez al llegar a este lugar, mientras Kanashimi buscaría a los otros dos. El punto de encuentro sería el gran árbol, donde nuestras historias convergerían y tal vez hallaríamos respuestas a los enigmas que nos rodeaban.

La tristeza de Kanashimi me afectaba profundamente sin saber por qué. Comprendí que cada uno de los seres en esta dimensión representaba un sentimiento, una parte esencial de la experiencia humana. Me apresuré, decidido a cumplir mi promesa y ayudar a Kanashimi a recuperar su ser completo. ¿Qué más secretos aguardaban en las sombras de este mundo extraño?

Recordaba a cada paso la frase que me gritaba a mi mismo, esa frase que recorría mi ser en la oscuridad de mi habitación.

"Si tu presencia no me va a proporcionar compañia, no me prives de mi soledad."

KANJŌ-SENTIMIENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora