Búsqueda del cristal

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Pasaron horas y aún seguíamos buscando al cuarto Kanjō. La desesperanza comenzaba a apoderarse de mí. Regresamos al gran árbol y, para nuestra sorpresa, Kanashimi había encontrado al que faltaba. Nos esperaban sentados bajo el imponente árbol.

Corrimos hacia ellos y lo primero que noté fue la máscara del cuarto ser, que tenía la forma de un rostro alegre. Su piel era notablemente más clara y reía de felicidad mientras abrazaba a Kanashimi.

—Hola, mi nombre es Shiawase. Me alegra conocerte y gracias por encontrarnos.

Sus palabras, dirigidas hacia mí, fueron acompañadas de un fuerte abrazo. Comencé a llorar sin saber por qué. Sentí, por un momento la presencia de Noah y recordé aquel abrazo que me había dado una vez al salir de mis clases. Una mezcla de alivio y nostalgia me invadió, recordando aquellos momentos felices.

Luego se acercó a mí y me susurró al oído:

—Debes buscar el Cristal. Se encuentra en el pueblo Hakuba, al pie de la montaña. Lo encontrarás cuando llegues a la casa del hombre que siempre toca su instrumento.

"El Sr. Luke", pensé. Subí al gran árbol y me acosté, esperando que oscureciera aún más. Las horas pasaron lentamente. Los Kanjō estaban debajo del árbol, aguardando mi regreso con el cristal. No podía permitirme perder tiempo, así que decidí ir rápidamente a casa del Sr. Luke.

Trepé el árbol y, con el paso de las horas, me quedé dormido. Finalmente, la luz de la luna comenzó a descender, cubriendo todo el árbol. Me sentía ansioso y nervioso, pero también determinado a cumplir con mi misión.

Desperté con alivio de haber vuelto de la dimensión y corrí hacia la gran roca para ver al Sr. Connor y contarle lo que había sucedido en el árbol, y revelarle que había otro mundo muy diferente al nuestro. Al entrar, me encontré con una escena aterradora: todo estaba lleno de sangre. Las máscaras yacían en el suelo, manchadas de rojo, y vi al Sr. Connor recostado en la pared, con una flecha atravesando su hombro y múltiples heridas de espada. Lo tomé entre mis brazos y, me esforcé para levantarlo, lo senté a la mesa y le quité la flecha en cuestión de segundos. Perdía mucha sangre, así que le coloqué una venda rápidamente.

Él abrió los ojos y me miró con agradecimiento, diciendo:

—Niño, debes darte prisa y buscar el cristal, pero ten cuidado. Hombres a caballo me estaban siguiendo. Vestían trajes de pieles negras y portaban grandes espadas. Me atraparon y me hirieron, exigiendo que los guiara hasta la entrada de las dimensiones. No sé cómo se enteraron de eso, pero decidí no decirles nada. Me arrojaron una flecha y me hirieron aún más con sus espadas. Estaba en el suelo, sin poder moverme, sin fuerzas. Luego vi a un hombre diferente que se lanzó desde un árbol y luchó solo contra todos esos hombres, aunque algunos escaparon. Me trajo hasta aquí. Cuando vi su rostro, llevaba una máscara con expresión de ira en los ojos y labios serios. A través de la máscara, sus ojos mostraban compasión.

—Déjame aquí, yo estaré bien. Aún tienes algo que hacer.

Me llené de ira por lo que le habían hecho al Sr. Connor y mis únicas palabras fueron:

—Lo haré y luego vendré cuando todo termine.

KANJŌ-SENTIMIENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora