Primera Sesión - Capítulo Uno

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Primera Sesión, 20 de junio de 1989, 07:08 P.M

Resoplé mientras cerraba mi agenda, no puedo perder tiempo con esto. No estudie por siete años para estar esperando como una boluda. Terminé de juntar mis lapiceras y demás cosas, guardándolas en mi bolso. ¿Qué podría cenar? ¿Pastas? Unas pastas rellenas, sí, aunque debería de pedirlas, para cocinar soy un horror. En eso, escucho como tocan el timbre, resoplé de vuelta, pero luego sonreí. Me enojaba tanto cuando no venían como cuando venían. Abrí mi mochila nuevamente, sacando mis cosas con rapidez. Ni siquiera recordaba qué paciente venía a esta hora un viernes. Abrí la agenda y miré lo que tenía anotado para esta semana. Ah, el rockstar. 

Carlos Alberto García Moreno.

Asentí, y me acerqué a la puerta que daba a la sala de espera del consultorio, intentando ignorar todos los prejuicios inevitables sobre mi posible nuevo paciente. Salí y el silencio se interrumpió por el timbre sonando incesablemente. Fruncí el ceño y casi corrí a la puerta para abrirla.

"Hola," Dije, viéndolo, "Parece apurado," Agregué con cierto humor.

"Lo estoy," Serio respondió, pasando por al lado mío, golpeando mi hombro levemente. "¿Adónde está el psicoanalista?" Preguntó impaciente.

"Al frente suyo," Respondí, cerrando la puerta que daba a la caótica calle de Buenos Aires.

"Ah," Ahora parecía algo ruborizado, quizás avergonzado.

Hubo un pequeño silencio en el que lo mire, esperando algo más, pero no dijo nada. Él no se había dado cuenta, pero la sesión ya había empezado.

"Pasamos al consultorio, ¿Le parece?" Me acerqué a la puerta, abriéndola, invitándolo con una leve sonrisa.

"Sí, sí," Asintió entrando y mirando alrededor.

Mi consultorio era tranquilo, con una iluminación cálida que daba la lámpara de piso que tenía en una esquina. Vi como mi paciente miraba la silla y el sillón que tenía disponible para él.

"Sentate donde gustes, como gustes," Le aseguré y me senté en mi silla, tras un escritorio.

Eligió la silla y cruzó sus piernas.

"¿Puedo fumar?" 

"Sí, claro," Asentí y abrí mi libreta para tomar nota. 

Escuché como encendía el cigarrillo mientras anotaba su nombre y la fecha en la hoja.

Fuma

Anoté.

"¿Qué lo trae al consultorio, Carlos?"

"Charly," Aclaró, y le dio una calada al cigarro, "Mi chofer me trajo," Me miró desafiante.

Sonreí levemente por la contestación.

"¿Bueno Charly, con que conflictos o temas se ha encontrado recientemente, que lo hicieron tomar la decisión de venir?"

El hombre sonrió y miró hacia un lado fugazmente.

"El conflicto lo tiene mi novia, ella dijo que venga."

Me quedé mirándolo, quería sacarle algo más, pero mantuvo el contacto visual, firme.

"¿Qué razones le dio?"

"La razón nunca me la da, si piensa que es la dueña de la verdad," Una vez más evadió la pregunta.

"¿Y si su novia es la que tiene el conflicto, por qué usted es mi paciente?"

Parece que lo hice pensar, se ocultó atrás del humo de su cigarro.

"Se quejó lo suficiente como para que venga."

Asentí, y pretendí anotar algo, en realidad haciendo garabatos, quería darle tiempo para pensar.

"¿O sea que usted no tiene intenciones de venir?"

"No," Respondió de inmediato.

"Entonces váyase," Le respondí con la misma rapidez, y cerré mi libreta.

El hombre se me quedó mirando, sorprendido.

"¿En serio?"

"Sí," Deje la libreta sobre la mesa, "Es libre de hacer lo que quiera."

Rio y se apoyó contra el respaldo, la primera señal de relajación que tuvo.

"¿Así de fácil me libro?"

"Como quiera llamarlo," Encogí mis hombros.

"¿Tenés cenicero?" Preguntó, por la ceniza que se formaba. 

"Sí," Abrí un cajón y saqué el cenicero que tenía para mis pacientes. "Aquí tiene."

"¿Fumas?" Me preguntó mientras tiraba la ceniza.

Se supone que un terapeuta nunca debe hablar de su vida, pero considerando la actitud de Charly hasta este punto, parecía necesario. Solo estuvo en cómodo en mi consultorio en el momento que rompí mi plan de acción convencional.

"No," Negué.

"Qué suerte," Dijo, dándole una calada, "Yo empecé con catorce, mi abuelo fumaba y me dio curiosidad."

"¿Te molestaba que fume?"

"De chico, después, claramente no," Rio, dándole otra calada al cigarrillo que ya iba por la mitad, "Ni ir al kiosco necesitaba, el viejo tenía un cajón lleno de paquetes."

"¿Le robabas?"

"Robar me parece muy fuerte, yo nada más accedía a lo que estaba a mi alcance," Se excusó, "Después me sentía culpable igual, pero fumaba y se me pasaba."

Tenía el impulso de abrir la libreta de nuevo para anotar, pero lo arruinaría todo. 

Note como Charly miraba la habitación, leyendo mis títulos y certificados colgados en la pared detrás de mí. 

"Cuantos papeles," Dijo, "¿Cuántos años tenés?"

"Treinta y ocho," Respondí.

"Como yo," Observó. "Y yo no tengo ningún papelito colgado en mi pared."

"¿Ningún poster?" Bromeé.

Charly sonrió. 

"Posters muchos, títulos ninguno," Respondió y miró al resto de paredes, que no estaban decoradas.

"Me gusta tu consultorio," Le dio una de las últimas caladas al cigarro, "Me gusta que las paredes sean un verde azulado oscuro."

"Gracias," Asentí.

"Qué pena que no voy a volver," Giró hacia mí, con sus cejas levantadas y apagó el cigarrillo.

Sonreí y me levanté al ver como él también lo hacía. Le abrí la puerta y lo seguí para abrir la otra puerta. Mientras abría la puerta sentí la necesidad de hacerlo quedarse.

"¿Lo espero la semana que viene?" Le pregunte cuando estaba atravesando la puerta.

Se quedó quieto unos segundos, sin mirarme. Yo cruzaba los dedos mentalmente.

"Sí," Dijo, aun sin mirarme.

"Bueno, lo veo el viernes que viene, a la misma hora."

No me respondió y se fue caminando.

Cerré la puerta y corrí a mi escritorio, anotando en mi libreta todas mis observaciones.

Distinción entre Carlos y Charly

Su novia le dijo que tenía que venir, supuestamente no tiene ganas de venir.

Evade las preguntas.

Le incomoda el compromiso.

Posible problema con el mérito académico, éxito.

Se deja llevar y se arrepiente, posible patrón.

Cerró la libreta y miró su reloj de muñeca, 19:21, la sesión duró 13 minutos. 

La más corta de su carrera.

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