Séptima Sesión - Capítulo Ocho

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1ro de Agosto de 1989, 07:03 P.M.

De nuevo me encontraba inquieta frente a la sesión con Charly. Mi birome pasaba de mano en mano, girando mientras viajaba entre mis dedos. Estuve toda la semana pensando que hacer con esta situación, como transmitirle que esto no estaba bien, que no podía suceder, por más tentador que sea. Charly debería renunciar a la fantasía que tenía, siendo derivado a otro profesional. Por más bien que me caiga, por más interesante que me parezca, no era la amiga, era la psicóloga. Pero, por otra parte, me preguntaba realmente hasta qué punto valía la pena preservar mi profesionalismo a este punto. Desde que Charly inició el tratamiento terapéutico, no hice nada más que acercarme al límite, flexionando y deformando las reglas que solía seguir. Si la relación profesional de paciente-psicólogo fue quebradiza desde un inicio, ¿por qué no romperla?

El timbre interrumpió mi tren de pensamiento.

Con una sensación de pesadez y presión en mi pecho me levanté, caminando hasta la puerta, para abrirle a Charly y darle comienzo a la sesión , a nuestra última sesión.

"Hola," Dije, acercándome para saludarlo con un beso en la mejilla.

"Hola", Puso su mano en mi cintura nuevamente, una parte de mí cree que Charly sabía lo que eso generaba en mí.

Me hice a un lado para dejarlo pasar, cerrando la puerta tras nosotros. El hombre entró al consultorio primero, eligiendo la silla, cruzando sus piernas y descansando su espalda en el respaldo. Me senté frente a él, ya tenía la libreta, la birome y hasta el cenicero allí para él.

"Hoy estabas preparada," Comentó con una sonrisa, mientras sacaba su caja de cigarrillos.

"¿Cómo estuvo la semana?" Lo ignoré.

"Discutí con Zoca, y con María," Encendió el cigarrillo.

Asentí, curiosa pero sin expresarlo.

"Zoca me empezó a reclamar que estaba distante, que me iba por mucho tiempo y no volvía," Hablaba como cansado, como si para él ese comportamiento le pareciera obvio, lógico. "Yo dije que me sentía raro, me sentía mudo en la relación, como que ella solo escuchaba lo que le convenía... y adivina que me dijo," Bufó, esperando mi respuesta.

"¿Qué te dijo?"

"Que deje de decir pelotudeces," Alzó sus cejas y acercó el cigarro al cenicero, sacudiendo el polvo grisáceo, "Hizo justamente lo que me estaba molestando, y ahí, bueno, exploté."

Hice silencio, esperando que se explayara, pero no lo hizo.

"¿Y con María?"

Miró hacia abajo, casi que avergonzado, me generó interés.

"Después de la pelea con Zoca, que fue a la tarde, me fui del departamento recaliente," Descruzó las piernas y las volvió a cruzar, "Me fui a un bar y digamos que quede con aliento a cerveza," Sonrió y yo asentí, "No se me ocurrió mejor idea que buscar a Migue, para ir a comer a algún lugar, quería sentirme mejor y con Migue casi siempre la paso bien, me hace olvidarme de todo."

Sentí una calidez fugaz en mi pecho, calidez de ternura.

"Eran ya como las ocho y caminé hasta la casa de María, le toque el timbre y ya te podés imaginar como me mandó a cagar con el aliento que tenía," Apretó sus labios, de nuevo evitando el contacto visual. "De nuevo, me fuí recaliente, caminé a mi departamento, y para qué," Dejó salir aire por su nariz brevemente, riendo, "Entré y Zoca me empezó a reclamar que si había estado con otra mujer, que si la iba a cambiar, se había tomado media botella de vino sola, y no paraba de gritarme."

Escuché con atención, queriendo saber adonde iba a parar esta discusión.

"Yo le repetí que no, que me fui por irme, porque simplemente no tenía ganas de estar ahí," Ahora parecía algo angustiado, con una expresión seria, "Mientras se seguía quejando, yo me puse mal, no por lo que decía, sino por lo que me pasaba por la cabeza."

Estaba En LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora