Ocho

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–Siento un poco de envidia.

Once miró rápidamente a Erica Sinclair, no tanto por el comentario, más bien, por su inesperada presencia a su lado. –¿A qué te refieres?

–Nancy Wheeler -dijo mientras señalaba con su barbilla a la mencionada. –Tiene a todos enamorados de ella. Y ni siquiera se esfuerza -finalizó con un largo suspiro.

La joven quitó la mirada de Erica y se enfocó en el cuadro que tenía delante. Nancy estaba diciendo algo, bajo la atenta mirada de Steve y Robin, mientras que Jonathan la miraba de manera intermitente, sin dejar de acomodar los platos sobre la enorme mesa de madera, que utilizarían para el picnic “improvisado” al que todos finalmente habían podido asistir.

–¿Quién de ellos la hará sonreír así? -indago Erica. –Jonathan, Steve o… ¿quizás Robin?

El cuello de Once pudo haberse roto de lo rápido que lo giró para mirar a la más jóven –¿Qué?

–No te hagas la que no sabes.

–Yo no…

–Oye, respira -dijo al ver el rostro asustado de Once. –No soy alguien de mente cerrada. Además, es tan obvia la forma en cómo se miran. De verdad, que envidia.

–Sí. Robin es una gran persona.

–Y tiene cierto encanto masculino, que es imposible no apreciar.

Once volvió a mirar a dónde los chicos, contemplando a detalle cada gesto de Robin. Y no pudo evitar sonreír al comprender lo que Erica decía. Ahora entendía mejor a Nancy. Sin duda, ella sí se había tomado el tiempo suficiente para mirar a la castaña. En todos los ángulos.

Un leve rubor se instaló en el rostro de Once, cuando vio a Nancy, observar el trasero de Robin, mientras mordía la pajita de la soda que tenía entre las manos.

Había visto muchas cosas traumáticas a lo largo de su corta vida, pero definitivamente, ese tipo de traumas eran peores. Así que, dejo de prestarles atención cuando ambas, de la forma más discreta que pudieron, se adentraron a la cabaña que habían alquilado para que todos pasaran la noche.

Alejadas de las miradas, Nancy se aferró del cuello de Robin, besándola con una terrible necesidad que hizo tambalear a la castaña.

–Nancy, -balbuceo entre besos –si me sigues besando así, no respondo de mi.

–Esa es la idea.

–¿No que querías que las cosas fueran más románticas?

–Pero hoy te ves tan malditamente sexy, que en mi mente, justo ahora, no hay nada romántico.

Y tras decir aquello, sus dientes se encajaron en el cuello de Robin, quien gimió ante el delicioso dolor. Odiando que su cuello fuera tan débil ante las peticiones de Nancy. Así que, la pegó contra la pared más cercana, deslizando sin precio aviso la mano entre los jeans poco ajustados a Wheeler. Llenó sus dedos con los fluidos, y luego, la penetró. Firme y profundamente. Mientras sentía como Nancy se movía contra su palma. Extasiada y hambrienta.

Cada vez más rápido, más firme. Hasta que las paredes vaginales de Nancy se aferraron a los dedos de Robin, y luego, se desplomó contra ella, con el corazón y la respiración agitada, pero feliz y saciada.

–¿Estás bien? -preguntó Robin, intentando calmar sus pulsaciones, mientras abrazaba a Nancy con su único brazo libre.

–Perfectamente. Eso ha sido intenso.

Lentamente retiró la mano de los pantalones cafes. –Si que lo fue –afirmó con una sonrisa, antes de besar la frente de Nancy. –Pero debemos volver.

–Ya sé.

Wheeler salió primero, a los pocos segundos lo hizo Robin. Una vez atravesó la puerta de la habitación, sintió un tirón en el brazo.

–¿Qué mierdas ha sido eso? -preguntó Steve, furioso y herido, con los ojos llenos de lágrimas.

La castaña no supo qué decir, están completamente anonadada. No estaba comprendiendo que estaba pasando.

–Suéltala, Steve -demandó Nancy. –¡Ahora mismo!

Steve lo hizo. Intimidado por la fúrica actitud de Wheeler.

–Te lo voy a advertir una sola vez. Nunca, jamás, vuelvas a tocarla. O te juro, que voy a olvidar quien eres. –Sentenció, mientras tomaba a Robin de la mano y la jalaba para salir de ahí.

–Te creí mi amiga, Robin. ¡Y no eres más que una jodida hija de perra!

Robin, se detuvo. Lo miró. Y lo que vio en los ojos de Steve, la hicieron sentirse una traidora.

¿Y realmente no lo era?

–Steve…

–Tú sabías perfectamente lo que aún siento por ella. ¡Lo sabías!

–¿Quieren carajos te crees? -cuestionó Nancy, al percatarse lo frágil que se están poniendo Robin. –Te recuerdo, que tú y yo somos ÚNICAMENTE AMIGOS. Así que, no tienes ningún derecho de reclamar nada. Yo puedo estar con quién quiera, y la persona con la que quiero estar: es Robin.

–No sé cómo ha podido enredarte, pero no voy a dejar…

–Para, Steve, no quiero decir cosas de las cuales pueda arrepentirme después. Te aprecio, así que…

–¡Yo te amo!

–¡Steve! -la voz de Jonathan llamó la atención de todos. –Detente.

El rubio se detuvo a lado de Nancy y le regaló una sonrisa para tranquilizarla. –Yo me haré cargo. Vayan afuera.

–¿Tu lo sabías?

–...

–¡Tú lo sabías!

Nancy y Robin dejaron el lugar, con los gritos de Steve haciendo eco.



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⏰ Última actualización: Jun 12 ⏰

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