Capítulo 2

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Jueves, 25 de julio de 2024

Eran las cinco y media de la tarde y Violeta estaba tumbada sobre la hamaca tomando el sol, vestida con un bikini azul y blanco. A la pelirroja nunca le había costado coger el moreno, a nada que tomase el sol adquiría un color que llamaba la atención como ningún otro. Sus padres tenían un cortijo en Motril, Granada (de donde eran verdaderamente), y allí veraneaban durante todos los años que había durado su infancia y adolescencia. Allí se pasaba las tardes en la piscina con su hermana menor, Tana, disfrutando del agua y del sol del verano. Parecía que había pasado una vida entera desde aquello, pero si se paraba a pensarlo en realidad, no hacía tanto.

Ya había hecho la compra por la mañana y había llenado su nevera. Se había cocinado unos macarrones con tomate y carne para comer. Demasiado ricos le habían salido para todo el tiempo que llevaba sin cocinar.

Ahora, intentaba relajarse y alejar sus pensamientos de todo aquello que estuviese relacionado con los negocios o Barcelona. Pero como era costumbre, le era imposible. Cogió el móvil que estaba sobre su tripa, puso sus gafas de sol sobre su pelo como si fuesen una diadema y marcó el número de Noemí.

—Está llamando a la subdirectora de H. F. Management, soy su secretaria, ¿qué desea?

—Mamen, soy Violeta. —dijo la pelirroja— Por favor, pásame con Noemí, tengo que hablar con ella.

—Por supuesto señorita Hódar.

Después de un par de segundos se escucharon dos tonos en el teléfono y la voz de Noemí sonó, bastante alterada.

—Violeta, por Dios. ¡Qué quieres!

—¡No me hables así! —reclamó Violeta, pero sin demasiada autoridad.

—Te hablaré como me de la gana cuando es la tercera vez que me llamas desde la hora de la comida. —le recriminó Noemí. Violeta tragó saliva.

—Solo quería saber si...

—¿Si todo va bien? —preguntó Noemí— Todo va estupendamente, igual que hace 45 minutos. De verdad, es físicamente imposible que haya pasado algo.

—¡Joder Noemí! —exclamó Violeta— Quizás necesitabas ayuda con algo, yo solo intento...

—Si necesito ayuda, te llamaré. Hasta entonces, tus llamadas no hacen más que interrumpirme y molestarme. —El tono de Noemí era duro. Estaba molesta y se le notaba. No porque Violeta no confiase en ella o dudase de su capacidad, la subdirectora sabía en el fondo que esa no era la razón por la que la empresaria la llamaba cada dos por tres. Era evidente que su día estaba siendo aburrido, por no decir soporífero. Pero eso no era excusa para querer controlarlo todo incluso desde la distancia y durante sus vacaciones. Tenía un problema gordo, incluso mayor de lo que parecía en un principio. Noemí suspiró. — Ay Violeta... vamos a hacer una cosa. Me comprometo a llamarte todas las mañanas, menos sábados y domingos. —Violeta fue a hablar, pero Noemí se le adelantó— Como digas algo te cuelgo ahora mismo. En fin, te llamaré todas las mañanas y te haré un resumen de situación. Tú solo escucharás, asentirás y te quedarás tranquila por el resto del día sabiendo que todo va según lo planeado, sin inconvenientes. ¿Estamos?

Violeta calló durante unos segundos.

—Sabes que la jefa soy yo, ¿verdad?

—Soy muy consciente. Pero estás de vacaciones y la que manda ahora soy yo. —Noemí sonrió ligeramente y adoptó un tono más tranquilizador— Disfrútalas. En serio, Violeta. Te conozco desde que eras bien pequeña y sé la vitalidad que tienes. Odio verte tan consumida por el trabajo. Tienes que relajarte y evadirte, es la única forma de que cambies algo. Pero para ello tienes que hacer el esfuerzo. Denna y Juanjo te han dado las herramientas, ahora eres tú quien tiene que utilizarlas para arreglar aquello que sea que te pasa en la cabeza.

Alguien que te entiende || KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora