No supo en qué momento Quackity sucumbió al sueño. El sol golpeó sus párpados cuando despertó, con el cuerpo adolorido y cada músculo protestando por el suelo incómodo.Se levantó quejándose, rodeado de un mar de césped húmedo y verde, que aún mantenía el frescor de la tormenta nocturna.
El aire estaba impregnado con el olor terroso y limpio que deja la lluvia al retirarse, y el cielo mostraba un azul despejado, salpicado aquí y allá por nubes algodonosas. El cambio de clima, de la opresiva lluvia al cálido resplandor del sol, reflejaba el tumulto interno que aún albergaba en su pecho tras la confrontación del día anterior. Las amenazas de Rubius resonaban en su mente, cargadas de una mezcla de temor y desafío, como un eco persistente en una caverna oscura.
Miró detrás de él y notó que Rubius seguía debajo del árbol, pero estaba despierto, susurrando palabras a un pergamino antiguo con una concentración casi mística.
Rápidamente llevó las manos a sus bolsillos, su corazón latió con fuerza al recordar el cristal y el mapa. Suspiró de alivio al sentirlos aún allí.
—Buenos días —murmuró Rubius, aún con su atención fija en su tarea, su voz suave contrastando con la dureza de la amenaza del día anterior.
Quackity lo observó por un momento, intentando estabilizar sus pensamientos y su postura.
—Buenos días —respondió finalmente, su voz todavía cargada de una ligera ronquera matutina.
Rubius levantó la vista del pergamino y lo miró, sus ojos reflejaban una mezcla de cálculo y cautela.
—Tenemos que movernos —dijo Rubius, enrollando el pergamino y guardándolo cuidadosamente en su mochila—. Espero que hayas reflexionado sobre tu decisión.
Quackity guardó silencio. Claro que lo había reflexionado, y mucho; tanto, que no recordaba en qué momento se había quedado dormido. Respiró hondo, encontrando el valor para hablar.
—Acepto el trato —respondió finalmente, sus palabras resonando en el vacío. Rubius apenas se inmutó.
—Bien —dijo él, levantándose con pesadez del suelo—. ¿Estás listo para irnos?
Quackity asintió. El sol de la mañana comenzaba a calentar el ambiente, disipando el frío y la humedad de la noche anterior.
—¿Por dónde empezamos? —preguntó Quackity, intentando sonar más seguro de lo que se sentía mientras se levantaba del suelo.
Rubius se sacudió el barro de la ropa. —Primero, te haré firmar un contrato en cuanto lleguemos a casa; allí tengo tinta —dijo con firmeza—. Luego, iremos tras los cristales y recuperaremos lo que perdiste. Pero recuerda, no intentes nada estúpido. Te estaré vigilando.
Quackity tragó saliva, sintiendo una mezcla de alivio y tensión. Sabía que el día sería largo y arduo, pero también sabía que no tenía otra opción.
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El huraño y el fortacán | Rubckity
FanfictionRubius ha estado solo durante un largo tiempo, encontrar a una persona escondida en su casa definitivamente lo cambia todo. ★ Solamente se trata del shipp de sus personajes, más no de ellos como streamers reales. ★ Es probable que haya contenido sex...