7 | Estrellas y espadas

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El cielo estaba oscurecido para cuando regresaron a casa, ambos extenuados, casi desplomándose sobre el suelo

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El cielo estaba oscurecido para cuando regresaron a casa, ambos extenuados, casi desplomándose sobre el suelo. Aunque Rubius logró aparentar que aún estaba completamente activo, a diferencia de Quackity, quien nunca había realizado tanto trabajo en un solo día.

Habían conseguido una buena cantidad de materiales, no lo suficiente para reemplazar todo lo que Quackity había robado y perdido, pero era un avance significativo.

Quackity se desplomó en el suelo, al lado de la cama de Rubius, mientras este último organizaba meticulosamente las herramientas y la mochila en la mesa.

—Si quieres dormir pronto, será mejor que cocines —pronunció Rubius con voz concentrada.

Quackity lo miró con exasperación.

—¿Qué? Lo último que quiero ahora es comer.

—Mmm —respondió Rubius con desinterés—. No creo que quieras irte a dormir sin tener algo en el estómago.

Quackity suspiró, y varios minutos pasaron antes de que finalmente se levantara del suelo y se acercara a la cocina. Rubius parecía estar buscando algo entre los estantes.

—¿Y qué hago de comer? ¿Tacos de aire?

—Jaja, muy gracioso —respondió Rubius con sarcasmo, mientras se agachaba para buscar bajo los muebles—. Ah, aquí estás.

Cuando volvió a levantarse, mostró un pequeño pergamino antiguo.

—Este venía con el cristal —explicó, desenrollándolo. El pergamino estaba hecho un pequeño cilindro. Quackity se acercó para observar.

Al desplegarlo, vieron unas letras arrugadas escritas con tinta.

—¿Qué dice? —preguntó Quackity, intentando descifrar las palabras borrosas.

“Soy lo que surge del filo en la carne descompuesta,
brillo tanto como el sol, pero mi luz no te alcanza.
Si hallas a mis tres hermanas, la batalla está dispuesta”.

—Es una especie de acertijo —murmuró Rubius, frunciendo el ceño en concentración mientras intentaba discernir a qué hacía referencia el enigmático mensaje.

Quackity se quedó pensando en silencio, tratando de encontrar algún sentido a las palabras misteriosas. El crepitar de las ramas de los árboles afuera parecía ajeno.

—Podría referirse a algún tipo de artefacto —aventuró Quackity, rompiendo el silencio.

Rubius asintió, sin dejar de mirar el pergamino.

—Sí, es posible. Tal vez nos está dando pistas sobre cómo encontrarlo. Aunque, es extraño. ¿Crees que se trate de otro cristal?

Quackity hizo una mueca de incertidumbre.

—Realmente no lo sé. ¿Y el mapa, también forma parte del acertijo?

Hubo una pausa cargada de pensamientos. Ambos parecían inmersos en una contemplación profunda, como si sus mentes ardieran con el esfuerzo de desentrañar el misterio.

El huraño y el fortacán | RubckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora