𝗉𝗋𝗈𝗏𝗈𝖼𝖺𝗍𝗂𝗏𝖾 ♡⃕ 𝗄𝗈𝗈𝗆𝗂𝗇 ﹙𝖼𝗈𝗆𝗉𝗅𝖾𝗍𝗈﹚

Capítulo O9.

— ¿Puedo comer un poco de tu comida?

Murmuró el castaño levantándose de su silla para poder sentarse en el regazo del mayor.

— ¿Tienes tanta hambre?

Las manos de JungKook sujetaron sus caderas con una sonrisa burlona en el rostro.

— No soy yo, es el bebé.

El menor abultó los labios.

— ¿Si me dejas?

Las manos contrarias bajaron hasta su abdomen abultado para acariciarlo, había crecido bastante con el pasar de los meses.

— ¿Desde cuando me pides las cosas, mi cielo?

Jimin frunció el ceño mirándolo detenidamente.

— Desde siempre, ¿de que hablas? No seas tonto.

JungKook soltó una carcajada pegando más su pecho contra la espalda del menor.

— ¿Acabas de llamar tonto a tu esposo?

Susurró dejando besos sobre su cuello. Después de que Jimin se recuperó por completo, ambos se mudaron juntos a una bonita casa.

Con un enorme patio a petición del menor, porque según él, así su hijo podría jugar todo lo que quisiera.

— Lo hice porque es un tonto, calumniandome.

JungKook volvió a reír y esta vez le dejó una mordida en la lechoza piel de su cuello.

— No me pediste permiso cuando me hiciste ese oral en el baño de tu casa.

Las mejillas del menor se calentaron por la vergüenza, era cierto, pero en ese entonces no se sintió tan avergonzado como ahora.

— ¿Yo hice eso? No lo recuerdo para nada.

— ¿Entonces necesitas que te ayude a recordar?

Dijo el mayor agrandando su sonrisa.

— "Creo que necesitas ayuda con eso, déjame ayudarte"

Soltó tratando de imitar la voz contraria mientras que Jimin se cubría el rostro de la vergüenza.

— Basta, basta, lo recuerdo ¿vale?

Jadeó con las mejillas sonrojadas. JungKook sonrió mirándolo detenidamente, su esposo era precioso en todo el sentido de la palabra.

Su cuerpo, su rostro, su corazón, su personalidad, aunque a veces esta solía ser bastante esquiva.

Jimin sencillamente se había metido en su corazón y no había ser humano existente que pudiera sacarlo de ese lugar.

Su sonrisa se agrandó cuando su bonito esposo terminó por completo su desayuno. Se había vuelto muy glotón.

— ¿Estaba rico?

El menor asintió con la boca llena de comida. Luciendo tan angelical ante los ojos del pelinegro. Tan perfecto. Tan suyo.

— Muy rico, gracias amor.

Jimin se recostó sobre el pecho del mayor desabrochando los botones de su pantalón.

— Estoy lleno.

Una de las grandes manos del mayor subió hasta los prominentes pechos del castaño, se habían hinchado en sobremanera.

— Y yo ahora tengo mucha hambre.

Murmuró sobre el oído del menor mientras que su mano libre bajaba hasta la entrepierna del castaño.