Sonó el silbato de aquel hombre vestido de ropa deportiva negra, - ¡empezó, empezó, empezó! – decían los periodistas y relatores. Solo podía escuchar los gritos de los hinchas, cantando y reclamando a cada falta que el árbitro no marcaba, entre las rivalidades, se gritaban groserías fuertes, y el DT dando indicaciones: - ¡vamos Agus, dale con todo, no te guardes nada! – decía en un tono fuerte haciendo gestos con sus manos. Al segundo iba contigo: - ¡dale Emi!, la tenías y tu Liliana, cuando puedas dar el pase, lo das y punto ¿o te cuesta mucho? – comentaba algo alterado mientras se tocaba la cabeza con ambas manos.
De un momento a otro, estando pendiente de ti, veo que está llegando al área del equipo contrario, Núñez da un centro y González intenta meter la pelota al arco, cada vez más y más cerca... - GOOOOOOLLLLLLLLLLL, GOOOOOL de la máquina, golazoo de la Matadora- grita un relator de un país extranjero junto a la gran afición. Terminó el primer tiempo y te fuiste hacia los camerinos junto al equipo, todos celebraban y cantaban con tu nombre, estabas tan emocionada, tan feliz pero un dolor insoportable nació en el lado izquierdo de tu pecho, era tu corazón, por alguna razón dolía.
(FLASHBACK) Visión/perspectiva de Emilia
-¡Mamá!- la voz infantil, dominante y semejante a la voz de un gato maullando, una voz agradable y a la vez chillona, suave y dulce, pero incluso fastidiosa.
-¿qué pasa?¿qué pasó?- pregunta tan rápido, preocupada y angustiada mi madre.
-Me duele, me duele el corazón- los adultos son doctores, curan todo, siempre que te pase algo, deberías confiar en ellos.
-Emi...mi vida, tranquila, respira conmigo, 1... 2 ... 3 ... 4...- así estuvimos hasta que mi dolor desapareció, ¿cómo es que ellos saben cómo actuar?, mi mamá dice que es solo un dolor, estaré bien, pero no le creo mucho. (FIN DEL FLASHBACK)
No podías controlar aquello, los demás estaban muy preocupados; en un momento llegó el DT y el cuerpo técnico para poder ayudarte, luego de 1 o 2 minutos lograste esconder hasta ya no sentir el dolor.
- ¿Pueden dejarnos solos unos minutos? - dice Gustavo algo preocupado y serio. Los demás se fueron, ahí solo te quedaste tú y el director técnico. - ¿Qué fue todo esto? - preguntaba Gustavo. – Dale Gustavo, no lo sé, nunca me había pasado algo así- contestas, lidiando con el estrés, tu lenguaje corporal te delataba. - ¿Has tenido algún síntoma fuera de lo común? – preguntó apresuradamente. - ¿a qué te refieres? - dices algo curiosa. – sabes muy bien a lo que me refiero- te dice el DT tomando la lógica. – Gustavo, sabes bien que no sería divertido bromear con las enfermedades al corazón- dices con la voz entrecortada, - no podría dejar a mi equipo de esta manera, soy la capitana y soy joven, tengo mi carrera; tengo mis metas; tengo un futuro- dijiste a punto de romper esas barreras que sostenían tus lágrimas.
-¡Emilia!¡carajo!- la furia y el lamento surgía dentro de el entrenador, y tu con ese carácter desafiante no daba otra opción más que dejarte salir.
Te fuiste a la cancha dejando toda la otra situación detrás, Gustavo se veía bastante preocupado, pero se mantuvo al borde sentado en la banca mientras tú mostrabas algo de rebeldía y de enojo.
- Sale del área propia el balón y va con Muñoz, se la da a Figueroa, va hacia González que aparece, sutilmente necesita un pase preciso, sigue, le da, y ¡se la pierde!; podría haber sido en diferencia, pero no la aprovechó- decía el relator. El director técnico pedía cambio urgente luego de verte con una mano en el pecho; entras al camerino, estabas llena de enojo y seguidamente va Gustavo detrás de ti; dentro él te grita:
- ¿Qué demonios sucedió? – Te quedaste muda, con tu mano derecha en tu pecho, y en vez de responder, esquivaste la pregunta y dijiste: - me haré los exámenes al corazón, pero con una condición, nadie puede saber de esto, nadie-.
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