Te necesito aquí

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Las personas me pedían reacciones, me pedían más y más, pero yo no podía dar nada, estaba exhausto, sentir en el fondo de tu corazón como la vida te arrebató todo, sentir como la casa que alguna vez estuvo llena de risas y sonidos, ahora no es más que una sala de 4 paredes donde retumban las voces como ecos, como recuerdos. Cuando llegaban a casa, miles y miles de ramos de flores, pero ¿de qué sirve? si ya no te veré con esos ojos brillantes por cada presente y obsequio, por esos detalles de la gente, ¿de qué sirve? escuchar cientos de palabras motivacionales, si mi mente no logra procesarlas...

Luego de tu funeral, las cosas que solían ser coloridas y con sentido, dejaron de serlos; la luna ya no brillaba como antes, perdí la fe de salir de la oscuridad, me era imposible poder encontrarme con una mariposa, ya no tenía ganas de salir a ningún lado, no tenía apetito:

- Esteban, debes comer, debes alimentarte, no estás bien- Una y otra vez, escuchaba la misma secuencia de palabras, era aburrido.

Lloré tanto que aún tenía ganas de sacar miles de lágrimas más, pero mis ojos ya no podían; mi vida era un desastre, perdí muchas amistades por mi situación, pero no los culpo, yo también me perdí a mi mismo, nunca fueron amistades verdaderas. Jamás te culpe de nada, porque nunca fuiste un error, fuiste lo mejor de mi vida, siempre me repetías que debía aprender de cada problema y error, pero ya no estás aquí para recordarme eso.

Me irritaba fácilmente, comencé a tener ataques de ansiedad muy seguido, dolía el pecho, tenía un miedo constante que no hallaba cómo desaparecer, me costaba dormir, despertaba a lo menos 7 veces en la noche, me costaba respirar, me sentía culpable cada segundo; te fuiste para siempre, y tenía tantas preguntas que se perdieron porque tú eras la respuesta.

Un día recibí una llamada de un número desconocido, mientras recogía mis fuerzas para contestar.

-¿Quién carajos será?- me pregunté en voz alta con el mejor de mis ánimos, en pocas palabras, el peor de los ánimos. Descubrí que era tu madre...quería charlar sobre ti. Al juntarnos, nos reímos tanto de tus fotos de chiquita, de tus locuras, tu madre tenía la misma mirada tuya, alegre y brillante.

- Ahí está la Emi cuando era una bebé, tenía unos ojos muy grandes- Decía tu madre mientras mirábamos y nos reíamos de cada fotografía, cada travesura tuya, pero a la vez, ambos intentábamos aguantar las lágrimas, y no llorar, yo lo se.

En un momento, me sorprendí, de alguna forma leyó a mi corazón y me prestó ayuda, me paso un número para agendar una cita con una psicóloga a lo cual hice caso y acepté la ayuda.

- Se que te duele, se que sufres mucho, a todos nos duele, porque ella era especial- dijo liberando de una vez por todo el aguacero de los ojos.

- Es que...-dije intentando calmarme, -la extraño mucho, no puedo creer, de un momento a otro ella ya no estaba en mis brazos, y me duele tanto, pero tanto el corazón, no logro comprender a mi cuerpo, a mi vida, no se que está sucediendo- dije con las pocas fuerzas que tenía mi alma, llorar era mi única opción, no pude sostenerme más.  Quiero soltarte y dejar ir, quiero amarte pero no quiero que sufras, quiero que descanses. 

 

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Siento los latidos de tu corazón 🦋🫀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora