El invierno se desvaneció lentamente, dando paso a la primavera. El clima se volvió más cálido, y los días se alargaron. La noticia de que la familia de Jace no se mudaría trajo una sensación de alivio y alegría, tanto para nosotros como para nuestros amigos. Sin embargo, con el final del año escolar acercándose, sabíamos que el tiempo que teníamos juntos estaba contado. Las vacaciones de verano y el futuro incierto que nos esperaba después de la graduación añadían una nueva capa de ansiedad a nuestra relación.
Una tarde de abril, Jace y yo decidimos escaparnos al lago para pasar el día juntos. Nos sentamos en una manta, observando el agua brillar bajo el sol.
-¿Has pensado en qué vas a hacer este verano?-me preguntó Jace, rompiendo el silencio.
-Sí, he estado considerando hacer una pasantía en la editorial local-dije-. Quiero ver si realmente me gusta el trabajo editorial.
Jace sonrió, mirando al agua.
-Suena genial, Maya. Yo he estado pensando en trabajar en el taller de mi tío. Siempre me ha gustado la mecánica, y creo que sería una buena experiencia.
-Me parece una gran idea-dije, apoyando mi cabeza en su hombro-. Pero, ¿qué pasa con después del verano? ¿Has decidido qué vas a hacer después de la graduación?
Jace suspiró, acariciando mi cabello.
-He estado pensando en ir a una universidad local. No quiero alejarme demasiado de casa, y creo que podría ser una buena oportunidad para encontrar mi camino.
-Me alegra oír eso-dije, sintiendo un alivio en mi corazón-. No puedo imaginarme no tenerte cerca.
Nos quedamos en silencio, disfrutando del momento juntos. Sabía que el futuro estaba lleno de incertidumbres, pero también sabía que, mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier cosa.
Los días pasaron rápidamente, y pronto nos encontramos en la recta final del año escolar. Los exámenes finales y las ceremonias de graduación ocupaban la mayor parte de nuestro tiempo, pero siempre encontrábamos momentos para estar juntos. Nuestras tardes de estudio se habían convertido en algo más, un recordatorio constante de que, sin importar lo que el futuro nos deparara, siempre tendríamos esos recuerdos.
Una tarde, mientras estábamos en mi casa, Jace sacó un sobre de su mochila.
-¿Qué es eso?-pregunté, curiosa.
-Es una carta de aceptación a la universidad local-dijo, sonriendo tímidamente-. Me aceptaron, Maya. Voy a quedarme aquí.
Sentí una oleada de emoción y felicidad. Lo abracé con fuerza, sin poder contener mi alegría.
-¡Eso es increíble, Jace! Estoy tan orgullosa de ti.
-Gracias, Maya-dijo, abrazándome de vuelta-. No podría haberlo hecho sin tu apoyo.
La graduación fue un torbellino de emociones. Estábamos todos reunidos, celebrando nuestros logros y despidiéndonos de una etapa importante de nuestras vidas. Mientras estábamos allí, en medio de los aplausos y las felicitaciones, sentí una mezcla de tristeza y esperanza. Sabía que el futuro estaba lleno de incertidumbres, pero también sabía que, mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier cosa.
Después de la ceremonia, Jace y yo nos alejamos del bullicio para tener un momento a solas. Nos sentamos en un banco del parque, observando el atardecer.
-¿Sabes?-dijo Jace, tomando mi mano-. Nunca imaginé que este año sería así. Pero estoy agradecido por cada momento que hemos compartido.
-Yo también-dije, apoyando mi cabeza en su hombro-. Este ha sido el mejor año de mi vida, y no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro.
Nos quedamos en silencio, disfrutando del momento. Sabía que había desafíos por delante, pero también sabía que, mientras estuviéramos juntos, podríamos superar cualquier obstáculo. Y mientras observábamos el sol desaparecer en el horizonte, sentí una paz y una esperanza que nunca antes había experimentado.
El verano comenzó con una energía renovada. Jace y yo estábamos emocionados por nuestras nuevas aventuras: él trabajando en el taller de su tío y yo empezando mi pasantía en la editorial. Nuestros días estaban llenos de trabajo y nuevos desafíos, pero siempre encontrábamos tiempo para estar juntos.
Un día, mientras estábamos caminando por el parque, Jace se detuvo y me miró con una expresión seria.
-Maya, he estado pensando en algo.
-¿Qué pasa?-pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.
-Quiero que hagamos una promesa-dijo, tomando mis manos entre las suyas-. No importa lo que suceda, no importa a dónde nos lleve la vida, quiero que siempre nos apoyemos y nos recordemos lo importantes que somos el uno para el otro.
Sonreí, sintiendo una calidez en mi corazón.
-Lo prometo, Jace. Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.
-Yo también, Maya-dijo, sonriendo-. Pase lo que pase, siempre te llevaré en mi corazón.
Nos abrazamos, sintiendo una conexión que iba más allá de las palabras. Sabía que había muchos desafíos por delante, pero también sabía que, mientras tuviéramos esa promesa, podríamos enfrentar cualquier cosa juntos.
Y así, con el verano extendiéndose ante nosotros y el futuro lleno de posibilidades, nos enfrentamos a cada nuevo día con esperanza y determinación, sabiendo que, pase lo que pase, siempre tendríamos nuestro amor y nuestra promesa para guiarnos.
ESTÁS LEYENDO
La carta que nunca te escribí
RomanceMaya una chica extrovertida y muy decidía de cómo quiere ser su futuro, quiere estudiar en harvard para poder tener exito ¿Lo conseguirá? Jace un chico tímido y muy poco decidió a lo que hacer hasta que alguien entra en su vida sin planificarlo y lo...