Capítulo 12

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La noticia de la infidelidad de Jace cambió la atmósfera en nuestra casa de inmediato. La confianza y la seguridad que una vez sentí parecían haber sido arrancadas de raíz. Durante las siguientes horas, las palabras apenas podían salir de mi boca. Estaba en shock, incapaz de comprender cómo Jace pudo haber traicionado nuestro amor de esa manera.

Aquella noche, después de un silencio largo y cargado, la tormenta de emociones finalmente explotó. Jace y yo nos encontrábamos en la sala de estar, cada uno en un extremo del sofá, y el ambiente era pesado, lleno de tensión.

-¿Cómo pudiste, Jace? -pregunté, mi voz temblando de dolor y rabia-. Pensé que lo que teníamos era especial. ¿No significó nada para ti?

-Maya, fue un error. Estaba confundido y vulnerable. Sabes cuánto te amo -respondió Jace, su voz llena de desesperación.

-Pero elegiste engañarme -dije, sintiendo las lágrimas correr por mis mejillas-. Elegiste traicionar nuestra relación en lugar de hablar conmigo, de buscar una solución juntos.

-No significa que no te ame, Maya. Significa que soy humano y cometí un error horrible. Por favor, dame la oportunidad de enmendarlo -dijo Jace, acercándose a mí con los ojos llenos de lágrimas.

Me alejé, incapaz de soportar su cercanía en ese momento. La traición estaba demasiado fresca, demasiado dolorosa.

-No puedo, Jace. No puedo seguir pretendiendo que todo está bien cuando mi corazón está roto. Necesito tiempo para pensar, para decidir qué es lo mejor para mí -dije, mi voz apenas un susurro.

Jace se quedó en silencio, la desesperación en sus ojos se transformó en una tristeza profunda. Sabía que mis palabras eran ciertas, que había destrozado algo precioso entre nosotros.

-Maya, por favor, no te vayas. Hablemos, intentemos arreglar esto juntos -dijo Jace, tratando de acercarse una vez más.

Me levanté del sofá, sintiendo una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que necesitaba espacio, que necesitaba tiempo para sanar y decidir qué camino tomar.

-Lo siento, Jace. Pero no puedo quedarme aquí. Necesito estar sola, lejos de todo esto -dije, tomando mi bolso y dirigiéndome hacia la puerta.

Jace no dijo nada más, solo me observó con lágrimas en los ojos mientras salía de la casa. Al cerrar la puerta detrás de mí, sentí una ola de emociones abrumadoras. El dolor de la traición, la tristeza por lo que habíamos perdido, y la incertidumbre sobre el futuro. Pero también sentí una chispa de esperanza, una pequeña llama que me recordaba que tenía el poder de decidir mi propio destino.

Caminé sin rumbo fijo durante un tiempo, permitiendo que el aire fresco de la noche me calmara. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también sabía que necesitaba este espacio para encontrar claridad y fuerza. Con el corazón pesado pero lleno de determinación, me adentré en la noche, lista para enfrentar el siguiente capítulo de mi vida, donde tendría que descubrir si había espacio para la redención, el perdón, y si el amor que compartíamos era lo suficientemente fuerte para superar la sombra de la traición.

La carta que nunca te escribíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora