Capítulo 6

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El verano avanzó rápidamente, y con él vinieron nuevos desafíos y oportunidades. Jace y yo nos adaptamos a nuestras rutinas: él en el taller de su tío, aprendiendo los secretos de la mecánica, y yo en la editorial, sumergida en el mundo de los libros y las publicaciones. Aunque nuestros días estaban llenos de trabajo, siempre encontrábamos momentos para estar juntos, compartiendo nuestras experiencias y apoyándonos mutuamente.

Una tarde, mientras caminábamos por el centro de la ciudad después de un largo día de trabajo, Jace sugirió que fuéramos a nuestra cafetería favorita.

-Necesito un café helado después de este día-dijo, sonriendo

-¡Me parece una excelente idea!-respondí, entusiasmada.

Nos dirigimos a la cafetería y, una vez allí, pedimos nuestras bebidas y nos sentamos en nuestra mesa habitual, cerca de la ventana. La luz del atardecer se filtraba a través del vidrio, creando un ambiente cálido y acogedor.

-¿Cómo estuvo tu día?-preguntó Jace, tomando un sorbo de su café.

-Fue interesante. Hoy me dejaron ayudar en la revisión de un manuscrito para un autor nuevo. Fue emocionante ver cómo se da forma a una historia desde el borrador inicial hasta el producto final-dije, sintiendo la emoción en mi voz.

-Me alegra que estés disfrutando tanto de tu pasantía-dijo Jace, sonriendo-. Yo tuve un día bastante agotador. Tuvimos que reparar un motor que parecía imposible de arreglar, pero al final lo logramos.

-¡Eso suena increíble! Eres muy talentoso, Jace-dije, sintiendo una mezcla de admiración y orgullo.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de nuestra compañía y del ambiente relajado de la cafetería.

-Maya, he estado pensando mucho en nosotros últimamente-dijo Jace, rompiendo el silencio.

-¿En serio? ¿Sobre qué?-pregunté, curiosa.

-Sobre nuestro futuro. Sé que ambos estamos ocupados con nuestros trabajos y que el verano está pasando rápidamente. Pero quiero asegurarme de que, sin importar lo que pase, siempre encontremos tiempo para nosotros-dijo, mirándome a los ojos.

-Estoy de acuerdo, Jace. Este verano ha sido increíble, y no quiero que nada cambie entre nosotros-dije, sintiendo una oleada de emoción.

-Bien-dijo Jace, sonriendo-. Porque tengo una idea.

-¿Cuál es?-pregunté, intrigada.

-¿Qué te parece si hacemos un viaje juntos antes de que el verano termine? Algo especial, solo tú y yo. Podríamos ir a la montaña, al lago, a algún lugar tranquilo donde podamos relajarnos y disfrutar de nuestro tiempo juntos-dijo, con entusiasmo.

-¡Me parece una idea maravillosa!-respondí, emocionada-. Un viaje sería perfecto.

Pasaron las semanas y, finalmente, llegó el día de nuestro viaje. Decidimos ir a una cabaña en las montañas, un lugar aislado y pintoresco que prometía ser el escape perfecto del bullicio de la ciudad. Empacamos nuestras cosas y, con una mezcla de emoción y anticipación, nos dirigimos hacia nuestro destino.

El viaje en coche fue lleno de risas y conversaciones sobre nuestros sueños y planes para el futuro. Cuando llegamos a la cabaña, nos sorprendió la belleza del lugar. La cabaña estaba rodeada de árboles altos y frondosos, y desde la terraza se podía ver un lago cristalino que reflejaba el cielo azul.

-Esto es increíble-dije, maravillada por la vista.

-Sí, es perfecto-dijo Jace, tomándome de la mano-. Vamos a tener un fin de semana increíble aquí.

Pasamos los días explorando los alrededores, caminando por los senderos y nadando en el lago. Las noches las pasábamos junto a la chimenea, hablando de todo y de nada, simplemente disfrutando de nuestra compañía.

Una noche, mientras estábamos sentados en la terraza, mirando las estrellas, Jace se volvió hacia mí con una expresión seria.

-Maya, quiero decirte algo.

-¿Qué pasa?-pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

-Quiero que sepas que, sin importar lo que pase, siempre estaré aquí para ti. Este verano ha sido increíble, y no puedo imaginar mi vida sin ti-dijo, tomándome de las manos.

-Yo también, Jace. Eres la persona más importante en mi vida, y no quiero que eso cambie nunca-dije, sintiendo las lágrimas llenando mis ojos.

Nos abrazamos bajo las estrellas, sintiendo una conexión profunda y duradera. Sabíamos que el futuro estaba lleno de incertidumbres, pero también sabíamos que, mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier cosa.

El viaje terminó demasiado pronto, y pronto nos encontramos de vuelta en la ciudad, enfrentando nuestras rutinas diarias. Pero la memoria de esos días en la cabaña quedó grabada en nuestros corazones, un recordatorio constante de nuestro amor y nuestra promesa.

Con el final del verano acercándose, sabíamos que nuevos desafíos nos esperaban. Pero también sabíamos que, mientras tuviéramos el uno al otro, podríamos superar cualquier obstáculo. Y así, con el corazón lleno de esperanza y determinación, nos enfrentamos a cada nuevo día, sabiendo que nuestro amor sería siempre nuestra guía.

La carta que nunca te escribíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora