Susurros del abismo

Rabia

Con curiosidad infantil deja su escondite
Sigue las voces,
Y de puntillas
Se adentra en la cocina.

El ruido es fuerte, tanto que duele.
Aquí ya no hay una puerta que la proteja.

Ellas dan miedo,
Da miedo ver tanto odio en su mirada.

La rabia sale de ellas,
Está presente en cada espacio de su ser,
En sus gritos,
En cada palabra soez,
En cada uno de los golpes que con vehemencia le propinan a la otra.

El crujido de la cabeza al impactar con la pared,
Se ha vuelto un sonido repetitivo,
Agudo y angustioso.
Lo único que puede escuchar,
Lo único que la distrae mientras ve cómo pelean como animales.

Lo que vio en ellas,
Rabia,
Es un sentimiento bien conocido,
Casi como un viejo amigo.

Le dio la fuerza para luchar,
Para acertar un golpe más,
La animó a gritar, a hablar,
La hizo querer ser escuchada, querida, amada.

También cometió atrocidades en nombre de la rabia,
Como cuando sus ojos llenos de lágrimas,
Se posaron por primera vez sobre aquella navaja,
Cuando el dolor se transformó en palabras mordaces,
En risas crueles,
En golpes que dejarían marca.

Con miedo del dolor que podría causar, la encerró
ocultó la rabia que se fue acumulando con los años,
Que crecía con cada injusticia que contra su persona fue cometida,
Con cada insulto, con cada risa, con cada maldita mentira.

Envuelta en la profunda oscuridad, vive la rabia acumulada, porque en el fondo, cuando exploto por todas aquellas cosas de apariencia insignificante, sé que solo estoy dejando salir parte de todo lo que durante años se fue acumulando.