Capítulo 4: Tres Días de Conflicto

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El primer día en la cueva fue un ejercicio en paciencia y tolerancia, virtudes que ni Scaramouche ni Kazuha poseían en grandes cantidades. El dolor de sus heridas y la tensión de su reciente enfrentamiento solo empeoraban la situación. A la mañana siguiente, la luz del sol se filtró tímidamente a través de la entrada de la cueva, iluminando los rostros de los dos enemigos, ahora aliados por necesidad.

"Tenemos que encontrar comida", declaró Kazuha, rompiendo el incómodo silencio. Se levantó, moviendo con cuidado su brazo herido.

Scaramouche se limitó a observarlo con desdén. "¿Y cómo propones que lo hagamos? Estamos en medio de un terreno desconocido, y ambos estamla heridos."

"Podemos buscar frutos silvestres o pescar en algún arroyo cercano", sugirió Kazuha, ignorando el tono sarcástico de Scaramouche.

"No eres más que un soñador, Kazuha", replicó Scaramouche. "Esta no es una de tus poesías. Aquí fuera, la realidad es mucho más dura."

A pesar de sus diferencias, salieron juntos de la cueva, ambos cojeando y sosteniéndose las heridas. La tensión entre ellos era palpable, cada uno desconfiando del otro, pero conscientes de que necesitaban colaborar para sobrevivir.

El primer desacuerdo surgió al intentar buscar agua. Kazuha insistía en dirigirse hacia un grupo de árboles frondosos que, según él, indicaban la presencia de un arroyo cercano. Scaramouche, por otro lado, quería seguir su propio instinto y dirigirse hacia una zona más despejada.

"Si no confías en mí, haz lo que quieras", espetó Kazuha, visiblemente molesto. "Pero no sobrevivirás mucho tiempo sin agua."

Scaramouche frunció el ceño, su odio visible en sus ojos. "No necesito tus lecciones, samurái."

Finalmente, decidieron dividirse para cubrir más terreno. Pero, tras una hora de búsqueda infructuosa, ambos regresaron al punto de partida, exhaustos y aún más irritados. Kazuha había encontrado el arroyo, lo que no hizo más que avivar el resentimiento de Scaramouche.

El segundo día fue peor. La falta de comida empezaba a afectar su ánimo y su capacidad de tolerancia. Se embarcaron en una discusión acalorada sobre cómo encender un fuego. Kazuha intentaba usar piedras y ramas secas, mientras que Scaramouche prefería métodos más rápidos y agresivos, aunque menos efectivos en su situación actual.

"¡Eres un incompetente!", gritó Scaramouche, pateando las ramas que Kazuha había recogido. "¡Esto no va a funcionar!"

"¡Entonces hazlo tú!", respondió Kazuha, su voz elevándose. "Pero cuando falles, no esperes que te ayude."

Finalmente, tras horas de intentos fallidos y recriminaciones mutuas, lograron encender un pequeño fuego. A pesar de su éxito, el resentimiento entre ellos no disminuyó. Las llamas del fuego eran un reflejo de la ira y la frustración que sentían el uno hacia el otro.

El tercer día trajo consigo una lucha por el liderazgo. Ambos tenían personalidades fuertes y estaban acostumbrados a mandar, no a seguir. Kazuha quería explorar los alrededores para buscar comida, mientras que Scaramouche insistía en quedarse cerca de la cueva y conservar sus fuerzas.

"Tu idea nos va a matar de hambre", dijo Kazuha con amargura.

"Y la tuya nos dejará indefensos y débiles", replicó Scaramouche. "Necesitamos energía si queremos sobrevivir."

"Dios, ¿No puedes simplemente usar tu mente un poco? ", Dijo molesto analizando la tonta idea de Scaramouche.

"¿Y quién te nombró líder, Kaedehara?", preguntó Scaramouche con sarcasmo. "¿Crees que por ser más calmado eres más inteligente?"

Kazuha apretó los dientes, conteniendo su ira. "No se trata de ser líder, Scaramouche. Se trata de hacer lo necesario para sobrevivir."

Al final, decidieron seguir el plan de Kazuha, no sin quejas y murmuraciones de parte de Scaramouche. Mientras exploraban, se encontraron con un pequeño grupo de arbustos cargados de bayas. La satisfacción de haber encontrado comida fue mitigada por la continua fricción entre ellos.

Los tres días se sintieron como una eternidad. Cada decisión, cada pequeña tarea, se convertía en una fuente de conflicto. Sin embargo, a pesar de las constantes peleas, lograron sobrevivir, adaptándose a las circunstancias y encontrando formas de coexistir.

La desconfianza y el odio aún ardían entre ellos, pero en algún rincón de sus corazones, empezaba a surgir una tenue chispa de respeto mutuo. Ambos sabían que, aunque seguían siendo enemigos, dependían el uno del otro para sobrevivir.

ᶜᵒʳᵃᶻᵒⁿᵉˢ ᵉⁿ ᴳᵘᵉʳʳᵃ ᴬˡᵐᵃˢ ᵉⁿ ᴾᵃᶻ ¦ ᴷᵃᶻᵘˢᶜᵃʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora