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vi ; all the lights are sparkling for you it seems (once upon a time)

Miami, Florida, 2001

Nikolai sonríe desde el otro lado de la discoteca. Louis sacude el cigarro que tiene entre los dedos, y piensa que de pronto ya no quiere fumar más. Tira el cigarro en el piso aunque apenas acaba de encenderlo, y se encamina de vuelta adentro.

Cruza el mar de gente que se le abalanza sobre él apenas pone un pie dentro del agujero negro de luces de neón que es la pista de baile, la música hace vibrar el piso. Quiere llegar a dónde está Nikolai lo antes posible.

Quizás sea el efecto del alcohol o de la marihuana, pero siente que necesita tener sus manos sobre Nik cuanto antes. Cómo si el rubio lo hubiera embrujado y lo único que necesita para tener a Louis en sus manos es mirarlo así, bajo los flashes de las luces cegadoras del club y una sonrisa tonta en los labios.

Quiere poner sus manos sobre Nikolai y besarle el cuello y sentir el aroma del sudor que lo cubre, quiere morderle la piel de la espalda y acariciarle el pelo. Cómo si el rubio lo hubiera hechizado, joder, que Louis siente que podría perder el control.

No le pasa seguido, y Louis lo sabe, y por eso cada vez que ocurre, quiere aprovecharlo lo máximo posible. No es una ocurrencia normal que Nikolai lo queme de esta manera, que el rubio signifique algo en su vida.

Llevan casi un año en esto, tonteando. Para Louis es una tontería, un juego de niños muy divertido. Nik es inteligente, guapísimo, divertido, tanto que a Louis no le cuesta nada el pasar noches (y días) a su lado. La novedad no se acaba nunca: en los últimos meses habían estado en California, habían viajado a la campiña inglesa, luego a los bares underground de Londres, habían ido por un fin de semana a París, ahora Miami y el próximo destino pretendía ser Praga.

Es puro éxtasis, chispa y fuego inmediato cuando están juntos. Pero Louis no se atreve a admitir en voz alta que él sabe que para Nik es mucho más serio que un simple juego. No quiere romper la burbuja en la que flotan, cómodos y plácidos, a través del torbellino.

Se da cuenta de que las pocas veces que pasa, las pocas veces que Nikolai logra romper la barrera que Louis le impone, y logra llegar a Louis silenciosa y torpemente, Nikolai llega a derribar la barrera con toda la fuerza del mundo. Lo descoloca, le hace perder el equilibrio. Y pasa pocas veces, pero las pocas veces que pasa es como si lo engullera a Louis, completamente. Cómo si la idea de Nikolai en su cabeza se volviera una presencia sofocante y enorme que lo abraza y no lo dejara ir.

Pasa pocas veces, lo sabe y le apena. Quiere de alguna manera compensárselo al rubio.

Finalmente llega donde está Nik. Apenas puede lo atrapa por la cintura y lo empuja hacia él. El cuerpo de Nikolai choca con el suyo y ambos se tropiezan, cayendo hacia atrás y chocando con la pared.

Louis mete las manos en el bolsillo izquierdo de la campera, rebuscando hasta que sus dedos rozan con el plástico. Saca la bolsita, minúscula, pero rellena hasta el tope de cocaína, y la sostiene en frente del rostro del rubio.

Nik mira a la bolsa por un segundo, la sonrisa todavía en su rostro.

—¿Qué es eso?

Pregunta, y genuinamente todavía no se ha dado cuenta. El alcohol también le pasaba factura y Nik está más concentrado en el calor del cuerpo de Louis contra el suyo, en los labios húmedos de Louis cerca de los suyos. Pero entonces Louis lo ve entrecierra los ojos e inclina la cabeza hacia un lado antes de acercarse a Louis, y la sonrisa se desvanece de su cara.

—Cocaína, —Louis dice.

—¿De dónde sacaste eso, sólnyshka?

Conejito. El acento de Nikolai todavía es rudimentario, marcado por su lengua materna, no lleva tanto tiempo en Estados Unidos como para que se le pegue el acento y el entenderlo se está volviendo cada vez más difícil esta noche, Louis piensa.

open me up, tell me you like it (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora