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Paz. Lo unico que necesitaba de ese fin de semana era paz. El universo tenía que darle una tregua, un parón a la lista de putadas con las que se había divertido ultimamente a su costa. Se lo merecía bastante.

Sobraba decir que lo ocurrido con Enzo en su coche había sido una tortura constante a lo largo de la noche. Es mas, apenas había dormido 3 horas. No era para menos. Lo único que podía darle algo de alivio era saber que se había acabado. Por lo menos la parte sexual de su "relación" ya que en teoría habían quedado como amigos. Ojala supiera que significaba exactamente ser amiga de Enzo Colloricchio.

Nada mas despertarme ya habia avisado a mi madre que pretendía quedarme encerrada en mi habitación todo el día y por suerte, como ella también tenía una montaña de examenes que corregir no la había interrogado mucho antes de meterse en el despacho de arriba. A mi padre le tocaba inventario, lo que signficaba que la casa estaría practicamente vacía. Era el momento ideal para ese poquito de paz.

Eran sobre las 11 cuando termino de desayunar y me dispongo a ver una pelicula ñoña y aburridisima por la tele pero el ding del timbre chafa por completo mis planes.

Cruzo los dedos a la espera de que solo sea alguien que se ha equivocado de casa.
Abro la puerta y la rubia de ojos verdes mas guapa de la ciudad me mira con cara de pocos amigos y brazos cruzados.

—No parece que estuvieras a punto de ir a pedirme perdón —suelta a modo de reproche y entra en la casa.

Sabía que tenía que hablar con Lila tarde o temprano, lo que no sabía era que sería tan temprano.
¿Tenía yo derecho a esatar enfadada?¿Lo tenía ella? Hasta donde yo entendía ambas cometimos errores esa noche pero ella es la que habia estado ocultandome cosas.
Cierro la puerta y me siento en el sofá en el que mi amiga comodamente se había instalado.
Seguía con esa mirada de "hija de abogados" que le había enseñado sus padres cuando lo que quería era hacer hablar al que tenía delante.

—¿Cuando pensabas decirme que tenías a Enzo viviendo bajo tu techo? —ataco primero.

—Kate ¿Para qué? ¿Para que fueras a buscarlo? ¿Para que te torturaras noche tras noche?

Su tono había bajado un punto y era de agradecer. Tampoco tenía derecho a venir pidiendome explicaciones como una santa. El beso de los dos iba a tardar mucho en borrarse de mi retina.

—Pues porque eres mi amiga Lila, la única que sé que no me esconde nada y me lo dice todo a la cara. O eso creía yo —le recrimino — Lo estaba pasando mal sin saber nada de él y tu lo sabías.

—No nos haciamos las uñas el uno al otro todas las noches ni bebiamos un vaso de leche caliente y nos contabamos los secretitos.

—Pues pareciais muy amigos en la discoteca.

—Es que cuando no estas prendada de sus ojitos puedes llegar a hacerte amigo de alguien con facilidad.

Cruzo los brazos molesta, no me gustaba que me hablará como si yo fuera tonta.

—Kate, perdona ¿vale? No te dije nada porque no había nada que contar, solo hacía que salir de fiesta con Javi y acostarse con tías, no creí que eso fuera algo que necesitaras saber.

Trago saliva e intento que no me afecte pero es imposible. Ya sabía que él no habia perdido el tiempo durante ese mes pero oírlo de esa manera era bastante desagradable.

—Gracias pero no necesito que me protejas, era algo que tenías obligacion de contarme —sueno enfadada y lo estoy, pero no con ella.

—¿Y lo de mi hermano no te parece algo que tenías que contarme?

Mi versión de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora