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Vuelvo a mirarme por tercera vez en la noche en el espejo.
Depilación, plancha, maquillaje y la modista Begoña como ayudante.

Nos habíamos decidido por un vestido sencillo, con algo de vuelo rosa palo y una coleta alta, elegante y sexy a la vez. No es que mi madre supiera las intenciones de su hija para esa noche, era solo que siempre intentaba que me viera especialmente guapa.

Me aliso el vestido y sin pretenderlo pienso en aquella horrible noche.

Llevaba un vestido claro también, no muy corto pero lo suficiente como para que los tres chavales lo levantaran con fuerza arrancando mi ropa interior a tirones. No habían podido llegar muy lejos y sabía lo increíblemente afortunada que era por ello pero el roce de su miembro en mi sexo era algo que me había costado horrores poder olvidar.

Nunca lo había conseguido con Kevin, no estaba preparada y me convencí a mi misma de que no lo estaría.

Luego llego Enzo e hizo que sintiera un deseo y una pasión desconocida para mi.

Me hizo ver que cuando es mutuo es una maravilla. Consiguió que saliera de mi caparazón sin el mas mínimo esfuerzo y sin ni siquiera pretenderlo.

Borro todo esos horribles recuerdos de mi cabeza y me centro en el presente. Javier era tierno, respetuoso y me gustaba, sabía que no me arrepentiría de aquello y estaba segura de lo que quería hacer.

Mi madre me avisa de que el chico ya ha llegado y salgo, echando un último vistazo al espejo y despidiéndome de la Kate asustadiza que se quedaba atrás.

Javi me espera dentro del coche, nada mas entrar me recibe con una sonrisa de oreja a oreja.

-Como siempre, preciosa -me besa la mejilla con delicadeza.

Le devuelvo la sonrisa, sincera. Si que me sentía muy a gusto con él.

-Estas muy guapo tu también oye -le respondo.

Llevaba un polo rojo granate y unos pantalones vaqueros, mucho mas informal que de costumbre pero igual de radiante.

-Lo primero que tengo que decirte es que siento lo gilipollas que he sido durante estos días. El hecho de que me encantes como lo haces no justifica que me comporte así y mucho menos después de lo que has pasado con tu familia -se disculpa.

Recibo sus palabras con alivio. Tenía miedo que siguiera con algo de rencor por todo lo que había pasado y aunque no pensaba decírselo era normal que tuviera sus dudas y sus miedos.
Ni siquiera yo estaba segura al 100% de nada como para pedirle a él que lo estuviera.

Me acerco y le planto un beso en los labios, beso que alarga juntando su lengua con la mía. El cosquilleo me recuerda lo mucho que me gustaba ese chico y me siento segura por momentos.

-Quiero que esta noche solo pensemos en nosotros dos ¿Es posible? -le pido melancólica

-Eso esta hecho -me jura y arranca el coche -Hoy cenamos en mi casa, quiero algo mas intimo -me informa.

El miedo se mezcla con las ganas y forman un coctel interesante. Me dejo llevar y apoyo la espalda en el asiento. La música es agradable y la presencia de Javi me relaja. Pasamos todo el camino hablando y riendo lo que hace que me sienta todavía mejor.

Llegamos a su casa y tiene preparada una mesa en medio del jardín. Alrededor hay cientos de velas y pétalos de rosa que junto con una cena perfectamente servida hacen una estampa única. Un camarero nos saluda, coge una botella de vino y empieza a descorcharla.

Siento que estoy en medio de una de una película romántica.

-Te has pasado mil pueblos -le digo boquiabierta.

Mi versión de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora