Chispas

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La mañana siguiente al partido, Clara se despertó con una sonrisa en la cara. Los recuerdos de la noche anterior bailaban en su mente como un sueño feliz. No solo había visto a Laura Martínez jugar en persona, sino que también había hablado con ella. Aún no podía creerlo. La energía de la fiesta, la conexión instantánea, y esa sonrisa cálida que Laura le había dedicado. Todo parecía sacado de un cuento de hadas.

Se levantó de la cama y se estiró, sintiendo una emoción vibrante en su pecho. Bajó las escaleras, encontrándose con su madre en la cocina. Marta, siempre ocupada con el desayuno y las tareas matutinas, le lanzó una mirada curiosa.

"Alguien parece estar de buen humor hoy," comentó Marta, levantando una ceja mientras preparaba el café.

"Sí, mamá. Ayer fue un día increíble," respondió Clara, tomando una manzana del frutero. "El partido fue alucinante y luego... conocí a Laura Martínez en la fiesta."

Marta se detuvo un momento, sorprendida. "¿Laura Martínez? ¿La futbolista?"

Clara asintió con entusiasmo. "Sí, y fue tan amable. Hablamos un buen rato."

"Eso suena emocionante, cariño. Pero recuerda, las estrellas del deporte tienen vidas muy ocupadas," dijo Marta con un tono protector. "No te hagas muchas ilusiones."

"Lo sé, mamá. Pero fue un momento especial," replicó Clara, dándole un mordisco a la manzana.

Más tarde, en la universidad, Clara no podía dejar de pensar en Laura. Mientras caminaba por el campus, sus pensamientos se centraban en los momentos que compartieron en la fiesta. ¿Habría sentido Laura la misma conexión? ¿La recordaría? Estas preguntas revoloteaban en su mente como mariposas inquietas.

En su primera clase del día, Julia se sentó a su lado, con una sonrisa cómplice. "¿Aún pensando en tu encuentro con Laura?" preguntó, dándole un codazo amistoso.

"Sí, no puedo sacármela de la cabeza," admitió Clara, suspirando. "Fue tan surrealista."

"Bueno, quién sabe. Quizás esto sea solo el comienzo," dijo Julia con un guiño. "¿Has pensado en escribirle?"

Clara se quedó pensativa. La idea de enviarle un mensaje a Laura la emocionaba y aterrorizaba a partes iguales. Pero antes de poder responder, su teléfono vibró. Lo sacó del bolsillo y vio una notificación de Instagram. Era un nuevo seguidor.

Laura Martínez había comenzado a seguirla.

El corazón de Clara dio un vuelco. Miró a Julia con ojos desorbitados. "¡Laura me ha seguido en Instagram!"

Julia soltó una carcajada. "¡Eso es increíble! Debes escribirle, ahora mismo."

Temblando de nervios, Clara abrió la aplicación y escribió un mensaje:

"Hola, Laura. Fue genial conocerte anoche. ¡Tu gol fue impresionante! 😊"

Apretó enviar antes de que pudiera cambiar de opinión. Julia la miró con aprobación. "Valiente, me gusta."

Los minutos que siguieron fueron una tortura. Clara intentaba concentrarse en la clase, pero sus ojos volvían una y otra vez a la pantalla de su teléfono. Finalmente, durante el receso, llegó la respuesta.

"Hola, Clara. ¡Gracias! Fue genial conocerte también. 😊"

Clara apenas podía contener su alegría. Julia la abrazó con fuerza. "¡Esto es solo el principio, Clara!"

Las siguientes semanas pasaron en un torbellino de mensajes y pequeñas interacciones en redes sociales. Clara y Laura compartían sus pensamientos, sueños y experiencias, construyendo una conexión cada vez más profunda. Aunque Laura seguía con Isabel, Clara no podía evitar sentir que había algo especial entre ellas.

Una tarde, mientras Clara repasaba sus notas en la biblioteca, recibió un mensaje inesperado de Laura: "¿Te gustaría ir a ver otro partido este fin de semana? Tengo entradas."

Clara sintió una oleada de felicidad y nerviosismo. Rápidamente respondió: "¡Claro! Me encantaría."

El sábado llegó rápido. Clara se encontró con Laura fuera del estadio. Laura estaba radiante, y Clara sintió su corazón acelerarse al verla. Juntas, entraron al estadio, donde Clara se encontró con un mundo que tanto amaba, pero esta vez con alguien que hacía todo aún más especial.

Durante el partido, Clara y Laura charlaron y rieron, compartiendo momentos que Clara nunca había imaginado vivir. Sin embargo, mientras disfrutaban del juego, Clara no podía evitar preguntarse cómo evolucionarían las cosas entre ellas. ¿Podría su amistad convertirse en algo más? Los sentimientos de Clara crecían cada día, y aunque sabía que la situación era complicada, no podía evitar sentir que estaba en el camino correcto, como si el destino las hubiera unido por una razón.

El partido terminó, y mientras salían del estadio, Laura tomó la mano de Clara, un gesto simple pero lleno de significado. Clara sonrió, sintiendo una chispa de esperanza. Pase lo que pase, estaba dispuesta a seguir adelante y ver dónde las llevaría este camino, por incierto que fuera.

La Conexión Del CampoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora