Dragón

37 5 0
                                    

Los días pasaban lentamente y la incertidumbre comenzaba a pesar sobre Clara. Las pruebas en Barcelona habían sido intensas, y ahora todo lo que le quedaba era esperar la respuesta que definiría su futuro. Mientras tanto, Laura estaba inmersa en su entrenamiento y los partidos, cada vez más exigentes. La presión de ambas vidas comenzaba a ser asfixiante, como si el peso de sus sueños se estuviera convirtiendo en una carga insoportable.

Aquella mañana, Clara se despertó con el pecho apretado. Desde que había vuelto de Barcelona, las cosas no iban del todo bien entre ellas. Las peleas eran más frecuentes y la tensión apenas se disipaba tras sus noches apasionadas. Se sentía fuera de lugar, como si estuviera luchando contra un dragón invisible que no dejaba de acecharla.

Laura estaba en la cocina, preparando su batido de proteínas mientras revisaba algunas estrategias del próximo partido en su móvil. Clara se acercó lentamente, intentando disimular el malestar que la consumía.

"Buenos días," murmuró Clara, intentando sonreír. Pero incluso sus palabras parecían pesadas.

"Buenos días, amor. ¿Cómo has dormido?" respondió Laura sin apartar la vista de su pantalla.

Clara se encogió de hombros. "Bien, supongo." Se sirvió un café y se sentó en la mesa, observando a Laura desde la distancia. Había algo en su rutina que hacía que Clara se sintiera aún más pequeña, más perdida.

La mañana transcurrió entre silencios incómodos. Laura se despidió con un beso rápido antes de irse al entrenamiento, y Clara se quedó sola en el apartamento, sintiendo que el espacio se encogía a su alrededor. Decidió salir a correr para despejar la mente, pero la sensación de opresión no desaparecía. Cada paso se sentía pesado, cada respiración era un esfuerzo.

De vuelta en casa, Clara se desplomó en el sofá, sintiendo cómo la ansiedad la invadía. Recordó la canción "Dragón" de Lola Índigo que había escuchado recientemente. Las letras resonaban en su mente, como si hablasen directamente de su propia lucha. Las palabras describían esa sensación de querer ser fuerte, de querer enfrentarse a sus miedos, pero sentirse atrapada, quemada por un fuego que no podía controlar.

Su respiración se aceleró, y el miedo comenzó a apoderarse de ella. Clara intentó calmarse, pero los pensamientos seguían agolpándose en su mente: "¿Y si no me aceptan en la Queens League? ¿Y si no soy suficiente para Laura? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?". Sintió como si un dragón se arremolinara en su pecho, sus garras apretando su corazón.

El pánico se desató. Clara se levantó de un salto y empezó a caminar de un lado a otro del apartamento, temblando. El aire parecía faltar, y sus manos sudaban mientras su cabeza daba vueltas. Buscó el móvil desesperadamente y marcó el número de Laura, pero esta no respondió. Estaba ocupada con su entrenamiento, y Clara se sintió aún más sola, como si estuviera en una pelea que solo ella podía ver.

Cuando Laura llegó más tarde, Clara estaba acurrucada en el sofá, con los ojos hinchados y la respiración entrecortada. Laura se alarmó al verla en ese estado. "¡Clara, cariño! ¿Qué ha pasado?"

Clara apenas pudo responder, su voz rota por el miedo y la frustración. "No puedo más, Laura. Siento que estoy perdiendo el control de todo."

Laura intentó abrazarla, pero Clara se apartó. "Clara, tranquila. Respira, estoy aquí."

"¡No lo entiendes!" gritó Clara, apartándose. "No entiendes cómo me siento, Laura. Todo esto es demasiado. Me siento atrapada en algo que no puedo controlar."

Laura se quedó en silencio, sin saber qué decir. "Clara, estoy intentando ayudarte..."

"¡Pero no es suficiente!" Clara explotó, dejando salir toda la angustia acumulada. "Siento que estoy peleando con un dragón que no puedo vencer. Me ahogo en esta relación, en mis sueños, en todo lo que quiero y no puedo conseguir. Y tú... parece que solo te importa el fútbol."

El comentario hirió a Laura más de lo que esperaba. "Eso no es cierto. Estoy aquí para ti, siempre lo he estado."

Clara negó con la cabeza, lágrimas corriendo por sus mejillas. "No lo sientes, Laura. No sientes lo que yo siento."

Laura quiso acercarse, pero algo en la mirada de Clara la detuvo. "¿Qué quieres que haga, Clara? No sé cómo ayudarte si no me dejas."

Clara se apartó, sintiendo cómo el abismo entre ellas se hacía más grande. "No lo sé, Laura. No lo sé."

La conversación quedó en un punto muerto, lleno de palabras no dichas y sentimientos no resueltos. Laura se marchó al dormitorio, dejándola sola en la sala, con la ansiedad aún palpitando en su pecho. Clara se quedó en silencio, abrazada a su propio caos, sintiendo que, por primera vez, ni siquiera el amor que sentía por Laura podía salvarla de la oscuridad que se cernía sobre ella.

La Conexión Del CampoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora